domingo, 20 de mayo de 2018

En pos de la utopía; buscan recuperar ilusiones colectivas



Por: Virginia Bautista

Tras la muerte de la utopía socialista, anunciada por los ideólogos del capitalismo neoliberal, los habitantes del siglo XXI se han sumergido en un mundo donde sólo importan el mercado y las utilidades y se han olvidado de las ilusiones colectivas. Pero un grupo de jóvenes ensayistas mexicanos está convencido de que otro mundo es posible, de que se puede cambiar el futuro, y han iniciado la tarea para “recuperar la voluntad utópica”.

Doce ensayos, de autores nacidos sobre todo durante los años 70 y 80 del siglo XX, reunidos en el libro El futuro es hoy (Nueva Biblioteca), que compilan los editores Humberto Beck y Rafael Lemus, ofrecen una mirada crítica sobre la situación actual y abordan temas como el fin del patriarcado, la justicia restaurativa, la legalización de todas las drogas, la autogestión de las comunidades indígenas y la creación de ciudades democráticas, entre otras.

Para reactivar las ilusiones colectivas, explica Beck en entrevista, un primer paso sería reconocer que los problemas sociales son pluridimensionales. “En las últimas décadas se ha instalado una visión unidimensional de la sociedad, que entroniza lo económico, la visión mercantilizada en la que todo —personas, relaciones humanas, naturaleza— son mercancías. Esto se ha contagiado a todos los ámbitos. Es necesario recuperar esta visión multidimensional”.

El historiador y ensayista pide abandonar esa idea, “que se estableció en los 80 y 90, a partir de la caída del comunismo y de la expansión de las políticas neoliberales de la economía, de que no es posible imaginar otro futuro, de que sólo se puede imaginar la continuación del presente tal como está, con algunas modificaciones; pero que un futuro distinto está cerrado. Es indispensable imaginar otro futuro radicalmente distinto”, afirma.

Y, para recuperar la voluntad utópica, agrega, los intelectuales son muy importantes. “El papel de los escritores, historiadores y filósofos debería ser fundamentalmente el de mantener viva, dentro de la esfera pública, la posibilidad de otras formas de pensar”.



Señala que, más que entrar en la política, aunque también es una opción, “los intelectuales tienen la responsabilidad de mantener en circulación un cierto lenguaje crítico, una serie de imágenes, ideas y teorías que permitan pensar las cosas de otra manera y ofrezcan las herramientas necesarias para acompañar los movimientos sociales y políticos que se quieran formar”.

Beck destaca el texto ¡Cuidado!: cultura y género en México, de Gabriela Jáuregui, en el que aborda la posibilidad de una cultura radicalmente distinta.

Ésta sería una cultura que partiera de premisas igualitarias. Estaría, por un lado, la universalización del acceso a los bienes de consumo culturales, que sigue siendo una meta lejana. El acceso a la cultura sigue estando mediado y determinado por el dinero.
El resultado es que los creadores de cultura suelen concentrarse en ciertos grupos sociales, con cierto nivel económico. Y la mayor parte de la población no participa en esta conversación como receptora”, indica.

El compilador añade que Jáuregui se plantea que, incluso en el ámbito cultural, hay profundos problemas de violencia contra las mujeres. “Ella acepta que la máxima expresión de esta violencia es el feminicidio, pero piensa que existe un espectro muy amplio de actitud de violencia real que tiene como resultado limitar la voz de las mujeres en la cultura. Entonces, no se puede hablar de una cultura plena sin la mitad de las potenciales creadoras, que son silenciadas o excluidas.


LAS MÁS RADICALES

El futuro es hoy integra además los ensayos de Mario Arriagada, Fernando Córdova, Alejandro de Coss, Alexandra Délano, Yásnaya Elena A. Gil, Elisa Godínez, Alejandro Hernández Gálvez, Jorge Hernández Tinajero, Luis Ángel Monroy-Gómez-Franco, Luicy Pedroza, Javier Raya y Estefanía Vela Barba.

De éstos, Beck destaca dos que considera las propuestas más radicales: Apuntes para una utopía de las drogas: la legalización universal, de Hernández Tinajero, y Transitios futuros: fronteras y migración en México, de Pedroza y Délano.

Las dos tienen que ver con el ámbito global. El primero resalta el carácter internacional del sistema de prohibición de las drogas, que en los hechos ha dejado el control de la relación con las sustancias sicoactivas al crimen, en lugar de dejarlo en manos de la regulación de los gobiernos, como sería lo razonable.


Y el segundo propone otras vías para acercarse a la idea de una ciudadanía posnacional, que otorgue derechos en esferas fronterizas: México con Centroamérica y también con EU. Es decir, darle una salida institucional, legislativa, a los flujos de personas y mercancías”, apunta.

Beck no tiene duda de que puede resurgir la propuesta socialista de Karl Marx. “Uno de los síntomas del agotamiento del diagnóstico del fin de la historia es la efervescencia de lecturas y relecturas de Marx y de autores socialistas. Este renacimiento del marxismo es parte de uno más amplio de posturas críticas con respecto al capitalismo y al liberalismo”.

Y acepta que, de alguna manera, este libro participa de ese renacimiento. “A pesar de que los autores vienen de posturas políticas distintas, se podrían inscribir dentro de un espectro que en términos generales se podría llamar de izquierda. Pero con ideas adaptadas a la realidad del siglo XXI”.

Y concluye que este título propone además “imaginar a México de una manera más amplia, más integral, de modo que se considere como parte de la nación a grupos que históricamente se han marginado, como los indígenas y los migrantes”.

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