Por: Ana Laura Tagle
El pasado 30 de agosto regresaron a las aulas más de 11 millones 426 mil 26 estudiantes y de este hecho, Antonio Malpica, escritor ocupado de las infancias y padre, considera que el regreso a clases era necesario porque, al menos en su experiencia, los niños estaban desarrollando comportamientos que no eran propios de ellos, como la timidez o el aislamiento.
-¿Qué tan importante es la escuela para que los niños aprendan?
Es imprescindible, no hemos encontrado, desde tiempos de los griegos, otro modelo más efectivo para aprender, claro, no faltan los autodidactas, pero estamos convencidos, sobre todo quienes somos papás, que la escuela es fundamental. Siempre hace falta alguien que sabe más que enseñe al que no sabe todavía.
-¿Qué es lo que hace a la escuela tan imprescindible?
Hay muchos factores y eso lo hemos venido a comprender justamente por el azote de la pandemia que nos obligó a trasladar la escuela a otro modelo que pretendía emular al que se suele seguir en las aulas. Finalmente, con el esfuerzo que han hecho los profesores y los alumnos tomando clases a distancia se ha conseguido bastante más de lo que muchos habíamos esperado.
Como padre, me ha maravillado lo mucho que han puesto de su parte tanto los niños y los profesores, pero también es cierto que la escuela no es solamente es ese sistema abstracto que se puede seguir presionando un botón y sentándose frente a una computadora, es mucho más, y esa parte humana es la que estamos tratando de recuperar.
El factor social tiene una gran importancia y es muy fría la comunicación en pantalla. Con el regreso a clases esperamos que los niños recuperen el diálogo con sus pares, incluso sin la supervisión de los grandes que estamos todo el tiempo encima de ellos.
Los niños necesitan ese espacio donde puedan dialogar, ser ellos mismos sin estar todo el tiempo vigilados, claro, es un poco constreñido porque de todas maneras no van a poder jugar a las traes, a la roña, pero al menos tendrán la posibilidad de entablar esos diálogos y recuperar el mundo.
Además, quienes tenemos que educar a nuestros hijos en muchos niveles nos damos cuenta de que tanto tiempo de apego a las computadoras no es tan sano y, lamentablemente, la educación está en la pantalla, al igual que el entretenimiento. Casi se levantan y se enchufan, se desenchufan y se van a la cama.
Entiendo que hay mucho miedo, incluso todo estamos mandando a nuestros hijos con esa reticencia, pero también tengo optimismo de pensar que algo se va a recuperar en las mentes de los chicos, porque sí hay un grado de afectación en sus personalidades, en su forma de pensar, de ver el mundo, de relacionarse y no necesariamente es la mejor.
-¿Cómo ha afectado estar tanto tiempo frente a las pantallas a los niños?
Es difícil sintetizarlo, es bastante más complejo de lo que nos estamos dando cuenta porque, al final de cuentas, los niños tienen esa gran capacidad de adaptarse a los cambios y al mundo. Sería muy grave decir que los niños fueron niños tristes durante la pandemia, no fue así, se amoldaron a las posibilidades de ser felices con las posibilidades que tenían a la mano, que tampoco es poca cosa.
En general, habría que decirse que en la esencia de lo humano se padeció poco, pero sí estamos haciendo de forma obligada niños muy pasivos, de mirar en una sola dirección y eso es lo que siento que pueden retomar al volver a clases o con el simple hecho de estar en el patio de la escuela, conviviendo con otros chicos.
Creo que biológicamente estamos hechos de esa sustancia: la relación en vivo y de todo color, no creo que el mundo se reduzca a llamadas o videollamadas o textos. Es algo invisible lo que recuperamos, pero sí siente uno restituido el espíritu cuando puede conversar con otra persona, aunque sea con tres metros de distancia, pero presencialmente.
Entre eso y entre que la guía del maestro también es distinta. Ya ni hablar de que los distractores tampoco van a estar ahí porque el estar tomando clases en la pantalla es un problemón impedir que se vayan de pinta virtualmente y que apaguen la cámara o que estén viendo un video de youtube al mismo tiempo.
