Foto: Cortesía Fonds Giséle Freund
Por: Juan Carlos Talavera
Considerado uno de los fundadores de la fotografía moderna y el mayor representante de la fotografía latinoamericana del siglo XX, Manuel Álvarez Bravo (1902-2002) alcanzó ayer uno de los mayores reconocimientos a su obra, luego de que la UNESCO inscribiera su archivo, integrado por negativos, publicaciones y documentos, en el Registro Internacional Memoria del Mundo, gestionado por la Asociación que lleva el mismo nombre del fotógrafo.
La noticia fue dada a conocer a través de la oficina de la UNESCO en México, con lo cual se pone en valor el legado visual del poeta de la lente, conformado por poco más de 33 mil 500 fotografías de uno de los artistas más importantes del siglo XX y cuyo archivo ha estado en proceso de catalogación desde el año 2011, el cual impactó en la forma de mirar entre los creadores de nuestro tiempo.
De acuerdo con la Asociación Manuel Álvarez Bravo, el fotógrafo nació en el centro de la capital mexicana el 4 de febrero de 1902, interrumpió sus estudios a los 12 años al fallecer su padre y comenzó a trabajar para ayudar en la economía familiar, en una fábrica textil y, posteriormente, en la Tesorería General de la Nación.
Su abuelo, quien fuera pintor, y su padre eran aficionados a la fotografía. Al principio de sus estudios en la Academia de San Carlos, Álvarez Bravo abordó el pictorialismo y más tarde exploró las estéticas modernas, con el descubrimiento del cubismo y las posibilidades de la abstracción.
En 1930 se inició en la fotografía documental, época en que Tina Modotti fue deportada y le dejó su trabajo en la revista Mexican Folkways, y más tarde trabajó para los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
De 1943 a 1959 trabajó en la pantalla grande, captando fotografías fijas y a la postre se convertiría en el modernizador de la imagen, en cuyo trabajo exploraba la identidad con raíces propias en donde la arqueología, la historia y la etnología desempeñaron un papel relevante, de modo paralelo a las artes.
En vida, Álvarez Bravo realizó más de 150 exposiciones individuales y participó en más de 200 colectivas. Según numerosos críticos, su obra expresa la esencia de México, y, al mismo tiempo, la mirada humanista que refleja su obra, las referencias estéticas, literarias y musicales que contiene, que le confieren también una dimensión universal.
Cabe señalar que otros archivos inscritos ayer en el programa Memoria del Mundo fueron: La Hagadá de Sarajevo, del siglo XIV; el Manuscrito de al-Zahrāwīsur’; los archivos imperiales de la dinastía Nguyen (1802-1945), resguardados en Vietnam; entre otros archivos de Canadá, Guatemala, Irlanda, Ucrania, Turquía y España.
MENTALIDAD INCISIVA
La tarde de ayer se informó que el Comité Consultivo Internacional (CCI) del programa Memoria del Mundo de la UNESCO recomendó, en su más reciente reunión celebrada en París (del 24 al 27 de octubre) 78 nuevas inscripciones en el Registro Internacional Memoria del Mundo de la UNESCO, entre ellas, la del archivo de negativos, publicaciones y documentos del fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo.
Dicho comité fue presidido por Abdulla Alraisi, director general de los Archivos Nacionales de los Emiratos Árabes Unidos y formado por 14 expertos, el cual examinó y evaluó colecciones de patrimonio documental propuestas por países de todo el mundo en el ciclo de candidaturas correspondientes al bienio 2016-2017.
Se destacó “la importancia del patrimonio documental para promover el intercambio de conocimientos en favor de un mayor entendimiento y del diálogo, a fin de promover la paz y el respeto de la libertad, la democracia, los derechos humanos y la dignidad” y consideró que “la preservación del patrimonio documental y su accesibilidad a largo plazo cimientan las libertades fundamentales de opinión, de expresión y de información como derechos humanos”.
Luego de la decisión, UNESCO informó que en lo sucesivo el Registro Memoria del Mundo incluye 427 documentos y colecciones de los cinco continentes, conservados en soportes que van de la piedra al celuloide y del pergamino a la grabación sonora.
Sobre Manuel Álvarez Bravo han escrito y reflexionado numerosos intelectuales, ensayistas y fotógrafos de todo el mundo, como Paul Strand, quien afirmó que “su obra se arraiga con firmeza en su amor y su entendimiento compasivo de su propio país, su gente, sus problemas y sus necesidades. Nunca ha dejado de explorar y de conocer todo ello íntimamente. Es un hombre que ha dominado un medio que respeta meticulosamente y que emplea para hablar con calidez sobre México igual que Eugène Atget hablaba de París.”
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