martes, 30 de julio de 2019

"Melville en Mazatlán" une las voces de Ignacio López Tarso y su hijo


Por: Jorge Rivas Navarro

Los actores Ignacio López Tarso y Juan Ignacio Arana dieron vida a un escritor en su juventud y vejez al recrear algunos fragmentos de la obra Melville en Mazatlán.

Padre e hijo unieron sus voces para leer parte del texto del escritor, ensayista y poeta Vicente Quirarte, con lo que mantuvieron expectante al público que llenó la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. 

En entrevista con Notimex, el primer actor Ignacio López Tarso dijo que Melville en Mazatlán es un texto magnífico que tiene la intención de interpretar en teatro, junto a su hijo Juan Ignacio, por lo que “seguimos trabajando sobre esa posibilidad". 

Comentó que en un inicio lo iban a presentar con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ahora lo harán con otra empresa, aunque todavía existe la posibilidad de hacerlo con la misma máxima casa de estudios. 

“La obra merece ponerse en un teatro y como son dos personajes, pues es muy fácil y barata, por lo que no se necesita un empresario millonario ni mucho menos”, expuso.

Señaló que, en este momento, su hijo y él están comprometidos en el Teatro San Jerónimo con una empresa con la que hace tres semanas estrenaron Una vida en el teatro, que es, en realidad, la vida de ambos en ese medio.

Recordó que con Juan Ignacio ha hecho nueve o diez obras, como El Alcalde de Zalamea, El villano en su rincón, Drácula, El conejo Harvey, Macario y La triste figura, entre otras.

Subrayó que tiene 71 años de actor y 94 de edad; “empecé en 1948 en la Escuela de Teatro de Bellas Artes, que era la única escuela del ramo en todo el país, pero afortunadamente ahora hay muchas en todas las ciudades y también mucha actividad teatral”.

Cabe señalar que la lectura de algunos fragmentos de la obra Melville en Mazatlán se llevó a cabo en el marco del programa Leo… luego existo, organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).

Los actores dieron vida a un Melville viejo y retirado que está decidido a no volver a escribir más mientras trabaja en una oficina de una aduana en Nueva York, y un Melville joven que ha regresado de un viaje de aventuras en Mazatlán, entusiasmado con la novela de Moby Dick.

Es como un juego poético entre ficción y realidad, entre dos Melville que finalmente es uno solo, quienes hablan con pasión de la escritura, de la formación de un escritor, de lo que se necesita para escribir y para continuar escribiendo.

Para Juan Ignacio Aranda, leer en voz alta una parte de esta bella pieza es la oportunidad de compartir en el escenario con su padre, ya que siempre han querido hacer esta obra de teatro juntos.

-Fin de nota-

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