Por: Virginia Bautista
La literatura es una necesidad síquica de la construcción del mundo interior del niño, por eso es fundamental leerles en voz alta, sobre todo durante la primera infancia, es decir, de bebés y hasta los cinco años.
El niño construye significado a través de la entonación de la voz, del movimiento del rostro. La voz es vital para él. A veces vive momentos de satisfacción, de angustia, se siente seguro o perdido. Pero la voz le da sosiego y lo acompaña”, afirma el filólogo y lingüista Evelio Cabrejo (1942).
El colombiano que vive en Francia desde 1970, experto en la lectura durante la primera infancia, comenta en entrevista que la lengua en la vida cotidiana tiene una melodía, una prosodia diferente a la que posee un poema o un texto literario.
La lengua nunca se deja de trabajar, nadie puede decir que ya la trabajó en todas sus posibilidades, es un objeto inagotable de creatividad mental. Contiene la cultura, por eso la puede transmitir, la recrea y la transforma. Toda cultura necesita de una lengua para ser transmitida”, agrega.
El doctor en Lingüística por la Universidad de París, Panthéon-Sorbonne, quien acaba de publicar Lengua oral: destino individual y social de las niñas y los niños (FCE), añade que contar historias a los infantes facilita la comprensión del lenguaje, alimenta su capacidad de pensar y da alas a su imaginación.
Un bebé no sólo es el resultado de nueve meses de gestación. Viene con propiedades que pertenecen a nuestra especie, que se transmiten biológicamente para que puedan integrarse en el mundo. En la primera infancia, el ser humano debe crear tres mundos”, explica el egresado de la Universidad Nacional de Bogotá.
El mundo referencial, que empieza a construir con actividades motrices, golpeando y moviendo los objetos, llevando todo a la boca; eso les da información sobre el exterior. El mundo social crea vínculos precoces con la madre o la persona que se ocupa de él; trabaja esto corporalmente, quiere que lo consuelen. Y el mundo síquico, que se va modelando en función de los encuentros con los otros, con las angustias internas”, indica.
El también maestro en sicología dice que el libro trata de mostrar lo importante que son esos primeros momentos de la vida. “Se pensaba que el bebé era muy pasivo, que no hacía gran cosa, que sólo debíamos alimentarlo. No, hay un trabajo somático que consiste en regular los procesos digestivos y también hace operaciones mentales”.
UN MISTERIO
Cabrejo destaca que la apropiación del lenguaje en los niños es un verdadero misterio desde el punto de vista científico. “Lo que llamamos lenguaje es algo que está ligado a nuestra estructura neurológica, que alimenta nuestras actividades síquicas y nos permite integrarnos a la cultura en la que se nace. No sólo es la lengua en sí, sino una gran cantidad de cosas que se están transmitiendo”.
Señala que hay que diferenciar entre la facultad del lenguaje y del habla, pues la primera hace posible aprender una lengua y la segunda es algo más cultural. “Sabemos que hay cinco mil lenguas en el planeta, aparentemente distintas pero que llevan algo en común, el lenguaje, ese proceso que está más allá de la sonoridad, de la lengua hablada”.
El promotor de la lectura considera que la primera infancia se ha convertido en los últimos años en una misión interdisciplinaria, en la que participan sicólogos, pedagogos, sicoanalistas y lingüistas.
En este periodo se crean las raíces de lo que será el devenir. Debe haber mucha libertad para jugar, darles experiencias musicales, artísticas. Los niños latinoamericanos, me incluyo, tienen una gran ventaja: que las abuelas viven con ellos y ellas son sujetos primordiales de la transmisión cultural oral”, apunta.
El cofundador del Observatorio Iberoamericano de cultura y educación para la primera infancia de CERLALC adelanta que realiza una investigación sobre la importancia de la otredad, que también se construye en esta etapa.
Demostrar lo fundamental de la construcción simbólica del otro que hace posible el diálogo, el lenguaje y lo social”.
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