Por: Virginia Bautista
Amante de la música y del teatro de Molière, gran lector de teología y literatura francesa, padrino desde los 11 años de bebés indios, mulatos o mestizos, hablante del latín y el otomí, a Miguel Hidalgo y Costilla (1753-1811), hoy conocido como el iniciador de la Independencia mexicana, el Padre de la Patria, le tocó abrazar el gran cambio cultural previo a la Ilustración.
Él vivió una época muy importante desde el punto de vista de la cultura, que es la Ilustración. O, mejor dicho, el tránsito entre el periodo anterior, que en el arte sería el estilo barroco, y la Ilustración, que sería el neoclásico”, comenta en entrevista con Excélsior el historiador Carlos Herrejón (1942).
"Hidalgo se sumó a esos cambios que incluso impactaron en los planes de estudio. Estudió latín, filosofía escolástica y teología, la disciplina que más le interesaba y en la que hizo una reforma vital: una especie de Ilustración cristiana católica.
Planteó toda una transformación, pues había demasiada teología especulativa y poca teoría positiva, mucha interpretación y pocos datos duros; es decir, la información que da La Biblia o los primeros escritores de la Iglesia. Propuso la Teología Positiva, esto lo colocó ya en un lugar especial dentro de la Ilustración mexicana, aunque no se hubiera lanzado al movimiento”, explica.
Tras estudiar durante 30 años la vida del prócer, el investigador acaba de publicar Hidalgo. Maestro, párroco e insurgente (Debate), en el que echa luz a los 57 años que antecedieron al famoso Grito de Dolores con el que el cura comenzó la guerra de Independencia.
¿Cómo fue que el joven violinista y luego cura alfarero llegó a liderar un ejército de 80 mil hombres? ¿Cómo pasó de hablar francés a balbucear el lenguaje de la revolución? ¿Por qué su mayor aliado, Allende, quiso matarlo? ¿Cómo fueron los dos juicios que lo llevaron a la degradación y al fusilamiento? Éstas son algunas de las preguntas que responde en la biografía más acuciosa que le ha dedicado al luchador novohispano.
Él no quería dirigir el movimiento independentista al que Allende lo invitó, aunque sí estaba de acuerdo con él y lo apoyaba”, cuenta, y aclara que se animó a participar hasta finales de agosto de 1810, es decir, tres semanas antes de salir a las calles a dar el Grito la noche del 15 de septiembre de ese año.
Herrejón destaca que a Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, su nombre de pila, le bastaron seis meses para convertirse en el mayor héroe de la historia nacional.
Fue capturado tan sólo medio año después de haber dado el Grito de Dolores. Allende lo invitó a dirigir el movimiento y él se resistía; quería colaborar, no dirigirlo, incluso preparó a algunos de sus alfareros.
Pero se decidió cuando Allende y Aldama flaquearon tras el descubrimiento de la conspiración de Querétaro y querían huir a Estados Unidos: entonces se dio aquella noche memorable. Los otros se quedaron paralizados; ellos querían una independencia relativa, seguir reconociendo al rey, pero Hidalgo exigía la independencia absoluta”, afirma.
El especialista que estudió en Morelia, Roma y París advierte que “las condiciones para la Independencia de México estaban dadas y posiblemente, aun si no hubiera sido Hidalgo, otras personas se hubieran lanzado a la guerra. Pero él imprimió su sello personal al movimiento.
Le gustaba la música, sobre todo el violín, la aprendió con los maestros del Conservatorio de las Rosas. Le fascinaba la buena comida. Hacía jolgorios y se empezó a endeudar, pues tomaba el dinero de donde fuera para ayudar a la gente menesterosa. Eso le acarreó problemas, porque dejó de pagar impuestos al Estado y a la Iglesia”, agrega.
Carlos Herrejón concluye que, en pleno siglo XXI, los mexicanos conocen poco al Padre de la Patria. “Tenía un gran don de gentes. Le interesaba la vida de los indios, los afros y los mestizos, conocer su pobreza tuvo un papel decisivo en su lucha por la Independencia. Los hijos que se le achacan no son suyos; pero sí tuvo amoríos con Josefa Quintana, con quien tuvo dos niñas, una murió pronto y la otra sí tuvo descendencia”.
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