Por: Sonia Ávila / corresponsal
En la antesala de los 92 años de edad, Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) se autodefine como una persona palomilenial. Todos los días escribe en Twitter, es fiel a su cuenta de Facebook y durante la pandemia se hizo presente sin miedo en infinidad de conferencias y charlas a través de plataformas digitales. “Soy tuitera, todos los días escribo, si no escribo un tuit siento que no escribí, son importantes para mí”, apuntó la novelista, cuentista, ensayista y periodista.
Tras casi dos años encerrada en casa, la autora de Las genealogías y El rastro participó de manera presencial en la apertura del Salón Literario de la 35 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde también recibió la Medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus. En la ceremonia, Glantz echó a andar su fina memoria para revivir la amistad con el autor de La región más transparente, de sus encuentros en Inglaterra, París y México.
Glantz estuvo acompañada por la escritora Gabriela Jáuregui con quien entabló una conversación para hacer un repaso crítico sobre su trabajo literario de más de seis décadas, mismo que se ha marcado por su compromiso con temas como el erotismo, la sexualidad, el cuerpo, la memoria e incluso la migración, lo que le ha merecido adjetivos como escritora visionaria y feminista transgresora.
“La fragmentación con la que empecé escribiendo, por la que no me publicaban las editoriales, acabó siendo mi modelo más importante y acabó siendo la fragmentación de la fragmentación y terminó en pulverización; entonces imagino que yo me voy a pulverizar algún día obviamente, qué horror. Tan sólo tengo casi 92 años”, expresó tan conmovida por su edad que no pudo evitar que las lágrimas corrieran sobre rosto.
La también reconocida con el Premio Xavier Villaurrutia 1984, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2004, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2004, entre otros, señaló que su interés literario está marcado por el cuerpo y la expresión de éste. En ello tiene origen su novela Apariciones, en la que cuenta dos historias paralelas: una sobre las relaciones entre una mujer, su hija y el amante; otra es la relación de un par de monjas con Cristo.
Ambas abordan la expresión erótica del cuerpo en dos sentidos, el más carnal y el místico. “El misticismo está totalmente anclado al cuerpo, ningún tipo de erotismo pierde el cuerpo. El erotismo se transfiere a la escritura y es otro tipo de cuerpo”, refirió de la novela que le fue criticada incluso en su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua donde le cuestionaron por qué escribía “cosas tan sucias”.
En este mismo tono habló sobre el lenguaje para referir las múltiples manifestaciones del género, y aseguró que hoy en día hay una escasez de lenguaje para reflejar las expresiones del cuerpo. “La diferenciación de los sexos tradicionales ha dejado de ser importante, ha cambiado totalmente y hay infinidad de posibilidades de designar a los sexos”, apuntó.
Glantz aprovechó para hacer un repaso por la obra de Carlos Fuente, a propósito de la medalla que lleva su nombre, y se centró en la figura del vampiro y la bruja presentes en la emblemática novela Aura, no de manera explícita sino desde el simbolismo o mito de la mujer que se sobrepone a la muerte.
La también académica participó este lunes en la conmemoración de los 55 años de la revista Punto de Partida, que ella fundó en la UNAM en 1966 con Gastón García Cantú. La charla con Vicente Quirarte y Anel Pérez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario