sábado, 20 de julio de 2019

La soprano Olivia Gorra vuelve ‘engrandecida’ tras derrotar a la muerte


Por: María Eugenia Sevilla

No se había atrevido antes a contar, de manera pública, la verdadera razón de su alejamiento de los escenarios, a los que ha regresado poco a poco, con producciones propias y, para sorpresa de muchos, con otra tesitura vocal.

¿Olivia Gorra cantando Amneris, el papel de mezzo de Aida de Verdi?

“El cambio de registro en algunas mujeres viene naturalmente, a mí me vino por otra causa”, explica Gorra en entrevista con El Financiero.

Lo que afectó la voz de Olivia Gorra, una de las sopranos más destacadas de México, con más de 30 años de carrera, casi la mata.

“Me sentía mal, muy cansada y veía que todo me estaba cambiando (en el cuerpo); incluso mi voz estaba con una disfonía muy rara”.

Cuando, tras muchos análisis, el médico le explicó la razón, comenzó el infierno.

Acromegalia. Un tumor en la glándula pituitaria que provoca un crecimiento corporal desmedido y a destiempo. Los huesos le crecían.

“Está avanzando, me dijo. No le creí. Me enojé. ¡Estaba a punto de irme a Rusia!”, recuerda. “Me sacó mucho de órbita. El endocrinólogo incluso llamó a mi familia para darnos el diagnóstico”.

Su vida peligraba. Debía comenzar un tratamiento con fuertes medicamentos en Estados Unidos, pero algo la detuvo.

“El instinto”, dice. “Me encomendé a Dios, a todos los santos y quise creer en la medicina natural. Me di a todo lo que me decían, hice terapias de todo: imanes, hasta con chamanes fui. Nunca he sido del tipo de persona que busca lo natural, pero mi instinto me llamó”.

De esto hace seis años.

“Más que el ego, es que cantar me hace tan feliz… Y cuando te atrapa la idea de que no lo harás más o que a nadie le va a gustar… La parte de la crítica no me preocupa; fue una situación de vida o muerte”, comenta.

Dice que la desahuciaron. Pero aquí sigue. Viva. Engrandecida, en el mejor de los sentidos.

Porque la trascendencia de lo que le ha sucedido a Olivia Gorra va más allá de derrotar a la muerte; es lo que ha creado con todo aquello que ha tenido en contra: se ha reinventado como cantante, como productora de ópera y —¡en este país!— como maestra.

En junio pasado, produjo su debut como mezzo con una Aida monumental al aire libre, en Atizapán de Zaragoza, y ese mismo mes produjo otra ópera corta sobre Benito Juárez, de Israel Cahue. Ahora, entre otros proyectos, prepara el rol de Carmen de Bizet y un disco con Armando Manzanero.

“Pues me puse a hacer limonada con los limones”.

Sus terapias, su disposición surtieron efecto. El crecimiento anormal paró y salvó la vida.

Está recuperando su carrera.

“No hubo más consecuencias que la voz estuviera más gruesa. Me quedaron muy grandes mis órganos, hasta para respirar me cuesta trabajo, pero empecé a aprender otras técnicas vocales para esta nueva etapa y me adapté. Me dio mucho miedo seguir adelante, me cuidaba mucho al cantar”.

Como maestra de canto —en el Centro Cultural Olivia Gorra, que abrió precisamente hace seis años en la Ciudad de México—, sabía cómo comenzar a adaptarse al registro grave, a emitir la voz con el apoyo de otros puntos corporales. Además, como empezó cantando música ranchera, sabía perfectamente cómo colocar las notas graves en el pecho. “Eso me ayuda mucho a sentirme como si hubiera sido mezzo toda la vida”.

Tan bien se siente en ese repertorio que su más reciente disco, Bésame mucho, España, fue nominado a un Grammy latino en 2014 como Mejor álbum de música ranchera.

Pero refinar la técnica para cantar ópera requería algo más, y se fue a Rusia, país con una gran tradición de voces bajas, con el que ha tenido estrecha relación en el último lustro, a través de intercambios y de iniciativas como la categoría Prima Donna Olivia Gorra’s Stars que el Conservatorio de las Artes de Perm abrió, en homenaje a la veracruzana, en su concurso internacional.

“La escuela rusa es muy oscura, así que trato de balancearla con la técnica italiana que yo tengo, sobre todo en la dicción, en la voz frontal, que es más clara”, detalla quien fue alumna de Jessye Norman, pero también de Alda Borelli. “Era soprano lírico, y ahora soy una mezzo lírico ligera”.

Si bien hace “muchísimos años” cantó como mezzo la Novena de Beethoven en una gira con el director Anton Guadagno, fue hasta hace dos que se probó en la tesitura con un recital en el teatro Macedonio Alcalá de Oaxaca. Su debut formal fue, hágalo usted misma, con la mencionada producción de Aida. “Si no lo hago yo, ¿quién?”.

Bellas Artes le hizo un homenaje hace dos años. La puerta con Alonso Escalante, el director de la Compañía Nacional de Ópera, quedó abierta. “Quedamos de platicar para ver qué puede seguir en la ópera conmigo. No me he acercado porque estaba en la situación del cambio vocal”.

Una figura sabe esperar. “Si me acerco es porque estoy lista”.

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