Por: Carlos Monty
La artista multidisciplinar Daniela Ortiz de Zevallos (Cuzco, 1985) es seguramente una de las figuras más reconocidas e influyentes en la reinterpretación del antirracismo que se está haciendo en España desde una perspectiva decolonial, que la ha colocado en el ojo del huracán tanto de la izquierda española blanca como de las autoridades académicas en Barcelona, donde reside.
Pero también la convierte en objeto de curiosidad y admiración por la valentía de su denuncia desde su visceral intervención artística en primera persona, que le ha llevado a exponer su retrospectiva “Blanca Europa” incluso en Las Atarazanas municipales de Valencia hasta el 7 de enero de 2018, pese a —o por— su discurso tan incómodo frente al control migratorio actual y su inspiración imperial/colonial.
Tan solicitada como inubicable a veces, sin embargo, en la corta distancia esa imagen de aspereza aparente que transmiten sus apariciones públicas en redes sociales desaparece para dejar paso a una mujer cercana, afectuosa y con unas lógicas muy bien estructuradas. Si tenemos un problema de represión y convivencia con la otredad, no lo tiene ella por verbalizarlo, sino quienes no queremos oír y recurrimos al desprestigio personal para negar la evidencia.
¿Cómo te encuentras más cómoda, con el término artista o con el de activista?
Yo no me reconozco con el término “activista” porque considero que es un término muy vinculado a una cierta izquierda blanca, a lo políticamente correcto, en ese discurso de regulación de derechos europeo. Yo prefiero decir militante antirracista o decolonial. Pero, por otra parte, yo también me reivindico mucho como artista, porque me parece que es un terreno que ha sido ocupado por la burguesía blanca europea, que es la que decide qué es arte y qué no es arte. Creo que es un espacio de batalla que también hay que reivindicar. No, artista también somos muchas otras personas que muchas veces no somos considerados como tales. En mi caso, como yo ya he expuesto en instituciones, y la institución ya me ha legitimado… pero igualmente siempre está esto de “artista política”, si hago arte o política, y ese tipo de preguntas que para mí no tienen ningún sentido, porque yo hago arte y ya está.
Como artista multidisciplinar, ¿con qué técnicas te encuentras más a gusto?
Yo estudié pintura en Perú como especialidad, pero en la universidad aprendí escultura, diseño, grabado, que en su momento no me gustaban, pero luego sirven de mucho, porque yo sí reivindico que, como artista, es importante que sepas utilizar las manos, una cosa que la Academia Europea ha perdido porque se ha ido más por la vertiente del arte conceptual, del pensamiento.
Pero cuando me vine a vivir acá, tuve que dejar de pintar porque no tenía ni tiempo ni espacio, vivía en una habitación muy pequeña y trabajaba 40 horas a la semana. Así que empecé con proyectos que tenían más que ver con utilizar cualquier técnica y soporte que tuviera disponible porque también reivindico mucho la necesidad y la capacidad de poder hacer arte sin muchos recursos y sin ningún tipo de institución que te apoye, de poder hacer arte y difundirlo por las vías alternativas que tú construyas o por redes sociales propias o de compañeros.
Porque con nada he visto historias brutales, y en cambio he visto arte de mierda europeo, directamente, con miles de euros de presupuesto y no sé qué, y eso es pura técnica en el sentido de que es un display de grandes imágenes, pero que, a nivel narrativo y artístico del lenguaje, no está aportando nada.
Tus orígenes en Perú ya apuntaban como artista a la investigación decolonial. ¿Con qué técnicas y con qué background?
Bueno, no con esas palabras. De hecho, yo lo he conocido bastantes años después, pero sí algunas de sus lógicas que en Perú yo ya tenía. Pero lo verifico con mi proceso migratorio y de desclasamiento, porque dentro de Perú yo tenía una situación de cierto privilegio, que entonces no me pegaba con tanto palo, como fue acá, porque soy una mestiza criolla de clase media que ha podido ir a la universidad y que, a través de ella, ha podido sacar un visado para poder venir a estudiar.
Pero el tema es que la clase, cuando la transportas al contexto europeo, como pasa con las monedas que un sol acá vale cuatro veces menos, así es lo que vales tú cuando vienes. Vales cuatro veces menos. Pero a pesar de eso mi estatus de calidad de vida es mejor, que el que yo podría tener en Perú haciendo el trabajo que yo hago. El trabajo que yo hago acá a nivel económico, por ejemplo, que un museo te pague para hacer una exposición o que una Universidad te pague para hacer una charla, no existe, porque esos recursos allá no hay o hay muy pocos. Y si tú quieres tener una vida digna pues te vienes acá medio engañada.
Mira, yo cuando llegué acá me quedé en shock cuando vi que la universidad pública te podía dar una beca para subvencionarte tu tiempo de estudio, tu vida de estudiante, o un Erasmus. Eran conceptos que no existían en Perú, y en mi realidad, como que no estaban. Y eso muestra lo que digo sobre la clase, porque muchas veces te dicen: “Ah, pero tú eres una privilegiada”. Y dices: “Sí, pero allá”, porque cuando tú vienes, traes a tu familia acá; sus pertenencias, su dinero, no valen ni mierda.
Y si tú, español de clase media, te transportas allá a trabajar, porque el orden racista colonial también es un orden de clase, el mero hecho de ser europeo te pone por encima incluso de mí, que tengo acceso a unas oportunidades laborales que una persona india no tiene, porque el orden estructural de clase tiene que ver con la racialización, son dos cosas que van de la mano.
Y después con el tema del arte, con esas lógicas coloniales racistas que nosotros también reproducimos allá, te vienes porque te hacen creer que el arte está en Europa. Y, claro, luego llegas y te llevas el chasco.
La imagen que te vende, que se autoconstruye Europa de ella misma, es de ser una sociedad superior, y por ende ya no es racista, cuando para negar y minimizar el racismo que hay acá siempre te venden que Latinoamérica es más racista, cuando el mero hecho de poderte ir allá sin ningún tipo de visado, mientras que yo para poder venir allá como estudiante y con la posición de privilegio que tenía, me pidieron hasta exámenes de sangre en la Embajada española.
Con todo, yo te conocí como una artista muy performática. Te recuerdo por primera vez recorriendo un 12 de Octubre de 2012 la Castellana y aledaños del Bernabéu con una pancarta en contra del día de la Hispanidad tú sola, rodeada de fachas y militares que se cruzaban contigo alucinando. ¿Cómo se te ocurrió, cómo valoraste el riesgo físico de agresiones o insultos que corrías, y qué incidencias no vimos en el vídeo puedas contar?
Esa acción consistía en realizar una ruta por la ciudad de Madrid visitando ciertos puntos relacionados con la historia de Samba Martine, una mujer congoleña que luego de ser 38 días detenida en un CIE, termina muriendo en el hospital denominado 12 de Octubre, en honor precisamente al inicio del sistema colonial que termina poniéndola a ella en un CIE.
Y luego visitamos lugares como el Monumento a Colón, o la casa de Moisés Tshombe, que era un político congoleño de derechas muy cercano a Franco, al cual incluso concedió asilo, el mismo que le fue denegado a Samba Martine.
Yo desde hace ocho años vengo realizando acciones en contra de la celebración del 12 de Octubre como fiesta nacional, y como conmemoración del sistema racista colonial actual. Esa fue una mas de las que he realizado.
En concreto, cuando estaba pensando qué hacer, encontré que Samba luego de haber estado detenida en el CIE contra su voluntad, y luego de no haber sido atendida a pesar de haber pedido asistencia médica repetidamente, termina muriendo en este hospital que hace honor al colonialismo. Entonces, me parecía muy sintomático, me parecía que era algo que necesitaba ser narrado.
Yo no vivo en Madrid, y fue bastante imprudente de mi parte y de Xose Quiroga con quien hice la acción, porque no conocíamos el contexto y menos aún cómo se ponían las calles un 12 de Octubre. Sufrimos varias agresiones. Me gritaron “hija de puta”, que se puede ver en el vídeo, por un grupo de jóvenes. Otro se puso a escupir al suelo justo cuando pasé, que de hecho me pareció una acción así de marcar el territorio. Y luego, había como bastante hostilidad, un policía nos dijo que no podíamos estar cerca de la zona del desfile militar, cuando había personas con símbolos franquistas al lado sin ningún tipo de problema, porque el policía decía que lo que causaba problemas era el cartel de Samba.
Y luego, cuando volvíamos en el metro de hacer la ruta, ahí fue donde ya estando sin cámara, yo sentí mayor hostilidad, en concreto por parte de un hombre que se nos acercó a hacernos unos comentarios bastante racistas y la verdad es que no medimos el riesgo, pero cuando estábamos ahí decidimos hacerlo.
También me parece importante traerlo a la actualidad en relación con el conflicto catalán-español, ya que en los últimos meses he sentido como un crecimiento de las agresiones racistas en el espacio público, y en concreto a nivel personal, y eso que yo soy una persona que por el hecho de ser mestiza vive poco racismo en el espacio público, pero este último mes tuve dos situaciones, y creo que eso está muy vinculado al hecho de que la identidad española precisamente tiene elementos como la celebración del 12 de Octubre como fiesta nacional, que se erige en la reivindicación de su identidad colonial-imperial. Entonces, en este momento de tensión identitaria con la cuestión de Catalunya, lo que crece es eso, y por ende, también aumenta el racismo.
Esa inclinación performática tuya se acentuó mucho durante tu periodo de embarazo como madre soltera. En tu reciente retrospectiva “Blanca Europa” aparecen proyecciones de dos performances muy distintas, una leyendo un comunicado de denuncia en inglés mientras te haces una transfusión de sangre con un euroblanco español y otra ante la Estatua de Pizarro en la institucional Plaza de Manises de Valencia, con un coro de espaldas, recitando como un mantra religioso el listado de papeles que te era requerido por la Oficina de Extranjería. Las dos fijan la atención en la decolonialidad y el control migratorio, que podríamos decir son tus especialidades de investigación artística y sociológica. ¿Con qué otras performances, relacionadas con estos dos temas, cuentas en tu trabajo y donde pueden verse?
Desde hace varios años me parecía importante dentro de mi trabajo artístico la capacidad de hacer arte sin recursos, porque si no estás dependiendo de tener un presupuesto, etc. Y creo que la performance te permite hacer con tu propio cuerpo y con tu propia historia, acciones artísticas.
Por otro lado, yo en mi trabajo, sobre todo en lo performático, funciono y hago cosas en reacción a situaciones concretas, pero también esas reacciones, como puede ser lo que mencionas de la acción en Valencia, donde un coro de personas, en la noche en la que yo me quedaba sin papeles, me leía lo que esa misma mañana me decía el funcionario de la Oficina de Extranjería que debía de aportar después de haber presentado ya todos los papeles.
Pero ahí también propongo otras formas de análisis, como en este caso, pueda ser el funcionamiento de la Oficina de Extranjería. Que ahí ya tienes un marco legal racista operando, pero luego por lo general tienes funcionarios que hacen la peor de las interpretaciones posibles de esas normativas para evitar que una tenga los papeles, porque la lógica dentro de la Oficina de Extranjeros es evitar que se consigan.
Entonces tanto en ese proyecto como en otros, lo que trato también es de formalizar de tal manera, que yo pueda dar información tanto de los marcos legales, como de los funcionamientos que se están dando. Otras acciones de ese tipo, pueden ser, por ejemplo, “Sedación Forzada para Deportar” (FDTD) que es un vídeo donde denuncio el uso de sedantes durante los procesos de deportación. Esto en el caso de Estados Unidos porque era la investigación que estaba haciendo en ese momento, pero es algo que también sucede en la Unión Europea y en concreto en España.
Y entonces en el vídeo aparezco primero narrando todos estos marcos legales que permiten el uso de sedación para todas aquellas personas migrantes que opongan resistencia y luego se me inyecta un sedante, el mismo sedante que se usa durante los procesos de deportación y empiezo a leer el Tratado de Libre Comercio entre el Perú y EE UU.
Como mencionas, hay otras acciones como “ius sanguinis” en donde me realicé una transfusión de sangre de un sujeto blanco europeo, precisamente durante mi embarazo, denunciando que los hijos de personas migrantes, a pesar de nacer en el territorio español y europeo en general, no tienen derecho a la nacionalidad, como la mayoría de la gente piensa, sino que heredan la nacionalidad de sus padres y además su estatus legal. Teniendo como consecuencia que los menores están sujetos a la Ley de Extranjería racista desde su mero nacimiento, y luego pues habrá unos que estarán en una peor condición si es que sus padres están ilegalizados por el sistema racista colonial, y habrá otros que después de un proceso largo, como ha sucedido con mi hijo que ya casi va a tener un año y recién hemos terminado de procesar su permiso de residencia. Todo eso, a pesar de haber nacido acá.
Por otro lado, me parecía interesante en esa acción denunciar la cuestión de la sangre, no? Si estamos hablando de que el término jurídico que se utiliza para hablar del derecho a la nacionalidad es el “ius sanguinis”, o sea reivindicar a través de la herencia de la sangre que se transmite la nacionalidad y no por “ius solis”, que es el otro modelo, que es por haber nacido en el territorio.
Es importante decir también que no es el “ius solis” te salve de un sistema racista colonial, como puede pasar por ejemplo en EE UU donde se aplica el “ius solis” pero el sistema de control migratorio busca las fórmulas, para que si bien los hijos de personas migrantes tienen derecho a la nacionalidad, no hay mecanismos para que esos menores pueden pasarle a sus padres algún tipo de residencia a sus padres, a través de la nacionalidad.
Y eso termina en una situación bastante grave, como la que se está dando en EE UU de deportación de padres de menores, hijos de personas migrantes, donde deportan al padre o a la madre por estar ilegalizados, y como el menor tiene la nacionalidad, el Estado muchas veces se quedan con esos menores, incluso hay una gran cantidad de casos en los que esos menores están siendo puestos en adopción, luego de haber tenido una deportación forzada de sus padres.
Ese es un tema en el que habría que profundizar, cómo el “ius solis” también busca sus fórmulas racistas. Pero en concreto el “ius sanguinis” es terrible porque determina que los hijos de personas migrantes no tengan derecho a la nacionalidad al momento de nacer acá, y entonces se ven sujetos desde el momento de su nacimiento a la Ley de Extranjería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario