Por: Eleane Herrera Montejano
“Quisiera exigir al escucha -intérprete o público- que tome el reto de oír y hacerlo intensamente porque así es como me gusta a mí, pensar que la escucha, el ejercicio de oír, nos puede hacer acceder a un estado que queda más allá de escepticismos, escuelas y modos de pensar qué es o no la música: es un flujo que nos invade, nos desborda y permite darnos cuenta de que el ejercicio de oír no es otra cosa que el ejercicio de vivir”, expresa el compositor y músico experimental mazahua, Samuel Cedillo, respecto del concierto “La escucha infinita”, que el Ensamble de música contemporánea Liminar ofrecerá el jueves 3 de marzo, en el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Cenart).
En conversación telefónica, Samuel explica que lo experimental viene de la palabra experiencia y el sonido está ligado a la vida de un cuerpo concreto que oye y va constituyendo, en su memoria, lo que llamamos música.
“El que escucha en realidad no oye porque está teniendo una experiencia viva. Mi interés como creador consiste en que el escucha tenga un flujo acústico que le permita –si está abierto a ello- acceder a lo que yo llamaría la escucha primordial. Que vuelva a renovar por 5, 10 o 20minutos una escucha que sería como la escucha primera”.
- ¿Lo primero que escuchamos o la primera vez que lo hacemos?
Todo. Es como regresar a la escucha antes del lenguaje, por ejemplo. Alguien que está oyendo como nosotros, pero bajo un estado de atención y alerta, nuestra escucha que ya tiene trayectoria de 30 o 40 años, puede volver a acceder a esta escucha que está antes del pensamiento. El oído funda su relación con el sonido incluso a pesar del individuo que piensa conceptualmente. Mi música no debería pensarse, sino solamente escucharse.
PROPUESTA.
Samuel explica que estas ideas pertenecen a una rama de la música, conocida como “psicoacústica”. Sin embargo, puesto que a él no le gusta la psicología prefiere abordarlo en un nivel perceptual, de modo que su propuesta tiene que ver con la estructura fisiológica y relación integral del individuo con su oído.
“El oído no sabe de conceptos. Al oído no le pertenece el universo conceptual, aunque, curiosamente, es el mecanismo que funda el universo conceptual porque oye las palabras”.
“En ese sentido”, continúa, “las palabras que oye son la fuente primera para que el individuo piense conceptualmente. Pensar conceptualmente es básicamente escuchar”.
En su propuesta, Samuel busca crear una experiencia acústica particular, con fenómenos acústicos que tengan fuerza y potencia para poner en estado de alerta al oído mediante flujos continuos, intensidades constantes y complejidades internas que hagan que la atención del individuo colapse en términos de memoria, para que el oído “se abra”.
Destaca que estas ideas están mejor estudiadas en el campo de las músicas rituales, que no tienen nada que ver con la lógica de los conciertos, o de ofrecer un estreno.
La idea es que, a través de estructuras acústicas, de la repetición de fonemas, del canto y estados masivos -como los cantos tibetanos colectivos o los chamanes que cantan por horas- se puede acceder a un estado sensible que no es el convencional estado del individuo.
“Entran en una especie de estado de gracia de la escucha. Lo que yo propondría sería una especie de anti-meditación: si en mi música fuera invadido el individuo acústicamente para impedirle incluso meditar, como si estuviera el cuerpo hundido en un flujo. Ese flujo sería una corriente acústica que antes o después llamaría música”.
- ¿Esto no provoca efectos físicos incomodos?
Depende. Lo que ocurre con los intérpretes que se dejan ir es que tienen una experiencia importante a nivel perceptual y sensorial. Con el público es más difícil saber qué ocurre. Hay algunas piezas que he hecho anteriormente como Máquina parlante (que es un poema) donde en 10 o 15 min el cuerpo se agota. El sentido del signo y la palabra se agota y empieza un flujo acústico expulsado por la boca y después el cuerpo también se agota. Es un estado de alerta animal el que saca los otros 20 min de la pieza adelante y el cuerpo sigue gritando y gimiendo y chillando.
-Existen propuestas menos violentas.
Casi todas.
-¿Por qué quieres hacerle eso a tu intérprete? ¿A tu público?