También diría que los tiempos están cambiando y no estaría mal pensar en un modelo híbrido en general. Hay muchas cosas que sí se pueden seguir estudiando a distancia, pero no todo. Lo digo, sobre todo, porque incluso la ciudad descansó mucho del tráfico al que estaba acostumbrada y habría que repensar si vale la pena que vayan a clases todos los días, todos los niños.
-¿Usted mandó a sus hijos a la escuela?
A la niña que va en primaria sí porque nos dieron a elegir qué modelo preferíamos y como los que queríamos ir en presencial fuimos menos de la mitad, sí lo llevaron adelante, pero si hubieran sido todos, no lo hubieran permitido.
Con el niño de secundaria la escuela decidió seguir virtualmente y nos pareció bien. Nos adecuamos.
-¿Cómo fue este regreso?, ¿se sienten seguros?
Es una sensación agridulce porque, para empezar, los papás tuvimos a nuestros hijos bajo nuestra ala todos estos meses y sí se siente feo dejarlos ir. Es como si entraran por primera vez al kínder, así se sintió un poco verla otra vez de uniforme.
Nosotros no tomamos esta decisión solos, le preguntamos qué quería, si prefería regresar o seguir virtualmente. Ella dijo que quería regresar, estaba nerviosa, pero nunca vaciló, nunca dijo: mejor me quiero regresar a lo anterior. Eso me llenaba mucho de satisfacción y entusiasmo. Su perrito se quedó llorando y ella no miró hacia atrás, entró a la escuela y a esperar.
Claro que nosotros le dijimos que lo valorara, que si le parecía que lo vivido no correspondía a algo que verdaderamente le pareciera que podía disfrutar o que no estaba recuperando en gran medida lo que ella estaba extrañando, nos lo dijera, porque entonces quizá no valdría la pena el riesgo y podría regresar a la casa sin ningún problema.
Nos sentimos seguros porque las medidas en la escuela son las correctas, tuvimos una plática donde nos explicaron cómo va a ser todo, los filtros, la convivencia y qué pasaría si alguien se presenta con algún síntoma. Sí, nos sentimos confiados y ella fue muy con la frente en alto, con sus dos cubrebocas y todo… de todas formas, no creas, no dejamos de lado el miedo porque finalmente los niños también se enferman.
-¿Cree que este era el momento en que tenían que regresar a clases?
Era necesario de esta manera, no sé si en todas las primarias están regresando todos los niños, todos los días. Acá, como los niños que expresaron deseos de volver eran menos de la mitad se hizo.
Digo que era necesario porque yo ya estaba observando comportamientos, en mi hija, principalmente, que no eran propios de ella, es decir, estaba desarrollando conductas como timidez, aislamiento… un encochamiento. Ya evitaba todas las salidas, aunque fuéramos a dar la vuelta o a caminar.
En ese sentido, este regreso era necesario para sacarlos de esa idea porque la otra opción era comenzar a tomarte libertades que no nos corresponden y, a lo mejor, en ambientes no tan cuidados, sí podíamos llevarlos con sus primos, pero no sabes, y en la escuela sabes que va a haber alguna supervisión. Sí vale la pena incluso como hasta un experimento. Yo, como padre de familia, creo que ya estaba afectando a mis hijos el que estuvieran tanto tiempo fuera del aula.
Antonio Malpica afirmó que la tecnología atrofia el músculo de la imaginación, pero que esto no ha venido con la pandemia, sino que sólo la recrudeció. “Nos está mermando la memoria, aún a los adultos, porque qué caso tiene retener una fecha o un lugar si todo puede ser consultado.
“Es cierto, se desarrollan otro tipo de habilidades, pero la imaginación está quedando rezagada y por eso, en mayor medida en que se puedan aburrir, mejor, porque puede recuperarse”. No obstante, reconoció que esto no es necesariamente malo pues “el mundo va a funcionar perfectamente bien porque ya no es tan necesario desarrollar ciertas habilidades, excepto si tú sientes esa necesidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario