viernes, 23 de octubre de 2020

Ya olvidamos lo que nos hace felices cuando leemos, dice Antonio Malpica



Por: Ana Laura Tagle Cruz

Entre más pronto lleguemos a la conclusión de que no tenemos la obligación de leer nada, más rápido corre el aire y se respira mejor. Actualmente, por el simple hecho de agotar libros hemos olvidado qué es lo que nos hace ser felices en la lectura, señaló el escritor Antonio Malpica durante la conferencia inaugural del cuarto Encuentro de promotores de lectura, enmarcado en la edición 40 de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca.

“Leer es vivir y la vida tiene un ritmo, uno donde los segundos son segundos y los minutos, minutos, pero para que la felicidad esté al alcance en la vida y en la lectura, se debe ajustar al ritmo pausado que permita el nacimiento natural de las emociones. La lectura minuciosa permite escuchar la voz del narrador en la cabeza y ver a la ballena en toda su dimensión, sentir el mar proceloso, experimentar el miedo, la esperanza, el júbilo y luego…”

Lo anterior puede ser real sólo si se respeta la cadencia, la pausa y el silencio propios del lenguaje que no son meros artificios ornamentales, añadió. “¿Por qué la novena sinfonía de Beethoven tiene la capacidad de conmovernos tanto? Fácil, porque se le concede el tiempo exacto”.

El también músico, dramaturgo y novelista mexicano destacó que en su experiencia se ha percatado de que se es más feliz cuando se aprecia cada frase o idea a través de una ventana que no permite ver ni hacia adelante, ni hacia atrás, sino sólo el presente con la memoria de lo ya leído. “Hay más felicidad en una línea de lectura presente que en todos los libros que se hayan leído hasta ese momento”.

“Detrás de cada obra literaria hay una voz y a esa voz le dio vida un ser humano que esculpió letra por letra las frases e ideas que culminaron en dicha obra”, quien pensó la conveniencia de elegir una palabra sobre otra y eligió el curso y los personajes para que su lector sea conmovido. Sin embargo, esa voz sólo se escucha si nos detenemos en la lectura.

LIBROS QUE LEER ANTES DE MORIR. Hace algún tiempo, compartió el autor de Adonde no conozco nada, adquirió un ejemplar de Los mil y un libros que hay que leer antes de morir en el que críticos y estudiosos se dieron a la tarea de elegir los pilares de la literatura universal, señalando que el más antiguo es Las mil y una noches y el más nuevo uno de Daniel Kehlmann.

“Toda selección implica una elección y en el mamotreto hay pocos libros mexicanos y fuera de El principito, ninguno infantil, ni siquiera Harry Potter. Así que es cuestionable dicha selección porque en gustos se rompen géneros y también se ponen ojos morados, pero tampoco, para ser honestos, al revisar esa lista se vienen a la mente pensamientos de corte: ¡válgame, no está El periquillo sarniento, jamás debí perder el tiempo leyéndolo cuando pude leer Crimen y castigo!”

Se refirió al libro escrito por Fiódor Dostoyevski en tanto a que desde el título se pone doblemente trágico, señaló. “Nos recuerda que moriremos algún día y que, si no ponemos manos a la obra cuanto antes, se nos irá la oportunidad de leer todo aquello que debimos”

No obstante, si suponemos que una persona puede leer un libro por semana sin importar su extensión, los mil libros se pueden leer aproximadamente en 20 años. “Eso significa que si hubiera yo iniciado el reto cuando compré el libro, que sería aproximadamente a mis 40, hoy que tengo 53 ya llevaría más de la mitad, pero no y como no creo llegar ni a la cuarta parte de tales lecturas obligadas, mi conclusión es que un día moriré y no habré cubierto la cuota”

Lo anterior es una tragedia de la lectura por números. Sin embargo, y cómo decía Borges, “la lectura debe ser una forma de la felicidad y, así como el placer no es obligatorio, tampoco lo es la felicidad”.

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