miércoles, 31 de octubre de 2018

Premios Nacionales, homenaje a los exilios


El presidente Enrique Peña Nieto entregó el reconocimiento a Muñiz-Huberman, quien llegó a México como niña refugiada de la Guerra Civil.

Por: Juan Carlos Talavera

El exilio, la esperanza y el origen de las palabras fueron los temas que la escritora Angelina Muñiz-Huberman (1936) abordó en su discurso, luego de recibir el Premio Nacional de Artes, en el campo de Lingüística y Literatura, donde también se reconoció a Rossana Filomarino (1945), en el campo de las Bellas Artes; a Leonor Farldow (1936), en el de Artes y Tradiciones Populares; y a Salomón Nahmad (1935), en Historia, Ciencias Sociales y Filosofía.
“Dedico este premio a quienes, provenientes de diferentes exilios, se integraron a México en épocas difíciles y aquí encontraron un hogar donde desarrollar sus vidas y quehaceres ayer y hoy”, expresó ayer Muñiz-Huberman, en la ceremonia en la Residencia Oficial de Los Pinos.

“Pertenezco a la generación de los escritores hispanomexicanos que llegamos de niños a México, como refugiados de la Guerra Civil Española, gracias a la generosidad del presidente Lázaro Cárdenas y, aun antes, mis antepasados pertenecieron al exilio del pueblo judío en su rama sefardí; y si nos remontamos a los antiguos antepasados que caminaron hasta Aztlán, México se convirtió en un país solidario y generoso siempre con los brazos abiertos”, dijo, luego de recibir el premio de manos del presidente Enrique Peña Nieto.

“Los caminos de la vida son largos, a veces tortuosos, a veces luminosos, una senda de altibajos, abismos, montes y valles; ésa es la senda que marcan los trabajos y los días”, añadió a nombre de los galardonados.

También refirió a la poesía de Nezahualcóyotl y de Sor Juana que “suman las letras en una peculiar danza, con su ritmo todopoderoso, para convertirse en palabras, en frases, en relatos antiquísimos o en transgresiones sorprendentes”.
Pero también están “esas primeras palabras balbuceantes que fueron grabadas en piedras milenarias, en papiros resistentes, en amates perdurables, que fueron conformando la historia de todos los pueblos, que descubrimos en lugares recónditos, en templos semiderruidos, bajo capas de tierra, en ocultas cavernas y que son nuestro antecedente y nuestra permanencia”.
Y remató: “Los pueblos no se destruyen, yacen en nuestro interior y, mientras haya aliento, como un fuego eterno no se apagarán”, para luego dar lectura a su poema Reconciliación: “¿Qué hacer si el paisaje no era mío? / ¿Qué hacer si nací de cara al mar? / Si el mar desgastado / había arrastrado la arena / y con ella los recuerdos conjurados. / Si la memoria no guardó nada, / el olvido era línea confín.”
Durante la premiación, María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura, explicó que estos premios “celebran el talento de las mexicanas y los mexicanos que contribuyen con su inteligencia y creatividad, con su trabajo comprometido a fortalecer a México”.
“Es un reconocimiento de México a sus artistas, creadores, científicos, investigadores y emprendedores que desde el ejercicio de su vocación promueven el conocimiento en beneficio de la sociedad”, añadió.
Muñiz-Huberman es autora de libros como Dulcinea encantadaLa lengua florida y La burladora de Toledo, y fue reconocida por sus aportaciones a investigaciones en literatura hispanohebrea medieval, novela neohistórica, sus estudios de la mística sefardí en la literatura mexicana, el exilio español y por la creación del género de las seudomemorias.
Más apoyos
Al término de la ceremonia Rossana Filomarino, pilar de la danza en México, consideró que deben fortalecerse más las instituciones para darle más impulso a a danza, “que siempre es la última de las artes, que tenga más apoyo económico, de programación y difusión”.
Explicó que en el panorama actual encuentra cosas buenas y malas; por ejemplo, “algunas instituciones, como el Fonca”, aunque también lamentó que muchas veces los recursos financieros destinados a la danza tardan en llegar o son insuficientes, así como la falta de apoyos fuera de las ciudades principales.
Y frente al cambio de administración gubernamental, aseveró que mantiene la esperanza. “Yo siempre tengo esperanza en que las cosas mejoren, espero que la nueva administración vaya bien, tengo mucha ilusión, vamos a ver qué sucede y estoy dispuesta a cooperar en lo que se pueda con lo que sé hacer”.
Filomarino fue reconocida por su trabajo como coreógrafa y sus investigaciones temáticas y estilísticas, “que han hecho de la danza un modo de vida fundamentado en la ética, el rigor y la pasión”.
Por su parte, Leonor Farldow (una de las impulsoras de la lengua kiliwa, la cual está en peligro de extinción), aseguró que con este premio promoverá el rescate de su lengua. Reconoció que hasta el momento ha recibido poca ayuda institucional para recuperar las tradiciones de sus antepasados y la elaboración de artesanías.
Y aseguró que confía en conservar el habla kiliwa. “Mantengo la esperanza de que el habla kiliwa se preserve, pues, aunque haya dos (hablantes), no ha muerto; aunque por ahora sólo somos cuatro hablantes, pero sí hay esperanza de hacer algo, despacio, buscando la manera de darles un estudio a algunos niños”.

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