sábado, 19 de diciembre de 2020

La Barranca: «El motivo de ‘Entre la niebla’ es un poco en homenaje a las personas que perdimos en 2020»


Por: Orus Villacorta

En las últimas tres décadas, México ha gozado del privilegio de beber de una fuente de sensibilidad, pulcritud, desparpajo y producción tenaz a través de una escena de rock que, entre los vaivenes de una identidad esquiva, aprendió a reconocerse. Bandas como Santa Sabina o La Castañeda, por ejemplo, se insertaron en un panorama de músicos que apostaba por un rock conceptual, un rock que demandaba de reposo y sentimiento.

El último cuarto de siglo vio crecer, además, a una agrupación llamada La Barranca, una banda que ha vivido las idas y venidas de algunos de los músicos más virtuosos en México; una banda que siempre ha estado liderada por un personaje que goza de un respeto y una admiración incuestionable en la escena local. Su nombre: José Manuel Aguilera. Su legado: más de una decena de discos y sus ramificaciones.

Quien ha escuchado tocar la guitarra a José Manuel Aguilera sabrá que cada nota de sus arreglos ha sido meditada con dedicación; cada efecto en su pedalera ha sido planificado con la clara intención de expandir las sensaciones. Y sabrá, también, al escucharlo cantar, que la caja de resonancia que amplifica su voz grave le da un matiz de solemnidad a unos textos que exigen de imaginación. No es la música de La Barranca algo fácil de asimilar, pero sí ofrece recompensa a quien esté dispuesto a eludir la tentación de lo liviano.

El pasado viernes, la banda dio a conocer un nuevo disco, llamado «Entre la niebla», que contiene diez canciones inéditas que muestran hacia dónde navega la banda entre la turbulencia que ha dejado un año que nos ha golpeado a todos. Cuenta José Manuel Aguilera que La Barranca debió reaccionar a los cambios de brújula de este año anómalo y a la pandemia que les dejó golpes a nivel personal, que les motivó a refugiarse en la creación de nuevas canciones.

«Entre la niebla» sirvió además como experimento: desde la decisión de racionar los protagonismos instrumentales de sus músicos, hasta la difusión que han elegido para darlo a conocer.

En el boletín de prensa de promoción de este nuevo disco, José Manuel hablaba acerca de su apuesta por seguir creyendo en los álbumes como tratado conceptual de ideas más redondas. “Lo que nos propusimos hacer es un disco, un álbum, aunque dicen que la gente ya no oye discos, que ya no tiene tiempo ni capacidad de atención para oír álbumes completos, sino sólo canciones aisladas. Nosotros estamos pensando en un disco […] Lo cierto es que aún nos encanta embarcarnos en esa aventura expedicionaria y de descubrimiento que implica hacer un disco, aunque ya la gente solo oiga canciones aisladas. De cualquier manera, un álbum tendrá suficientes para que las oigan como sea”, anunciaba.

Pues, la siguiente entrevista –realizada previo a la publicación de «Entre la niebla– trata mucho acerca de ello. Requiere, como siempre con La Barranca, de capacidad de atención, ese animal en peligro de extinción al que aún se aferra Aguilera.

Sé que son momentos de mucha promoción por el lanzamiento del nuevo disco, pero antes quisiera preguntarte cómo estás. ¿Cómo está La Barranca de ánimos cuando se está viviendo un momento tan difícil como el provocado por la pandemia?

Bueno. Lo que te puedo decir es que lo vivimos como todos y lo padecemos como todos. No sólo en la cuestión práctica del aislamiento y estas medidas sanitarias que cada vez tienen que ser más rigurosas, sino todo lo que implica, ¿no? El no poder juntarnos como músicos a tocar, etc. Y también porque en el aspecto personal nos han tocado por ahí algunas cosas trágicas y cercanas que, naturalmente, nos han pegado emotivamente. Pero te puedo decir que gracias a que hemos enfocado nuestras energías a la posibilidad que nos queda ahorita –cuando no hay chance de hacer conciertos–, que es la parte creativa y esa, pues, es muy difícil que se pueda detener con esta pandemia. Y nosotros nos hemos enfocado en eso que es como la opción que tenemos ahorita abierta y ahí hemos canalizado nuestras energías. Y como siempre, la música acaba siendo no solo lo que más nos gusta hacer, sino también es curativa, es un refugio y es esperanzadora.

