viernes, 9 de febrero de 2018

INAH preserva y difunde legado del etnomusicólogo Raúl Hell mercado Pinkham



Con la intención de preservar y difundir el legado del etnomusicólogo, antropólogo y sociólogo Joseph Raúl Hellmer Pinkham (1913-1971), cuyo acervo se encuentra en diversas colecciones públicas y privadas, la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) cuenta con un fondo integrado por más de 300 cintas magnetofónicas, documentos personales y cientos de fotografías.


“Mi padre  fue una persona con una inteligencia y un don fuera de lo común, tenía un compromiso espiritual con su tiempo y desde joven pensaba que con la música debía enlazar a las naciones, por lo que incursionó en la grabación de diversos ritmos y géneros en México; así, se convirtió en uno de los pioneros de la etnomusicología en el país”, destacó José Antonio Hellmer Miranda.

El heredero del legado sonoro de Raúl Hellmer, quien creó en 2007 la fundación que lleva el nombre de su progenitor, recordó que su padre grabó en el centro y sur del territorio mexicano, principalmente, pero fue el estado de Veracruz el que recorrió pueblo por pueblo, ya que decía que, aunque había nacido en Filadelfia, era jarocho.

Invitado al ciclo “Charlemos de… música grabada y antropología”, actividad paralela a la exposición “Ecos de la cultura. Etnografía y grabación sonora”, que se presenta en el Museo Nacional de las Culturas, Hellmer Miranda expuso que el legado de su padre es uno de los más importantes en México.

“Una de las cosas significativas de haber podido grabar esas músicas durante poco más de 20 años, era la forma en que se acercaba a las personas en distintas regiones del país para grabarlas interpretando esas músicas, era todo un arte que él desplegaba para convencerlas”, comentó.

El “ex gringo de Filadelfia”, como se hacía llamar, realizó diversas grabaciones en Morelos, Michoacán y Oaxaca, de 1947 a 1971, muchas de las cuales se encuentran resguardadas en acervos de instituciones como la Fonoteca del INAH.

La Fonoteca Nacional y el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical, del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre otras instancias, también han hecho un trabajo de acopio y digitalización de su trabajo, además de valorar sus notas y fotografías.

“Los acervos están ubicados, tenemos que ver la forma de reunirlos en un solo espacio, lo ideal sería que fuera en la Fundación José Raúl Hellmer Pinkham (constituida en 2007), para que se difundan, pero se requiere de recursos y en eso trabajamos”, indicó José Antonio Hellmer.

En su oportunidad, el subdirector de la Fonoteca del INAH, el etnólogo Benjamín Muratalla, resaltó el rescate, recopilación y difusión de la música tradicional e indígena mexicana que Raúl Hellmer hiciera.

Al dictar la conferencia “Raúl Hellmer y sus aportes a la etnomusicología mexicana”, Muratalla destacó que el investigador estadounidense, siendo niño, acudía a una iglesia de su comunidad que tenía piano, y una vez entró para teclearlo sin saber tocarlo, después tomó clases, pero ese momento fue su primer acercamiento a la música.

Ya en su juventud, le tocó la época entre las dos guerras mundiales, por lo que tuvo conciencia de la belicosidad en el mundo, incluso, fue requerido para enlistarse en el ejército estadounidense para ir al frente en la Segunda Guerra Mundial, pero debido a que tenía una pierna más larga que la otra, resultado de la poliomielitis que padeció de niño, fue descartado para acudir a ese llamado.

“Se dice que en sus andanzas, en una venta de garaje, encontró un viejo disco que incluía el tradicional son jarocho conocido como El siquisirí, que le abrió la puerta a sonoridades insospechadas hasta el momento para él, grabación que lo trajo a México para adentrarse y profundizar en las raíces musicales mexicanas, acompañado de una grabadora a cuestas que pesaba más de 40 kilos”, acotó el especialista.

Raúl Hellmer trabajó en el Palacio de Bellas Artes, grabando música clásica y de concierto, además de piezas para el Ballet Folclórico de Amalia Hernández, y aunque casi no salió a campo durante esta labor, contaba con los recursos y medios para traer a músicos de diversos estados y grabarlos para las danzas y bailables del conjunto dancístico.

Su pasión por la música tradicional e indígena mexicana era tal que la defendió de la invasión cultural anglosajona, principalmente de Estados Unidos, vía músicas como el rock and roll, entre otros.

El ciclo de conferencias y presentaciones musicales continuará los viernes de febrero, y los días 2, 3 y 4 de marzo próximo, en el Museo Nacional de la Culturas, ubicado en Moneda 13, Centro Histórico. La entrada es libre.

NTX/NMN

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