viernes, 19 de enero de 2018

Claudia Piñeiro y la era de la ambición


Por: Virginia Bautista

Claudia Piñeiro decidió abordar desde la ficción el mundo de la política en una historia con personajes políticos. En los límites de la novela negra, sin seguir estrictamente sus reglas, Las maldiciones echa luz sobre el vacío de ideas y los fines utilitarios que caracterizan este quehacer hoy en día.
La política siempre me importó. No es un tema ajeno a otros libros míos, sólo que no era protagonista. Ahora quise demostrar cómo, en el mundo de la política, la ambición está por encima de la verdad y de la justicia”, señala en entrevista con Excélsior.
La escritora argentina nacida en 1960 pone énfasis en la forma en que se construye un político y su discurso, las mentiras y los valores que han caído en desuso, como la solidaridad, y la poca importancia que se le da a la memoria en las sociedades modernas.
Detalla que los argentinos hablan de política todo el tiempo, aunque no haya elecciones. “Los programas que se ven en la noche son los de chismes políticos. Vas al supermercado y la cajera está hablando de política, y en la panadería igual. Es bastante natural para nosotros y me pareció un mundo interesante de explorar”.
Admite que, antes, los políticos se constituían a partir de sus ideologías y el partido al que pertenecían. “Y su discurso reflejaba eso. Pero de un tiempo a esta parte, se constituyen más a partir de herramientas como el marketing, la publicidad, las redes sociales y las encuestas.
Ahora dan discursos vacíos de contenido ideológico que apuntan más a lo efectivo, a decir lo que la persona quiere oír para que voten por él. La política se ha degradado al punto de ser un anuncio para conseguir un efecto: el voto”, afirma.
La también guionista de televisión y dramaturga da vida en su novela Las maldiciones (Alfaguara, 2017) a un político que quiere dividir a Buenos Aires en dos. “Cree en una maldición histórica que existe en Argentina: que una bruja maldijo la fundación de la Ciudad de la Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires, y predijo que ningún gobernador de ésta será presidente de la república. Y esto ha sido realidad”.
Destaca también que quería que el interés detrás del político en su novela no tuviera nada que ver con la corrupción, sino con la magia. “Ésta y el poder siempre han estado relacionados. Muchos políticos tienen su brujo o chamán para sentirse más resguardados en esa soledad que es el poder”.
Quien obtuvo en 2010 el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, por Las grietas de Jara, señala que en todas sus historias busca una imagen disparadora. “En este caso fue la existencia de una relación amo y esclavo al estilo de Hegel, en la que uno era el poderoso, el maestro, el líder o el jefe que le pedía a su asistente, subordinado o seguidor un sacrificio por él y por su partido. Y que este ‘esclavo’ tenía que decidir si hacía o no lo que le pedía su ‘amo’. Me pareció que el mundo de la política era muy propio para poner esto, porque hay muchas ambiciones y necesidades de escalar”.
La contadora egresada de la Universidad de Buenos Aires, profesión que ejerció durante diez años antes de dedicarse a la escritura, hurgó con especial interés en el vacío de ideas que permea los discursos políticos.
En Argentina, los políticos suelen decir ‘quiero que sean felices’. Que me expliquen qué significa eso, porque bastante me cuesta ser feliz para que ellos me digan que lo sea. Yo deseo saber qué van a hacer con las escuelas, con los hospitales; ‘ser feliz’ no quiere decir nada.
“También se puso de moda el ‘los quiero mucho’. ¿Qué es eso? El presidente tiene que manejar un país, hacerlo bien, gestionar. En ese sentido es el vacío de ideas, parece que apelan a recursos que no envían a la inteligencia del escucha”, asegura.

UNA RESERVA MORAL

Las mentiras también preocupan a la autora de Las viudas de los jueves, con la que ganó en 2005 el Premio Clarín de Novela. “La novela tiene dos pequeños reportajes acerca de dos políticos argentinos de verdad, a quienes entrevisté porque quería mezclar los dos discursos. Con la ficción no engañas al lector, pues sabe de antemano que no es cierto. Pero con un discurso político le dices al ciudadano supuestamente la verdad. Pero todos dudamos de eso. Cada vez aumenta más la posverdad”.
En contraposición a los mentirosos, Piñeiro creó un personaje que rescata los valores antiguos, como la honestidad y el compromiso. “Nunca le va bien. Es como la reserva moral de los perdedores. Pero, a veces, haber perdido en algo demuestra que tienes mejores valores que los que ganan”.
Sin embargo, aclara, tampoco lo que decían los antiguos políticos es la absoluta verdad. “Hay un momento en que tienen que transar con lo nuevo, porque no todo lo viejo fue mejor, si no estaríamos muy bien. La esperanza sería cuando estos dos valores dialoguen y ayuden a los políticos a entender que deben ser honestos y leales, porque los ciudadanos somos seres humanos, no números”.
La autora de Betibú y Una suerte pequeña acepta que muchas de sus historias están en el límite del género negro. “Lo que he observado es que siempre hay un muerto. En Las maldiciones, al principio, matan a la mujer del político. Pero, en lugar de buscar quién la mató y por qué, se indaga si esa muerte sirve o no y para qué. El muerto, en lugar de ser un enigma y una búsqueda de la verdad, es alguien a quien se utiliza”.

Además de la política y sus nuevos “valores”, la narradora indica que la paternidad es un tema clave en Las maldiciones, en la que el joven, el subordinado del político, termina llevándose al hijo de éste.
“He hablado mucho sobre la maternidad, pero en esta entrega quise abordar cuándo un hombre se asume como padre. En la mujer, como está involucrado el cuerpo, hay una preparación de nueve meses para asumirse como madre. Pero, en el caso de los hombres, hay un momento en que deben hacerlo por sí solos. Quería investigar por qué hay hombres que sí pueden hacer ese compromiso y otros que no, y las distintas formas de paternidad que ya existen”, concluye.

Piñeiro adelanta que está juntando una serie de cuentos que desea reunir en un libro y realiza además el guión para una película.

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