Antes de entrar en materia acerca del nuevo disco, me gustaría repasar un poco el contexto de lo más reciente que ha ocurrido con La Barranca. Luego de la gira y promoción del disco “Lo eterno”, decidieron sorprender con dos lanzamientos inusuales. Primero, “Fragor” un disco de grandes clásicos de La Barranca, pero con arreglos orquestados que trabajaron en compañía de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes; y luego “Nocturno”, que consiste en un disco de remixes electrónicos a cargo de DJ Noorbac. A ambos trabajos los entiendo como extravagancias para llegar a nuevos públicos y darle nueva vida a algunas de las canciones más conocidas de la banda. ¿Es así?

La verdad es que un poco las cosas se acomodaron así. Y fue providencial para nosotros que sucediera así porque, así como dices, este año pudimos sacar estos dos discos –independientemente de este último–, como para tener actividad al menos en ese renglón, ¿no? Poder estar editando cosas. Ambos son proyectos que se generaron por separado, en tiempos diferentes, pero por las circunstancias de cada uno, por la manera en que se produjo cada uno de estos dos discos, acabaron coincidiendo en el tiempo. Entonces, estos dos lanzamientos fueron como echarle una mirada a nuestro catálogo, pero desde dos perspectivas diferentes. Y sobre todo diferentes entre sí, casi en 180 grados. Porque unos son estos remixes electrónicos que describiste muy bien: son como fantasías y caprichos; y por otro lado, el trabajo con la banda sinfónica, que es un trabajo muy laborioso y que nos llevó mucho tiempo. Ese proyecto nos tomó más de cuatro años en realizarse. Pero te digo, circunstancialmente, ambos coincidieron. Nuestra idea original era que ese año diéramos a conocer estos dos discos y hacer una gira de presentaciones en torno a los 25 años [de historia de la banda]. Obviamente, eso ya no fue posible hacerlo, la última parte. Pero sí pudimos dar a conocer estos dos discos y decidimos cerrar el triándolo con este disco de temas nuevos [“Entre la niebla”]. Porque los otros son vistas hacia atrás, ¿no? Aunque ambos son tratamientos muy novedosos –tanto lo electrónico como lo sinfónico–, sí son miradas hacia atrás en el catálogo de La Barranca. 


Tengo entendido que algunas canciones de “Entre la niebla” proceden de un momento previo a la pandemia. Sin embargo, la producción de este disco ha sido realizada durante esta crisis de salud, no solo física sino también mental. ¿Influyó de alguna manera en el concepto del disco lo que hemos vivido en los últimos meses y la incertidumbre acerca de lo que vendrá?

Sí, por supuesto. Como te digo, cuando arrancamos este año, no teníamos pensado hacer este disco. Pero sí, siempre uno está trabajando en canciones. A veces apuntando ideas; a veces, terminándolas. Había por ahí ideas. Incluso algunas ya las habíamos tratado de poner con el grupo, pero no lo terminamos de hacer. Sin embargo, la decisión de ponernos a trabajar en este disco, «Entre la niebla», sí tiene que ver totalmente con el momento por el que estamos pasando. Y como te decía al principio, fue como una estrategia de supervivencia mental, incluso emocional, y para mantener en activo a la banda y decir: «bueno, no podemos tocar en vivo, pero sí podemos grabar, crear y hacer un disco nuevo». Definitivamente, el disco tiene que ver con este tiempo. Por supuesto, no es una crónica de la pandemia, ni mucho menos. Nosotros no hacemos crónica. La música de La Barranca no es así. Pero sí tiene que ver con lo que te comentaba al principio: hay un par de casos muy cercanos de gente que perdimos, gente muy cercana. Y eso, sobre todo, tuvo un impacto en lo que hicimos para «Entre la niebla».




¿Qué diferencia a «Entre la niebla» si lo comparamos con su predecesor más reciente con canciones inéditas: «Lo Eterno»?

Siempre, en la medida de lo posible, estamos tratando de no repetir lo que acabamos de hacer, porque también uno es limitado y acaba siendo siempre el mismo, por mucho que quieras cambiar. Pero sí, siempre dentro de parámetros que podemos controlar, tratamos de afrontar cada disco de manera diferente y con juegos de lineamientos específicos para cada disco.

Entonces, diría que en este disco tratamos de hacer algunas cosas que no hicimos en los otros. La principal tiene que ver con la idea de tocar pocas notas, cada quien, que es una idea que yo vengo persiguiendo desde hace mucho, pero cada vez siento que me acerco más a ella. Creo que los discos de La Barranca, en muchos momentos, han sido muy barrocos en su orquestación y me interesa que cada vez más… No es precisamente el término, pero es como una aspiración irme hacia lo milenal, porque me doy cuenta de que en la manera en que dejemos más espacios en la música, esos espacios cobran mayor significación. Y creo que este disco… Repito: es mi percepción –y probablemente cuando tú lo escuches no te parecerá así–, pero hemos tratado de ser lo más contenidos en cuanto a la cantidad de notas que toca cada quién. Por supuesto, repito, la regla final la define cada canción. Y si una canción demanda que haya muchas notas de bajo, pues, las habrá. Y si sentimos que tiene que haber muchas notas de guitarra, pues, las habrá. Pero como concepción general, como lineamiento ideal sí nos planteamos ser lo más contenido posibles en cuanto a lo que tocamos.

Otra cosa distintiva que pensaría que tiene este disco es que en la parte de los teclados, en el otro disco, usamos mucho piano, y ahora quisimos cambiar de modalidad e irnos más hacia el piano eléctrico, que es un instrumento que a todos nos gusta mucho porque acaba teniendo su personalidad propia. Suena diferente al piano normal. Lo cual no quiere decir que no haya pianos en este disco. Sí los hay, pero son mucho menos que los que hubo en «Lo Eterno». Hay más sintetizadores y pianos eléctricos que el piano acústico que usamos tanto en «Lo Eterno».

Son ese tipo de cositas, sutilezas quizá, con las que tratamos de hacer que cada disco sea diferente. Y bueno, por supuesto, lo que al final lo define es el espíritu mismo del disco. Como te dije, es un disco que se hizo en medio de esta situación extraña de la pandemia global y que también está motivado por estas pérdidas cercanas que tuvimos a nivel personal. El motivo de este disco es un poco como homenaje a estas personas que perdimos en el transcurso del 2020. El espíritu del disco creo que es muy diferente al de «Lo Eterno». Y siempre tiene esta serie de pequeñas cosas que vamos tratando de cambiar, desde un punto de vista más técnico, quizás.


De izquierda a derecha: La Barranca está integrada por Adolfo Romero (guitarra), Yann Zaragoza (teclados), José Manuel Aguilera (voz y guitarra), Abraham Méndez (batería) y Ernick Romero (bajo). Foto cortesía de la banda.


En el press kit de lanzamiento de “Entre la niebla” hay un apartado en el que desarrollas una reflexión acerca de la importancia que tiene para ustedes apostarle todavía al formato de disco (en físico o digital), cuando las dinámicas de distribución y de consumo de la música suelen imponer prácticas más efímeras, como las de los lanzamientos de sencillos, EP o videoclips. ¿Podrías desarrollar un poco más tu idea de la relevancia que La Barranca aún da al formato de discos?

Sí, bueno. La Barranca es un grupo en el que todo nuestro trabajo lo hemos encaminado bajo un marco discográfico porque, para nosotros, ese es el ideal para la música: la creación de un álbum completo. Nuestros discos no solo son colecciones de canciones, sino que cada vez intentamos que estas conexiones estén relacionadas entre sí; que presenten, idealmente, un pequeño universo contenido, y que tiene que ver incluso con el arte de los discos. Esto, probablemente, es así porque nosotros, como músicos, nos hicimos oyendo discos de vinil. Así fue como empezamos a interesarnos por la música. A la fecha, me parece, que es el formato ideal. Yo entiendo también que los tiempos han cambiado y las distribuciones han cambiado. Los métodos de medir los gustos de la gente han cambiado mucho, pero nosotros seguimos apostando por este formato porque, repito, es el que nos parece que tiene más posibilidades. Para nosotros siempre será más emocionante hacer un álbum y tratar de encontrarle la identidad propia y el común denominador a las canciones que lo forman, que hacer una canción aislada. Siempre es mucho más emocionante hacerlo así. Implica no solo más trabajo, sino también más riesgos; y al fin de cuentas más satisfacción cuando logras conseguirlo así. Entonces, apostamos por este formato. Ahora decidimos no hacer sencillos, en parte, porque el tiempo se nos vino encima y sí nos interesa mucho que el disco salga este año, porque es el año en el que se concibió, en el que se hizo y se grabó. Si nos hubiéramos puesto a sacar sencillos, ya no hubiéramos llegado al 2020. Pero por otro lado también como una manera de… Déjame ver si lo puedo explicar claramente: de pronto todas estas reglas que aparecen en la industria de la música, pareciera que son inamovibles y que, además, son certeras, ¿no? De pronto dicen: «No. Es que hay que sacar tres sencillos antes de un disco». Y de pronto yo digo: «Bueno. Las cosas están cambiando tanto que, ¿quién puede asegurar que eso es, realmente, lo correcto o lo más conveniente? Y, especialmente, para un grupo como nosotros». Somos un grupo que tiene un público que, de alguna manera, ya conoce lo que hacemos y sabe que trabajamos en función de discos completos. Entonces, también, me gustó aprovechar la oportunidad de decir: «Hagámoslo sin respetar esas reglas no escritas, ¿no? Saquemos un disco como tal y vamos a ver qué pasa». Es un experimento en medio de un tiempo en el que creo que nadie tiene la verdad. Nadie tiene fórmulas realmente efectivas. Las cosas están cambiando dramáticamente en todos los sentidos. Y me pareció que no tenía mucho caso apegarnos a esa regla que, por otro lado, repito, como todo, no es infalible.

Sin llamarle anticuado –porque no le veo nada de peyorativo a ese adjetivo–, entiendo lo que explicas acerca de que el público que sigue y conoce a La Barranca, mayoritariamente, pertenece a una tradición de oyentes que sí aprecia el formato de los álbumes. Siendo así, considero que permanecer dentro de este formato no representa un riesgo tan alto para ustedes, como podría representar para otro tipo de artistas. Por el contrario, si ustedes cambiaran de dirección y, motivados por el interés de llegar a nuevas audiencias, comenzaran a liberar sencillos desconectados, quizás podrían generar que su público se sienta desacomodado. ¿Lo ves así?

Sí. Yo creo que tienes razón. Creo que La Barranca, con un trabajo de más de 25 años, ha encontrado a su público; o lo ha hecho; o nos hemos puesto en el lugar donde nos pueda encontrar la gente que aprecia lo que hacemos. Por supuesto que si fuéramos un grupo que le está apostando a darse a conocer así, tal vez, sí sería un poco más suicida, ¿no? Como dices, sabemos que hay un público ahí, afortunadamente. Y no sabes qué agradecidos nos sentimos por eso. Sabemos que hay un público por ahí que espera, de pronto, lo que hacemos, ¿no? Lo cual tampoco es ninguna garantía de que les vaya a gustar. Pero sí sabemos que hay un interés, pues. Hay un público que ya existe, que no es gratuito. Es un público que nos hemos tardado 25 años en hacer. Pero lo que yo sí también creo es que es un público bastante heterogéneo. No es un público necesariamente asociado con rangos específicos de edades. Creo que también, de pronto, hay un público muy joven que se acerca y que nos descubre por esas cosas nuevas que vamos haciendo. Hay por ahí mucha gente que llegó a La Barranca a partir del disco anterior –“Lo Eterno”– y que no tenía ni idea de que ya teníamos atrás otros diez discos publicados. Entonces, siempre está la posibilidad de que, si estás activo y ofreciendo cosas, se acerque gente que no te conocía. O incluso gente que sabía que existía una banda que se llama La Barranca, pero que nunca le había interesado ver a qué suena, ¿no?  Esa posibilidad, cada vez que haces algo, existe. Pero a donde quiero llegar es que me parece que el público de La Barranca, más que por una edad o por un género o lo que sea, creo que el común dominador es que es gente que sabe buscar lo que le interesa en la música. No es público que nosotros hayamos conseguido a través de una campaña mediática apabullante. Es gente que, por lo general, ha llegado a La Barranca buscando música o porque alguien se lo han recomendado. Creo que ese es el común denominador de nuestro público.