Jajaja. Digamos que me he hecho fama por eso. Mi música se toca poco y son pocos músicos quienes toman el reto y lo quieren hacer, es justo por esto: el público mismo está acostumbrado a un concierto de música clásica estándar y esperan algo como cuando van a escuchar Mozart. Es decir, quieren una experiencia linda, de una belleza más o menos establecida, con duraciones más o menos establecidas… y esta es una especie de contrapropuesta porque a mí, justo, no me gusta Mozart. No lo aguanto porque todo este principio crea una estética aristocrática, tiene que ver con que se trata de manera demasiado pasiva al intérprete y escucha. Yo anhelaría que participen de manera activa.
Esta idea de colapso, más que violenta, para mí es una estrategia para que el individuo recuerde que está escuchando porque está vivo.
CONCIERTO.
El Ensamble Liminar ofrecerá concierto con cuatro obras de Samuel Cedillo. Cenart
Entre los pocos valientes que aventuran interpretar las piezas de Samuel Cedillo se encuentra el ensamble Liminar, que en esta ocasión estará acompañado por integrantes del Sonidero 13 (ensamble de música contemporánea de la Escuela Superior de Música del INBAL).
Bajo la dirección del violista Alexander Bruck, el programa de La escucha infinita se integra por las obras: Estudio de contrapunto I, para violín a dos arcos; Estudio de contrapunto II, para guitarra; y Estudio de fenómeno, para cuatro pianos, así como la pieza Canon B, versión para 12 cuerdas.
“En la pieza de 4 pianos hay una sobrecarga de uso de energía, los pianistas estarán, literalmente, golpeando el piano por 12 minutos. Hay una constante de articular y utilizar el cuerpo en su versión física motriz, casi como coreografía, el ejecutante gasta su energía por accionar intensamente un cuerpo acústico”, detalla Samuel.
Agrega que la última pieza del recital es la que da nombre al concierto, pues se trata de un canon infinito. “Esto viene del corte Barroco, de la época de 1600, pero viene de más atrás, de la época medieval. Son formas que se replican en una repetición donde siempre hay variación, como rueda infinita que da vueltas cíclicamente y a los músicos los pone en estado de alerta intenso porque durará más de 20 minutos sin parar, entonces ocurre una especie de trance”.
Informa también que en estos momentos el ensamble se encuentra en proceso de grabación de las piezas de este programa. Si bien tiene prohibido revelar la casa disquera con la que lleva el proyecto, adelanta que el material se publicará a finales de año y tendrá distribución mundial.
EL DESCOMPOSITOR.
Samuel Cedillo es compositor de origen mazahua. Cada vez pone menos cosas en su biografía, pero siempre afirma que fue campesino y artesano en su infancia porque considera que ha marcado su trabajo musical.
Estudió Composición en el Conservatorio de las Rosas, de Michoacán, con Germán Romero. Desde 2008 es guía del Taller de creación libre, en el que acompaña procesos creativos en Pátzcuaro, Michoacán. También fungió como productor de los discos Música de tradición purépecha (2009, 2013 y 2017); y en 2019 estrenó la pieza performática Máquina parlante.
“Fui detectando que muchas cosas que hago a nivel profesional y creativo como compositor son intereses muy viejos en mi historia. Se remontan a mi infancia y tienen que ver con una estadía en la vida en el campo, un espacio de contemplación del medio, un trabajo directo con las manos sobre la tierra. Es decir, un trabajo muy concreto porque en la formación convencional promedio de un compositor estudiante se trabaja la música de manera abstracta. Se nos enseña a escribir y escuchar música como si no se debiera trabajar con el sonido de algún modo".
"Cuando descubrí que me interesaba meter las manos a los objetos y trabajar directamente con ellos descubrí un universo acústico vasto que tiene que ver con el título del concierto: es un universo finito, en realidad, pero tiene un proceso de transformación y de comportamiento fisco-acústico que para nuestro oído y vida humana es infinito”, añade.
El concierto dirigido a mayores de 14 años.
El concierto La escucha infinita está dirigido al público a partir de los 13 años de edad. Se llevará a cabo el próximo jueves 3 de marzo, a las 20:00 horas, en el Auditorio Blas Galindo del Cenart. Los boletos se encuentran disponibles en las taquillas del Cenart y a través del sistema Ticketmaster (120$).
El protocolo incluye el acceso a través de un filtro sanitario, uso obligatorio de cubrebocas y la sana distancia. Aforo al 75%. Para más información consulta la página www.cenart.gob.mx.
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