Por: Virginia Bautista
La biblioteca y el museo que el escritor y periodista cultural René Avilés Fabila (1940-2016) integró a lo largo de su vida serán albergados por el proyecto Tlacuilo, del artista plástico Pedro Reyes Álvarez, “el nuevo hogar que los mantendrá vivos”, afirma Rosario Casco.
La viuda del novelista y cuentista comenta, en entrevista con Excélsior, que tras años de buscar un espacio para los 20 mil libros y las mil 500 piezas del llamado Museo del Escritor, el legado más importante de su pareja durante cinco décadas será recibido por “alguien que ama la cultura y los libros y, además, admira y respeta la obra de René, porque la conoce”.
La doctora en Economía dice que Tlacuilo, como denominaban los mexicas al pintor-escribano, es una iniciativa que busca rescatar y activar bibliotecas. “Estoy contenta, porque también se interesaron en el museo; ellos le buscarán un lugar y moverán los libros a través de préstamos a domicilio. Haré una donación gratuita, como siempre quiso René, y el próximo viernes firmaremos el contrato ante notario”.
Explica que, lamentablemente, ya no fue posible entregar estas colecciones al Club Rotario de México, como se estableció en el acuerdo firmado el 15 de noviembre de 2020, debido a que el empresario Alfonso Muñoz, el dueño de la casa cercana a Teotihuacan donde se instalarían, murió de covid-19 en diciembre pasado.
“Me dio gusto que se me acercaran de Tlacuilo, creo que buscamos lo mismo y nos apoyaremos. Ya se llevaron la mitad de la biblioteca a su sede en Coyoacán y empezaron a clasificarla. El 80 por ciento de los títulos tienen su ficha, pero falta una catalogación en forma. Creo que a principios de 2022 puede estar ya funcionando”, dice sobre el acervo de quien colaboró en Excélsior desde 1965 hasta su muerte.
El Museo del Escritor reúne mil 500 piezas de 250 escritores, entre objetos personales, muebles, cartas, libros dedicados, fotografías, caricaturas y documentos de autores de diversos países.
Entre éstas destacan el saco, la boina, el escritorio, la máquina de escribir mecánica y el teléfono del narrador Edmundo Valadés y la mesa de la sala de juntas del mítico Centro Mexicano de Escritores, donde sesionaron creadores como Francisco Monterde, Juan Rulfo y Juan José Arreola.
Y la biblioteca está integrada por libros de historia, periodismo, teatro, literatura mexicana y universal, antologías y revistas legendarias.
Por su parte, Pedro Reyes detalla que Tlacuilo, registrado como Práctica Social, A.C., “busca promover el préstamo a domicilio, pues la mayoría de las bibliotecas en México ya no lo hace. Nos dedicamos a rescatar y activar bibliotecas, porque el sentido de éstas es que se usen; una biblioteca que no presta es una cárcel de libros”.
Narra que llevan dos años funcionando y que todo empezó con su biblioteca personal. “Tenemos una cuenta de Instagram con diez mil seguidores. Ahí publicamos reseñas de libros para antojar a leer. Hace un mes se suscribieron cien usuarios, ya tienen su credencial Tlacuilo. Somos una iniciativa de divulgación de la lectura, pero enfocada al préstamo a domicilio. La idea de recibir la biblioteca de René es prestarla, no así las piezas del museo”, señala.
Indica que están organizando la biblioteca. “Es maravillosa, porque la literatura mexicana está muy bien representada y tiene la bibliografía casi completa. Aceptamos porque nos gusta que ambos acervos son una iniciativa ciudadana, independiente; fueron formados sin apoyo oficial, igual que Tlacuilo”.
Sobre el Museo del Escritor, que está listo para montarse, Reyes dice que “hay prospectos interesantes, pero debemos ver cuál es el que ofrece las mejores condiciones de exhibición”.
Casco desea que sean una biblioteca y un museo “vivos” que motiven la revaloración de la obra de Avilés Fabila. “Yo me quedo como vigilante de los derechos de autor y asesora para que no se pierda el objeto de la donación. Se formará un comité que se reunirá una o dos veces al año para aportar ideas”, concluye.
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