lunes, 1 de octubre de 2018

¿Por qué la gente escucha música? Richard Bona lo explica


Por: María Eugenia Sevilla
El primer instrumento que tocó fue hecho en casa. El abuelo, un trovador de Camerún, hizo a su nieto de cinco añitos un balafón –un teclado de madera y guajes- que no soltó hasta convertirse en una pequeña leyenda. Fascinaba a la gente en iglesias y fiestas de la localiad de Minta. Cuando la familia Bona se mudó a la ciudad, a Douala, el prodigio de nombre Richard quiso –ya con 11 años- tocar otros instrumentos, y como no hubiera más que para pan, se los confeccionó él mismo: flautas y guitarras pertrechadas con latas de aceite vacías y alambres.
Armado con nada más que su ingenio y el torrente musical que lleva en la sangre, Richard Bona se hizo guitarrista como le enseñó su abuelo: en casa. Luego aprendió bajo. Un instrumento en el que se ha convertido en referente dentro del jazz y la llamada música del mundo, de forma autodidacta. Porque en el Camerún de los 80 nadie enseñaba jazz. Tampoco era cosa de todos los días tener acceso a esos discos. Eso era un lujo de melómanos con conexiones. Pero cuando la pasión corre por las venas las afluentes desembocan en océanos insospechados, como aquella colección de acetatos en la que Bona, todavía adolescente, conoció al que sería su mentor -también de lejos-: Jaco Pastorius.
Ese acervo fue el material didáctico con el que un empresario lo convenció de que formara un grupo de jazz para su negocio. Así fue el principio, y así, entre la invención y el abrir paso donde no hay nada, Richard Bona sigue caminando por París, Nueva York y el mundo entero. Una trayectoria en la que poco dicen de él los Grammys y los innumerables reconocimientos que ha recibido. Poco dice de él también la palabra virtuoso, o el recordar que su nombre comparte siempre cartel con los músicos más grandes del planeta.
A Richard Bona no hay más que escucharlo para entender la dimensión de su discurso; multirrítmico, multicultural y comprometido con su tiempo; un tiempo en el que la industria musical se ha mermado, en la que –lamenta- los jóvenes pagan por tocar, mientras las plataformas de streaming se enriquecen, de centavo en centavo, sin que los músicos obtengan ganancias significativas por esas mismas producciones. A sus 50, Bona está dispuesto a cambiar eso, afirma en entrevista previa a su próxima visita a México.
Usted nació y creció entre músicos. Es su medio natural, su casa. ¿La música ha sido una maestra?
Más que una maestra. Porque la música es espiritual. Uno tiene que preguntarse por qué no todo el mundo acude a la iglesia, no a todo el mundo le gusta el futbol, el basket; pero todos escuchamos música. Eso debe ser porque, en cierta medida, está altamente conectada con el plano espiritual. ¿Por qué la gente escucha música? He ahí una gran pregunta. Porque la música te habla de otra manera. Y te ofrece enseñanzas verdaderamente elevadas, dependiendo de cómo te conectes con ella.
Lleva más de 30 años hablándole a la gente a través de la música. ¿Qué es lo que le interesa decir con ella a esta altura del camino?
Mi foco siempre está en la música misma. Y un pequeño paso para mí ha sido volverme un artista independiente, porque me parece que el interés de las grandes disqueras no está en ayudar realmente a la música, así que he decidido hacerlo yo.
¿A eso obedece que se haya lanzado a abrir clubes de jazz?
Así es. Abrí un club en Nueva York, el Bonafide, precisamente para darles una oportunidad a los los jóvenes, para que tengan una plataforma y puedan tocar, foguearse; y acabo de abrir otro en París, el Nubia. Estoy haciendo por mi cuenta lo que creo que hace falta y que las disqueras no van a hacer ahora que la música ha tomado rumbos tan distintos. Lo hago por el amor a la música, y creo que vamos bien, un paso a la vez. El hecho de que las cosas estén cambiando de hecho me alienta mucho, me dije: te la pasas tocando en clubes, enseñando aquí y allá, sin no haces esto nadie lo va a hacer por nosotros.
¿Qué tan importantes son los clubes para la salud del jazz? En México los clubes cierran y los músicos tocan del diario en bares o restaurantes, no en sitios de escucha...
Uy, eso es algo muy triste, pero no sólo está ocurriendo en México. ¡En Nueva York también! Allá ves que muchos clubes están cerrando.
¿A qué se debe? ¿A la gente ya no le interesa ir a escuchar jazz?
Hay muchísimas razones, y eso que la música es el producto más consumido en todo el planeta. Como decíamos al principio, no a todos les gusta el fut pero todos oímos música; el Mundial es una vez cada cuatro años pero nosotros tocamos todos los días.
El futbol, sin embargo, tiene muchos patrocinadores, que es lo que la música necesita: el apoyo la gente que está cerca. Un día que me estaba quejando de eso, Quincy Jones me dijo: “pero, ¿por qué te quejas de que los clubes están cerrando? ¿Por qué te quejas de lo que no sucede? ¿Por qué no lo haces tú mismo? Tienes los medios”. Eso se me grabó en la mente. Ese día llegué a casa y me dije, hazlo. No es mucho pero puedes hacerlo. Así que ya no me quejo para nada. Acabo de regresar de ayudar a unos chicos con computadoras, para que aprendan a trabajar con ellas y sean ellos quienes mezclen nuestros discos mañana, dentro de 20 años. Asimismo acabo de abrir el club en París, donde sólo programo a bandas jóvenes: buenas, malas, todas tiene cabida; el de Nueva York va a celebrar muy pronto su tercer aniversario. Estoy haciendo lo que Quincy me hizo ver aquel día. Y soy el hombre más feliz.
¿Cómo se traduce esta conciencia en su propio trabajo musical?
Para ayudar a los que vienen atrás de mí, que es lo que estoy haciendo, tengo que obtener algo por mi trabajo. Así que no pienso sacar ningún otro álbum hasta que ciertas cosas cambien. Si vieras mi disco duro, lo tengo lleno de música nueva, pero para qué sacar una producción en la que has trabajado tanto, si a los dos días va a estar colgada gratis. Yo escribo mi música con mi sangre y no quiero que ande rodando por ahí nada más así. Llevo tocando por más de 30 años, y hay compañías que no llevan ni 10 y sacan grandes ganancias de nuestro trabajo, como Spotify, millones de dólares, y nosotros no obtenemos nada. Así que estoy haciendo un show increíble, a la gente le encanta, donde toco todas mis nuevas canciones, para que quien quiera escucharlas pueda hacerlo cuando me venga a ver.

Prueba un nuevo sabor musical
Richard Bona se presenta en el país por tercera ocasión. En 2008, el ciclo pionero de jazz NY@MX lo presentó en el Lunario y el Zinco Jazz Club, y dos años después en el Teatro de la Ciudad, junto al baterista Dave Weckl y el guitarrista Mike Stern. De vuelta en el Lunario, tocará una combinación de sus últimos tres discos: Heritage (2016), una fusión con música afrocubana; Bonfield (2013) y Bona Makes You Sweat (2008)- acompañado por su nueva agrupación.
“Hace mucho que no tenía una banda nueva. Llevaba años con mi grupo de siempre y sentí que era momento de intentar algo diferente, cambiar la atmósfera del sonido con gente que inyectara otro sabor en mi música, así que invité a músicos de diversos países y surgió una mezcla que me encanta. Aún no puedo decir cómo es ese sabor porque acabamos de comenzar, diría que apenas estamos al 40 por ciento de nuestra capacidad.
¡Espero que al tocar en México ya estemos al 200 por ciento!”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario