sábado, 20 de junio de 2020

Las Ventas cumple 89 años de gran historia sin fiesta ni "invitados"

Estatua del torero (con mascarilla) brindando un toro al doctor Fleming, en la Plaza de Las Ventas de Madrid. EFE/Mariscal/Archivo

La plaza de toros de Las Ventas de Madrid, considerada la más importante y decisiva del mundo, ha cumplido esta semana 89 años de una gran historia que trasciende incluso lo taurino, pero sin poder celebrarlo con festejos ni público a causa de las medidas sanitarias contra el coronavirus.

El cierre, momentáneo, de Las Ventas ha frenado en seco la actividad de un edificio considerado Bien de Interés Cultural y monumento histórico artístico de la capital de España, y que antes solo se había sin toros durante dos de los tres años de la Guerra Civil, cuando sirvió de garaje, cárcel y hasta huerto para el Frente Popular.

La plaza abrió sus puertas al público por primera vez el 17 de junio de 1931, apenas dos meses después de la proclamación de la Segunda República. Y el festejo inaugural fue una corrida a beneficio de los obreros en paro organizada por el alcalde socialista Pedro Rico, a la que asistió el presidente Alcalá Zamora.

Ocho matadores -como figuraba en el cartel ilustrado con la bandera tricolor- hicieron aquel primer paseíllo para estoquear otros tantos toros de distintas ganaderías, entre los que "Hortelano", de Juan Pedro Domecq, fue el primero en hollar la arena donde fue lidiado por el diestro vasco Diego Mazquiarán "Fortuna".

Desde entonces, en Las Ventas se habrán celebrado en torno a seis mil festejos taurinos, aunque estos no tuvieron continuidad hasta el mes de octubre de 1934, en concreto el día 21, cuando Juan Belmonte cortó, en la que se considera inauguración oficiosa, el primer rabo que se concedía en la nueva plaza madrileña.

En realidad, el primer festejo organizado por Pedro Rico, así como otros dos en 1933, se llevó a cabo con una excesiva precipitación, ya que la obras no estaba rematadas y aún no se habían finalizado los trabajos de desmonte de los alrededores de esa zona cercana al arroyo Abroñigal, por donde hoy pasa la circunvalación siempre conocida como M-30.

La plaza de Las Ventas tardó más de diez años en construirse por iniciativa de la sociedad mercantil Nueva Plaza de Toros de Madrid y según un proyecto del arquitecto José Espeliú, al que aconsejó, antes de morir en Talavera, el famoso diestro Joselito El Gallo, muy comprometido entonces en la construcción de cosos monumentales que ampliaran el aforo de las plazas y abarataran las entradas.

Finalmente, y ya bajo la dirección del arquitecto Manuel Muñoz Monasterio -también diseñador del estadio Santiago Bernabéu-, la plaza se remató con un total de 24.000 localidades, el doble del anterior coso madrileño, que databa de 1874 y se levantaba exactamente en los terrenos del actual multiusos Wizink Center.

Desde entonces, por el ruedo de Las Ventas han pasado las principales figuras del toreo de las últimas nueve décadas, en una historia plagada de triunfos y faenas memorables, pero también de decepciones y grandes fracasos, aunque no tanto de tragedias, pues en 89 años sólo se han registrado cinco muertes por asta de toro.

La primera, en 1939, fue la del novillero Félix Almagro, a la que siguieron, dos años después, la del matador Pascual Márquez, los banderilleros El Coli (1964) y El Campeño (1988) e incluso la de un carpintero al que corneó un toro que saltó la barrera en los años 50.

Las grandes citas taurinas de esta plaza son, desde 1947 cuando se creó, las de las fechas primaverales de la feria de San Isidro, así como las de corridas tan tradicionales como la de Beneficencia y de la Asociación de la Prensa, en las que sus tendidos presentan una masiva asistencia de público.
Pero en casi un siglo el monumental y neomudéjar coso madrileño no solo ha servido para dar gloria a la tauromaquia, sino que también ha albergado un sinfín de espectáculos y citas de lo más variado, desde mítines electorales, antes de 1939 y después de 1975, a ferias comerciales y exposiciones.

Del mismo modo, durante los inviernos en Las Ventas solían instalarse las carpas de las compañías de circo, mientras que en verano también dejaba espacio para populosas veladas de boxeo y, sobre todo, para grandes conciertos de música, entre ellos el primero de los dos que dieron los Beatles en España, el 2 de julio de 1965.

Hasta que el ayuntamiento de la alcaldesa Manuel Carmena lo impidió por razones de seguridad, este gran coso taurino ha sido el escenario madrileño predilecto para los macroconciertos de las grandes figuras nacionales e internacionales de la música. No en vano, el cantante estadounidense Bruce Springsteen afirmó públicamente que Las Ventas era el lugar de mejor acústica de todos en los que había actuado.

Y no solo eso sino que también, debidamente acondicionado, el ruedo de la capital de España se convirtió en 2008 en la segunda pista de tenis más grande del mundo, al albergar la semifinal de la Copa Davis entre España y Estados Unidos, con un aforo de 20.000 espectadores.

Pero a día de hoy, y a expensas de las nuevas medidas sanitarias a aplicar tras el estado de alarma, la plaza de Las Ventas sigue cerrada, esperando a que sus tendidos vuelvan a llenarse de un público crítico y apasionado que, como es tradición, tiene la capacidad de lanzar a los toreros -y a los músicos- hasta lo más alto. O viceversa.

EFE

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