Ya para cerrar el tema de los discos, quisiera preguntarte por la apuesta decidida que La Barranca ha tenido por reeditar muchos de sus discos en formato de vinilo; una apuesta por complacer a un pequeño nicho de coleccionistas que no solamente ve valor en su música, sino también en el formato físico que la sostiene. «Eclipse de memoria», «El fuego de la noche», «Tempestad», «Denzura», «Lo Eterno» y «La rueda de los tiempos» han sido reeditados en vinilo. ¿Seguirán haciéndolo con los discos que faltan?

Bueno, lo que te voy a decir es que, en primer lugar, la idea de editar los disco en vinil es algo que nos ofreció un productor. Pero, si te soy sincero, los primeros a los que quisimos complacer no fue a este público del que tú hablas, sino que a nosotros mismos. Me explico: cuando La Barranca empezó a publicar discos, a mediados de los noventa, fue en esta época que voy a llamar «negra», en donde el vinil se había descartado como formato viable para este tipo de música. Sabemos que el vinil siempre se siguió produciendo para cuestiones de DJ y estas otras cosas, pero digamos que para el rock, en esta época, se le había dado por muerto. Cuando nosotros sacamos nuestros primeros discos, pues lo hicimos con lo que había en ese momento, que era el CD. Pero yo te confieso que siempre me generó una pequeña frustración. Decir: «¡Qué mal que ya no nos tocó la época del vinil!». Como te digo, yo crecí con los discos de vinil. Y es un objeto y un formato que adoro. Entonces, siempre me generó poquito esa frustración. «Bueno, pues CD. Ni modo, ¿No?». Entonces, ahora que resurgió este gusto por el vinil y que se nos hizo el planteamiento de editar álbumes de La Barranca, la verdad es que lo primero por lo que decidí hacerlo fue por satisfacción personal. Por decir: «¡Yo soy el primero que quiero tener esos discos de La Barranca en vinil!». No sabíamos cómo iba a reaccionar la gente o si los íbamos a poder vender o no. El primero con el que lo hicimos fue «Eclipse de la memoria», hace como seis años. ¡Y cuál sería la sorpresa que nos dimos! Pues darnos cuenta de que sí, dentro del público de La Barranca hay otro nicho –todavía más pequeño–, que es al que le interesa el vinil. Y eso nos ha alentado a seguir haciéndolos. Por supuesto, el vinil ya nunca va a regresar –en cuanto a cantidades de producción– a ser como fue en la época cuando nosotros los oíamos, en los ochenta y setenta, cuando el vinil era el único formato y estaba en todos lados. Ahora, sabemos que es para un nicho, para algunos locos Gourmet, pero bueno, así es ahora, y nosotros somos parte de ese nicho de locos Gourmet y nos da mucho placer que existan estos discos en vinil. ¿Los seguiremos haciendo? Eso no solo depende de nosotros. Siempre la música se tiene que adaptar a las circunstancias y al contexto en el que se produce. Ahorita hay posibilidad de hacer viniles, entonces los hacemos. Ojalá siga así. Ojalá y vaya creciendo, aunque sea paulatinamente, este mercado. Pero mientras así sea, pues vamos a estar haciendo discos en vinil.

Sé que es algo que no solo depende de ti, pero habemos algunos locos Gourmet que nos preguntamos si se ha discutido la posibilidad de realizar una reedición en vinilo de «El Equilibrio de los Jaguares», un disco en el que tuviste una participación trascendental… ¿Lo han discutido?

No, no lo sé. No te sabría decir. La verdad, yo, al menos, no lo he discutido con nadie. Pero lo que sí creo es que ese disco no le pertenece al grupo [Jaguares], sino que es un disco que se hizo bajo un sello transnacional [BMG] y ellos son los dueños de ese disco. Entonces, la decisión de reeditarlo o no, no está en manos del grupo. Sino que es una decisión corporativa del sello donde hay ido a parar ahora, que la verdad ya no sé cuál es. Creo que es Sony. Entonces, no te podría decir…




OK. Pasemos al tema del proceso de composición que siempre has tenido en tu arte, algo que siempre me ha llamado la atención. Sé que eres una persona dotada de mucha sensibilidad en distintos elementos: desde el sonido distintivo que buscas para tu guitarra, hasta el desarrollo de tus textos, muy consolidaos en tu faceta literaria, principalmente en la rama de poesía. Todo eso viene plagado de ideas que son muy conceptuales. Quisiera preguntarte: ¿tienes un modelo de trabajo o una fórmula que te facilita las cosas para amalgamarlo todo y construir tus canciones? ¿Es la canción la que va guiándote –como si tuviera su propia vida– o vas reaccionando a lo que te va pidiendo en el momento?

Sí… Ojalá tuviera una regla o una fórmula que me facilitara las cosas. Sería fantástico tenerla, pero lo cierto es que no, no la tengo. Yo trabajo como lo acabas de decir en la segunda parte de tu pregunta. Creo que primero hay que poner manos a la obra y luego conceptualizar lo que ya hiciste… Más que al revés. Normalmente, no me pongo a pensar: «Hagamos un disco de tal manera», sino que nos ponemos a hacer la cosa y luego vemos de qué habla. Y por supuesto, creo que las herramientas más importantes de un músico son el oído y la atención para ver qué es lo que te está diciendo la cosa en sí: ¿hacia dónde va? Uno siempre está pensando y conceptualizando cosas –como bien lo dices–. Al menos, yo siempre estoy dándole vueltas al proceso creativo de la música. Maneras de aproximarme a la creación; maneras de aproximarme a la producción de discos. Y estas ideas siempre están por ahí. Cuando empiezas a hacer un disco, a lo mejor, echas mano de ellas. Pero nunca son ellas el punto de partida. ¿No sé si me explico? Sino que al momento de ya estar haciendo la cosa es que echas mano de ellas para reforzar o encausar una cosa que está existiendo por sí misma.

Hace un par de años –quizás buscando conocer tus ideas teológicas– te hice una pregunta en la presentación de «Lo Eterno», a propósito de una canción llamada «Donde la confusión se suspende». Recuerdo que me respondiste que no te gustaba descifrar de qué hablan tus canciones porque eso interferiría en la libertad que puede tener un escucha para asimilarlas. Entonces, esta vez, voy a intentar preguntártelo de manera más directa. Sabiendo que tienes textos que manejan mucho el concepto del alma –como por ejemplo en la canción «El alma nunca deja de sentir»–; y también pones mucho énfasis en el valor que tiene la naturaleza en nuestras vidas, te pregunto: ¿cuáles son las bases teológicas que hacen que nos compartas estas ideas y si las disfrazas y codificas a través de tus canciones?

