miércoles, 25 de septiembre de 2019

Puccini en el viejo oeste




Por: Juan Carlos  Talavera

El tenor mexicano Diego Torre se define como un hombre afortunado: "Vivo un momento de total tranquilidad y felicidad", dice. Me hallo en un punto de mi carrera en el que todo está en equilibrio, algo tan importante como difícil de conseguir en una profesión llena de altibajos como la del bel canto.

En La fanciulla del west, Diego Torre interpreta a “Dick Johnson”, cuyo nombre verdadero es Ramírez, a quien la caprichosa vida ha convertido en bandolero, un personaje capital en esta ópera western ambientada en el viejo oeste californiano con parajes esencialmente mexicanos porque en ese tiempo (1910, cuando fue escrita) apenas tenía medio siglo de haber poseído Estados Unidos parte del territorio mexicano (en diciembre de 1853).

"Me resultó muy atractivo que me llamaran al Palacio de Bellas Artes para interpretar esta ópera después de tantos años de estar trabajando fuera del país", señala el cantante al tiempo que anota que la obra está dividida en tres actos con libreto en italiano de Guelfo Civinini (1873-1954) y Carlo Zangarini (1874-1943), basado en la obra teatral The girl of the golden west de David Belasco (1853-1931). La música se debe a Giacomo Puccini (1858-1924).

Las arias de Puccini

Aunque el título refiere a una mujer, el público reconoce, sobre todo, al personaje interpretado por el tenor, y a la asociación de la ópera en general, acaso por las dos arias que Puccini compuso para ese solista. Particularmente la aria final del tercer acto, donde el personaje, a punto de verse ahorcado y darse por muerto, dedica su último pensamiento a su amada. Esa aria, “Ella me creía lejos de aquí”, el público la identifica y asocia completamente con La fanciulla del west. En este sentido, el entrevistado explica a Notimex que en dicha pieza halla “momentos de lucimiento” para su voz:

"Sin embargo, no dejo atrás el dueto en el segundo acto, “Minnie” [soprano] y “Dick Johnson” [tenor], que es maravilloso también. ¿Por qué venir a ver esta puesta que tuvo su estreno mundial en el Metropolitan Opera House de Nueva York el 10 de diciembre de 1910 y su primera representación en México el 24 de febrero de 1920", se pregunta el tenor.

Y se responde:

"Porque siempre debemos darle crédito a la ópera por ser una expresión artística que encierra muchas disciplinas: ballet, pintura, canto, expresión corporal y música. Además, es una puesta en escena divertida, con un sitio especial en la obra de Giacomo Puccini porque tiene un final feliz, que resulta lindo para todo el público. No hay drama, no hay fatalidad…

La familia

Diego Torre comenzó sus estudios a los 20 años de edad debutando como “Don José” en Carmen:

Los profesionales que han entrenado por muchos años el desarrollo de la voz para el canto tienen en óperas como ésta una oportunidad extraordinaria. Expresar emociones a través del canto, sin ayuda de nada más que de la acústica del recinto, propicia en el espectador que se consiente una experiencia única.

El arte granjea al mundo actual (convulso, violento) una tregua, un respiro a sus pobladores. Es por esa razón que Diego Torre es, subraya, “un ser afortunado”.

La vida del artista es muy tormentosa por muchos factores, tanto físicos como internos. Porque trabajar con las emociones no es fácil. Una persona dedicada a la expresión de emociones debe tenerlas a flor de piel. Y eso es sumamente difícil de controlar. En mi caso, vivo en un punto profesional en el que me puedo entregar sin limitaciones y completamente al canto (en un ciento por ciento) sin tener ningún tipo de distracción mental o física. Me siento pleno y con muchas ganas de compartir mi arte con la gente del mundo y particularmente la de México.

El tenor es ahora el adulto que soñó ser cuando era niño, a pesar de que en su infancia pensó en ser todo menos cantante de ópera. Lo cierto es que se visualizaba rodeado de felicidad, cobijado por sus seres queridos, con esposa e hijos, tal como ocurre en la actualidad.

El tenor se confiesa:

"Eso me coloca en un cuadro en el que alguna vez, de niño, me pude observar, como en una ventana al futuro. Mi batería es mi familia. A partir de ahí es que estoy tranquilo y estable en todo lo que hago. Por lo mismo, puedo desarrollar todo lo demás. La familia es el motor que me impulsa, lo cual agradezco infinitamente.

Con esa “batería” que lo impulsa a crear arte y difundirlo por el mundo, el tenor nacido en la Ciudad de México en 1979, adelanta que ya prepara su participación en Payasos que habrá de presentar en Oviedo, España, y la ópera Tragedia florentina. Ambas las interpretará la misma noche en la vieja Europa cerrando su agenda de 2019. Iniciará 2020 en Áustralia con un concierto de Año Nuevo y luego vendrán La judía y Aída en Australia, de donde también es naturalizado.

Un sheriff celoso

Pero retornamos al tema inicial: La fanciulla del west, cuya trama se inicia en la cantina La Polka donde buscadores de oro pasan el rato. Ahí está el sheriff del condado: “Jack Rance”, eterno enamorado de “Minnie”, la dueña del negocio. Todo marcha con calma platónica hasta que llega un forastero, que se presenta como “Dick Johnson”, pero en realidad es el bandido “Ramírez”, quien quiere robar el oro que los gambusinos confían a “Minnie” para su resguardo.

La síntesis describe que los mineros sondean al extranjero, incitados por el sheriff celoso por el interés mutuo entre “Dick” y “Minnie”.

El desenlace, empero, no es trágico.

La ópera será representada en el Palacio de Bellas Artes este jueves 26 de septiembre además de los posteriores días 1, 3 y 6 de octubre.

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