Hace ya unos 30 años que el asturiano Ignacio González Vegas, mejor conocido como Nacho Vegas daba sus primeros pasos en la música con bandas -ahora míticas- del rock alternativo como Eliminator Jr. y Manta Ray.
Una década después, ya con el inicio formal del siglo 21, Vegas comenzó su carrera solista, una travesía que a través de ocho discos largos y algunos mini álbumes, ha dado cuenta de por lo menos dos etapas muy claras: La primera, más enfocada en una propuesta personal e intimista, y una segunda, más politizada y por lo tanto más bien enfocada en lo colectivo.
Después de haberlo probado casi todo y de haberse probado como una de las voces esenciales de la canción en español de lo que va del siglo, el cantautor volvió a principios de este 2022 con una nueva grabación titulada Mundos inmóviles derrumbándose, la cuál además será el pretexto ideal para que este mes de marzo el artista regrese a México para realizar una gira por varias ciudades.
De todo esto, además de muchas otras cosas que afectan su entorno y también el nuestro, platica el autor de clásicos como “El hombre que casi conoció a Michi Panero”, “Me he perdido” y “Dry Martini S.A.”.
Nacho, este nuevo disco de alguna manera resume
buena parte de lo que has hecho en tu carrera, pero al mismo tiempo te encuentra explorando nuevas rutas.
Sí, yo no era tan consciente de ello hasta que me lo comentaron otras personas, y es verdad que he retomado ese ángulo en primera persona confesional, que quizá en los últimos discos había abandonado un poco en favor de una perspectiva que apelaba más a lo colectivo, aunque claro, tampoco es que todo pueda ser tan reduccionista. Por otro lado, a veces pasa que la gente te pide que escribas canciones como las que hacías hace 20 años, pero eso es imposible, porque al final tu vida ha cambiado y ha cambiado el mundo… Pero sí, es cierto que hay de nuevo una conexión con algunas de las canciones de mis primeros discos, en las que me acercaba a la realidad desde una manera muy cruda.
Cuenta el cantautor que este disco es hasta cierto punto un disco sencillo, una grabación en la que sólo quiso incluir diez canciones, que eran las que mejor reflejaban el momento por el que está pasando. A fin de cuentas, como dice, “ya habrá momento de grabar otros temas”.
¿Esa especie de vuelta parcial a tus inicios como solista tiene que ver con lo que nos hizo la pandemia a nivel emocional?
Sí, cuando estaba escribiendo este disco me puse como objetivo que no quería escribir un disco sobre la pandemia, pero tenía muy claro que de todos modos algo de todo eso se iba a colar en las canciones. Digamos que están escritas desde un momento en el que la soledad resultó muy palpable y la necesidad de combatirla y de darme cuenta de que todo lo que nos pasó puso en evidencia lo mucho que nos necesitamos, la importancia que tiene una ética de los cuidados como algo que sea parte central de nuestras vidas y de cómo la música apela a esa intimidad, que al final es una intimidad compartida… Necesitaba cantarle a eso y apelar a sentimientos que había que reivindicar, como el de la ternura como algo necesario para poder confrontar esos momentos dolorosos y complejos y poder seguir avanzando, por eso hablo de “Mundos inmóviles derrumbándose”, porque creo que es una necesidad que tenemos: La de derribar muchos muros, tanto los que podemos ver desde nuestra ventana como los que tenemos dentro de nosotros y que a veces nos oprimen.
En medio de esos momentos complicados, las redes sociales jugaron un papel importante para muchos, incluidos los músicos, que echaron mano de estas herramientas de muchas formas.
Sí. Las redes sociales son eso: una herramienta y no tenemos que verlas como un fin, yo creo que hay que tomar una distancia con respecto a ellas. Porque a veces parece que creemos que el mundo es lo que reflejan las redes, pero por suerte no lo es. Es cierto que hace una década Twitter resultaba una herramienta positiva para poder encontrarnos y establecer vínculos e incluso compartir canciones o poemas. Sin embargo, en los últimos tiempos algunas redes sociales se han convertido en una especie de lodazal en el que el debate está absolutamente polarizado y donde hay un discurso especialmente cínico, y sarcástico hasta la crueldad, y eso me parece muy peligroso.
Y ahí es donde entran algunas de estas nuevas canciones.
Creo que precisamente en algunas de estas canciones la ternura reivindica lo opuesto a ese cinismo que percibo que está de moda y que tiene que ver mucho con las redes sociales, que yo creo que no necesariamente es un reflejo de lo que sentimos, sino una especie de coraza que nos ponemos. Como herramienta de trabajo pues cada vez son más importantes las redes, pero hay una especie de locura que también percibo en los últimos años de deriva de la industria musical en los que parece que todo va muy rápido, que tienes que generar contenido continuamente, estar visible en redes, tener novedades… Y bueno, no podemos negar que estamos en el mercado, pero creo que no debemos dejar que nos asfixie, sino marcar nuestros propios ritmos, sabiendo que la música es algo importante para la gente y que la gente va a escuchar música más allá de lo que la industria espera.
ra de creer saber qué es lo que le gusta a la gente, pero creo que la gente es más soberana a la hora de elegir. Es verdad que hay cosas en el mercado que se visibilizan más, y que eso hace más difícil que otros tengan la visibilidad necesaria, pero sí que podemos intentarlo y librar una batalla con cierta conciencia de que la música es más importante en nuestras vidas. Una cosa que me preocupa es que desde la industria se ha normalizado el hablar de “consumir música”, mientras que hace 15 años, cuando yo empecé, la música simplemente se escuchaba, pero hemos normalizado esas lógicas de consumo y el hablar de “consumir cultura” como si fuera un producto perecedero. A mí me parece más bonito hablar de escuchar música, porque implica una participación activa en ello, ya sea desde la intimidad o en un concierto”
Volviendo a este disco, hay algunos patrones rítmicos que también son nuevos para ti y que por lo tanto refrescan algunas canciones
Sí, hay algunos terrenos que no había transitado. En concreto en “La flor de la manzana”, que es el primer adelanto que publicamos del álbum. Hay una colaboración con Mancha Plátano, que son un grupo puertorriqueño afincado en Barcelona y que practican lo que llaman la “bomba puertorriqueña” con ritmos afrocaribeños, que es un mundo del que me hice muy fan, concretamente de esa forma de abordar la música popular, desde la celebración y con esos ritmos que apelan a nuestro ser emocional más primario, con lo que te obligan un poco a moverte, lo que por supuesto contrasta con mis canciones que tienen esa vena un poco más trágica… Creo que la música popular tiene también esos contrastes o esas paradojas de que puedes estar hablando de cosas especialmente duras o serias, pero revestirlo con algo que te lleve a la celebración, y creo que eso lo conseguí en esa colaboración que tuvimos con ellos.
¿Y qué nos dices de “Big Crunch”? Esa fue otra de las nuevas canciones que nos pareció especialmente novedosa.
Sí, es una canción que estuvo a punto de quedarse fuera del álbum, precisamente porque contrastaba mucho con el tono de todo el disco. Cuando la terminé de escribir la compartí con la banda y les dije: no estoy muy seguro de que tenga cabida en este álbum. Al final me parece que tiene un buen lugar en el disco, porque es como un momento luminoso que me parece que es necesario para contrastar otros momentos más duros, como el de “El mundo en torno a ti”, además de que ponerla al final tiene mucho sentido porque es una canción en la que abordo las cosas desde otra perspectiva, un poco más prosaica, pero es una de esas canciones en las que de alguna manera vomitas todo lo que estás viendo alrededor, y luego desemboca en un estribillo luminoso, que es algo que yo que no hago mucho, y precisamente por eso tenía sentido…
Bueno y es diferente porque además la cantas de una manera distinta, como tampoco te habíamos escuchado.
Sí, es verdad que el fraseo es diferente también, era algo sobre lo que tenía dudas… Los que somos cantantes, pero tenemos un registro limitado nos damos cuenta en algún momento de que dentro de ese registro limitado hay un mundo de posibilidades que tienes que encontrar para poder hacer interpretaciones diferentes y fraseos distintos. Y perderle miedo a tu oído… Yo empecé a cantar muy poco convencido de mí mismo, de hecho recuerdo que en los primeros años, antes de sacar mi primer disco, buscaba alguien que cantara las canciones que yo escribía, pero como no lo encontré, entonces decidí cantar yo.
El próximo 17 de marzo, Nacho Vegas comenzará su nueva gira por México en el Teatro Diana de Guadalajara, para después recorrer Monterrey, Tijuana, Toluca, Querétaro, Cuernavaca, Puebla y cerrar con broche de oro el 26 del mismo mes en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México.
“Lo que me gusta de las giras es precisamente que tocas el álbum más reciente, alternando con canciones antiguas… Las canciones pertenecen tanto al momento en que se escribieron como al momento en el que se interpretan, incluso más al momento en el que se interpretan, y eso es lo que hace posible que puedas repetir una canción noche tras noche y que cada vez sea diferente”, reflexiona antes de puntualizar:
“Me gusta eso, porque además el público que me sigue en México es gente que tiene ganas de escuchar canciones de otros discos, por eso esperamos hacer un show completo, en el que haya canciones prácticamente de cada álbum, más las de este nuevo”.
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