Bueno, supongo que todos tenemos algún tipo de postura teológica, como dices tú, pero si te soy sincero, a mí no me interesa ni me interesaría discutir esas ideas en las canciones. Creo que, más bien, me inscribo y formo parte de una tradición de canciones y echo mano de esa tradición para expresar sentimientos. Siempre he dicho que La Barranca es un grupo de rock que se nutre en lo musical, muchísimo, por supuesto, de la música global –que se llama rock–. Nuestra sonoridad tiene que ver con esto: usamos guitarras eléctricas, sintetizadores, bla bla bla. Pero en la parte lírica mis canciones no tienen tanto que ver con esa tradición. Es decir, aunque por supuesto, admiro, he escuchado y me he nutrido de muchas letras de autores anglosajones –desde Bob Dylan hasta el que se te ocurra–, yo creo que líricamente pertenezco más a la tradición de música en español o de cosas escritas en español. Porque lo importante en la música, para mí, tiene que ver con la sonoridad del lenguaje, con las maneras específicas de expresión del lenguaje que utilizo. Entonces, ¿qué quiero decir con todo esto? Pues, muchas veces, uno siempre está en este equilibrio, ¿no? Donde te dices de una tradición pero al mismo tiempo tratar de usarla como trampolín para saltar a otras cosas. Y eso es lo que yo hago con la cuestión lírica. Por ejemplo, con esta canción de «El alma nunca deja de sentir», te voy a decir que es una frase que tomé tal cual del libro de un autor mexicano que se llama José Vasconcelos. Él escribió unos libros de memorias que son muy importantes acá en México. Él participó en la Revolución Mexicana de 1910 y la frase aparece en uno de sus libros más famosos: «Ulises criollo». Pero bueno, es un autor muy significativo y muy importante aquí en México. Entonces, yo estaba leyendo sus memorias y hablando de la descripción de otra cosa,  dice esta frase y a mí me pareció que era una frase magnífica para construir una canción con ella. Pero, sin entrar demasiado en análisis teológicos. Es decir: yo no sé a qué almas se refiere Vasconcelos, ¿no? Pero sé que es una expresión que por sí misma dice muchas cosas, independientemente de lo que sea para ti el alma o la tradición teológica en la que te inscribas. Pero el punto de partida fue más por la cuestión literaria que por la teológica.

Han anunciado que darán un concierto vía streaming el próximo 20 de diciembre. ¿La transmisión estará abierta para que público que no reside en México –por ejemplo, el de Centroamérica– pueda acceder a ella?

Sí, sí habrá acceso.

Perfecto. Entonces quería preguntarte acerca de esta posibilidad que se ha abierto a raíz de las dinámicas de streaming por la pandemia. Entre todas las cosas preocupantes que nos ha traído esta situación, también está ahora la oportunidad para que público que quizás nunca pueda verlos en México atienda de manera virtual a la experiencia de un show de La Barranca. ¿Qué piensas de ello?

Sí, yo siento que tienes razón. Hay veces que las restricciones también abren puertas, ¿no? Es la gran paradoja. Nosotros no habríamos pensado en hacer esto, de no ser por la pandemia. Y te voy a decir que también todo esto –lo que ha pasado este año y lo que ha pasado en torno a «En la niebla»– tiene que ver con casualidades y conjunción de circunstancias que, afortunadamente, así se han dado. Pero este concierto, originalmente, cuando nos lo plantearon hacer, era bajo el supuesto de que ya se habrían abierto los espacios para hacer conciertos. En el camino nos fuimos dando cuenta de que esto no iba a poder ser así. Y además nos dimos cuenta de que iba a coincidir casi con la salida del disco. Cuando nos plantearon el concierto, no sabíamos si íbamos a tener el disco a tiempo. Pero, repito, las circunstancias se han acomodado. Ahora, pues, el concierto funciona a pedir de boca, como si de verdad lo hubiéramos planeado para hacer la presentación del disco. Y también tiene esa otra cosa, que tampoco planeamos: que es la posibilidad de que nos vea gente que quizá, como bien dices, está en otro lugar y no tiene chance ver a la banda. Y finalmente es un experimento, porque ya se están haciendo muchos eventos de este tipo. Tengo entendido que la respuesta no es como tal cual como la que esperaban, pero por el momento es la única posibilidad de hacer una presentación de un disco, como en este caso. Nosotros la tomamos como es. Sí, una posibilidad nueva, pero también un experimento. El hecho de que exista la posibilidad de que nos vean en El Salvador o en Costa Rica o en España no significa que lo vayan a hacer. No sabemos. Es un experimento, pero como parte del espíritu dela cosa, hay que tomarlo y ver qué pasa.


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