Por: Ricardo Quiroga
A partir del jueves, las salas Nacional, Diego Rivera, Paul Westheim y Justino Fernández del Palacio de Bellas Artes son ocupadas por más de 500 obras maestras del arte popular mexicano que son producto de la creación individual y colectiva de 45 pueblos originarios de México en la exposición Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas.
Todas ellas provienen de más de 50 acervos el país, entre ellos la Colección Roberto Montenegro, del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL); las del Museo Nacional de Antropología, del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), el Museo Franz Mayer, el Museo Nacional de las Culturas Populares y el Museo Casa Estudio “Diego Rivera y Frida Kahlo”, así como de Fomento Cultural Citibanamex —cuya colección ahora está en venta—, entre otras instituciones y acervos particulares.
Durante la ceremonia de apertura de la muestra, la noche del miércoles, la directora del INBAL, Lucina Jiménez, recordó que en 1934 fue en este mismo recinto donde cobró vida el Museo de Artes Populares, que entonces fue dirigido por el propio Roberto Montenegro, pero, con su desaparición en los años 40, expresó, “los mundos se dividieron y se alimentó ciertamente el nacionalismo, pero sin los pueblos”.
La exposición, añadió, “cuestiona la lectura única de nuestra historia, de nuestra cultura. En cambio, con respeto y con amor, reconoce, celebra, dignifica y engrandece el aporte de la creación comunitaria en la conformación del México diverso que somos”. Añadió que la muestra se presenta desde un discurso estético alejado de toda visión etnográfica o folclorizante. “Marca un hito en la historia del arte y los museos en México y expresa una postura ética, estética y política. Es un acto de justicia”.
Reconfigurar la mirada estética
Con piezas de maestros del arte popular como Salvador Xharicata, Noé Martínez, Octavio Aguilar, Yutsil, Fernando Palma, Demián Flores, Giovanni Fabián Guerrero, Kayúm Ma’ax, Saúl Kak, PH Joel, Maruch Sántiz, Ceci Gómez, Sabino Guisu, Ana Hernández y Baldomero Robles, la muestra se divide en seis núcleos temáticos que recorren el nacionalismo posrevolucionario, los fundamentos del arte popular a través de las técnicas prehispánicas y la posterior influencia de la industrialización, la lucha por la independencia de las estéticas hegemónicas europeas y el trabajo contemporáneo, así como la función utilitaria y ceremonial del arte popular.
El curador de la muestra, Juan Rafael Coronel Rivera, explicó que la idea central del concepto curatorial es equiparar al arte indígena con el resto del arte mexicano.
“Debemos empezar a ver el arte fuera de los cánones de occidente. No puede ser que un grupo tan reducido esté marcando la linealidad visual de 7,000 millones de personas, tenemos que comprender que las que vamos a ver aquí son todas obras de arte, conforman una estructura visual cognitiva y filosófica completamente estructurada, con piezas realmente extraordinarias”, expresó el curador.
En una parte de la muestra, detalló, se hace una equiparación estética, frente a frente, entre huipiles y pinturas plásticas. “Son los lienzos frente a los lienzos y esa es la idea. Las dos son pinturas, las dos tienen una voz y un conocimiento”, dijo el curador.
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