Por: Juan Carlos Talavera
"México es un gran semillero de voces con muchos cantantes de ópera, pero no todos son profesionales ni competitivos. Eso es algo distinto. Pienso que, para ser un país de más de cien millones de habitantes, tenemos pocos cantantes profesionales triunfando por el mundo”, dijo a Excélsior el pianista Ángel Rodríguez (Cuba, 1972), quien llegó a México hace 24 años y se convirtió en uno de los pianistas favoritos de figuras internacionales como María Katzarava, Javier Camarena, Karen Gardeazabal, Ramón Vargas, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti.
El músico, que este año cumple 30 años de carrera, reconoció que el presupuesto para la ópera siempre es insuficiente y que “el éxito de las voces mexicanas en el extranjero son el resultado de esfuerzos personales, y tal como lo expresó alguna vez Rolando Villazón, una cosa es el talento y otra muy distinta ser profesional. Él tiene razón y eso es lo que está faltando en México”, añadió el ejecutante, director del Colegio de Arte Vocal (CAV), que ha grabado discos con el tenor Javier Camarena y la mezzosoprano María Luisa Tamez.
También lamentó la gestión de los recursos públicos en la ópera mexicana, y aseguró que es mucho más caro contratar a Maluma que a los cantantes líricos, considerando todo lo que han debido aprender y lograr.
El problema central, añadió, es que todos estamos disgregados porque la sociedad es enemiga de la iniciativa privada, la iniciativa privada es enemiga del gobierno y así hemos formado un círculo vicioso.
“La pregunta es: ¿si nos dieran el presupuesto del MET Opera, seríamos capaces de hacer algo bien? ¿Si nos dieran ese presupuesto haríamos algo bien? No lo creo, no estoy seguro porque estamos divididos”, lamentó el académico y concertista.
CON CIEN LIKES
Para el pianista naturalizado mexicano, el mayor problema del joven talento mexicano es la apatía y la abulia.
“Y eso tiene que ver con la formación de los jóvenes en los conservatorios. Porque los forman para ser artistas desde ya. Sin embargo, un científico no es científico cuando empieza a estudiar ciencia, sino hasta que tiene logros importantes. Entonces ¿por qué un artista lo es desde el primer día en que empieza a estudiar? Por eso, cuando terminan la escuela se sienten artistas y esperan en casa a que suene el teléfono”.
¿Es un error recurrente? “Lo que veo es que los jóvenes cantantes no salen a los teatros o a los eventos; no quieren esforzarse ni sacrificarse. Además, las redes sociales los impulsan a tener fama mediante likes, y si ya tienen cien likes… se creen famosos, se creen artistas. Pero a la hora en que deben competir de verdad… no pueden lograr mayor cosa. Considero que una cosa es la fantasía que te crea la escuela y otra la realidad de la carrera”.
Y añadió: “Muchos artistas en ciernes creen que por tener talento les llegará la oportunidad, pero eso no es cierto. La oportunidad no llega, tú tienes que ir por ella. Esto es lo que quisiera cambiar dentro de nuestro sistema pedagógico. Claro, además de crear públicos. ¿Tú sabes por qué no hay más espacios culturales en México? Porque hay poco público. Se necesita más público crítico que demande la necesidad de ópera, de arte y cultura, para que se abran esos espacios”.
¿Qué recomiendas a esos jóvenes cantantes? “Lo primero es humildad para entender que no eres imprescindible. Lo segundo es crear una cultura de esfuerzo; y tener un apetito de triunfo. Es cierto que la platea quiere jóvenes, pero Javier Camarena empezó a los 30 años a tener proyección internacional”.
¿Qué opinas del censo que recientemente hizo Ramón Vagas contabilizando cuántos cantantes hay en México? “Es todo un tema porque nos estamos volviendo estadística, pero no realidad. Sí, sí tenemos un censo gigante, pero es un censo estadístico y no una realidad, no es un censo para concretar artistas verdaderos.
¿Cuál es tu opinión sobre el endeble presupuesto que se destina a la Ópera de Bellas Artes? “El presupuesto siempre es insuficiente. Siempre se necesitará más. Lo que veo es un déficit de gestión y todo esto es parte de la enfermedad cultural en los últimos 15 años. Sí éramos un referente, incluso con un presupuesto menor, pero había una participación de la sociedad, el gobierno y la iniciativa privada. Hoy todo está disgregado”.
¿En qué año viste el declive de la ópera en México? “Fue en el año 2000. Yo no quiero achacarlo a alguna cuestión política, pero coincidió prácticamente con estos cambios de administración. Fue como un antes y un después de Cristo. Desde entonces han sido 17 años donde no he visto que vayamos para arriba”.
UN ILEGAL EN MÉXICO
Ángel Rodríguez nació en Cuba. A los 16 años hizo su primera incursión profesional en el mundo del canto y la ópera. Durante ocho años hizo su carrera en Ópera de Cuba, donde participó en algunos festivales de ópera y pudo ver algunos de los cantantes más importantes del mundo socialista.
“Entonces era muy joven para entender las dimensiones de una carrera, pero al cumplir 24 años fue seleccionado para participar en una jornada cultural en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Quizá fue un golpe de suerte, pero entre ellos me tocó venir a mí y desde entonces he trabajado 22 años en este hermoso país”.
¿Por qué no volviste a Cuba? “Me dieron un permiso especial para salir y luego volver a Cuba. Pero ya no regresé. México me deslumbró, con todo el potencial cultural que vi.
“Además, creo que llegué en un momento importante, donde la ópera importaba artistas maravillosos, como Pavarotti, Plácido Domingo y Jessy Norman. Entonces me quedé casi como ilegal, empecé a trabajar con la Compañía Nacional de Ópera de Bellas Artes, tramité mi residencia para alcanzar la nacionalidad y es lo que tengo en este momento”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario