domingo, 9 de octubre de 2022

¿A qué nos referimos cuando hablamos de consentimiento en relaciones sexoafectivas?

Ilustración EE: Nayelly Tenorio


Por: Ana Karen García

Consentir en una relación sexual o afectiva es mucho más que decir “sí”. El consentimiento tiene que ser libre, consciente, concreto, reversible y entusiasta. El consentimiento no tiene relación con la ropa que usamos, las palabras que decimos, nuestras acciones del pasado, nuestra ocupación o trabajo, o el vínculo que tenemos con nuestros compañeros.

En México, 7 de cada 10 mujeres han experimentado algún tipo de violencia o discriminación a lo largo de su vida. Las agresiones se manifiestan desde diferentes ámbitos y toman diversas formas; cada una de ellas aporta algo para tener como resultado una mujer asesinada de forma violenta cada dos horas y media.

La violencia psicológica y la violencia sexual son las más prevalentes en este país. Entre las mujeres mayores de 15 años, el 50% ha experimentado agresiones de este tipo, según cifras de la ENDIREH (Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en el Hogar) 2021 del INEGI.

Esta cifra es aterradora: la mitad de las adolescentes y mujeres adultas han sido víctimas de violencia sexual. Y aunque asusta, no parece que no sorprende a muchas personas que nacieron y se criaron en una cultura de violación. Donde libros, canciones, series de televisión, políticos y hasta algun integrante de la  familia nos dijeron que “las mujeres dicen que no, pero en realidad quieren decir que sí”.

Por eso es fundamental y urgente reivindicar el concepto de consentimiento; de cuándo las personas estamos en condiciones de consentir y de cuáles son los mitos que debemos erradicar alrededor de las expresiones tácitas o explícitas de consentimiento. Especialmente cuando hablamos de relaciones sexo-afectivas.

En marzo de 2022, en Buenos Aires, Argentina, seis hombres fueron detenidos y vinculados a  procesos por la violación grupal de una chica de 20 años. A plena luz del día en Palermo, uno de los barrios más turísticos de la capital. Cuando la noticia llegó a los medios y redes sociales, la mayoría de los comentarios expresaban lo más digno y legítimo: miedo, enfado, indignación. Pero no fue solo uno, sino varios usuarios que escribieron cosas como: "eso les pasa por alcoholizarse y drogarde", "quién sabe cómo se habrá vestido", "si no dijo que no, seguro que también quería".

Esto es lo que hay que reinvidicar. El consentimiento no es sólo decir que sí o que no, es saber bajo qué condiciones esas respuestas o señales son efectivamente la voluntad o el deseo de las personas con las que compartimos relaciones sexo-afectivas.

¿Cómo es el consentimiento?

El consentimiento es libre: siempre debe ser una elección voluntaria y libre para todas las partes involucradas. Ejemplos: el silencio no es consentimiento; si una de las partes dice "no", está retirando su consentimiento, sin importar lo que haya pasado antes o después.

El consentimiento es consciente: debe de ser una elección tomada y efectuada cuando todas las partes involucradas estén conscientes de sus actos. Ejemplos: una persona que ha consumido alcohol o drogas no está en condiciones de  consentir las relaciones sexo- afectivas bajo coacción o intimidación no son consentidas; los menores no pueden consentir.

El consentimiento es concreto: todas las partes implicadas deben saber con precisión lo que sus compañeros están consitiendo. Ejemplos: consentir un beso no implica consentir en sexo u otras expresiones sexo afectivas.

El consentimiento es reversible: no importa lo que se haya consentido antes de un encuentro o incluso durante el encuentro, todas las partes involucradas pueden retirar su consentimiento en el  momento que lo desee. Consentir una vez no significa consentir para siempre. Ejemplo: si tuviste relaciones sexo-afectivas con una persona hace dos días, no significa que hoy tengas que consentir también; si están en medio de un acto sexual iniciado, pero sientes incomodidad en algún momento, puedes retirar tu consentimiento y parar. 

El consentimiento es entusiasta: siempre debe estar en línea con las expresiones no verbales de todas las partes involucradas. Ejemplos: una persona que dice “sí”, pero su lenguaje corporal refleja incomodidad, miedo, incomodidad o inquietud no está dando su consentimiento.

Mitos sobre el consentimiento en las relaciones sexo-afectivas

Erradicar la cultura de la violación para crear, en su lugar, una cultura de la responsabilidad, información y el respeto al consentimiento implica exponer a la luz todos los mitos que se han reproducido por generaciones sobre la violencia sexual. Algunas de estas ideas son:

“Si es tu pareja, no cuenta como violencia sexual”: Ninguna persona tiene deberes sexo-afectivos con nadie, aunque sean pareja. Salir con alguien, ir a casa con esa persona o haber tenido relaciones sexuales previas no significa necesariamente que se haya otorgado el consentimiento para tenerlas en esa ocasión en particular.

"Me dio entrada": La violación es una vulneración de la integridad y autonomía sexual de una persona y, en consecuencia, es un delito que nace de la acción del violador. Ninguna acción o palabra de la víctima son equivalentes al consentimiento.

“A los hombres no los violan”: Aunque las niñas, adolescentes y mujeres componen el grupo más vulnerable a la violencia sexual debido a los estereotipos y estructuras misóginas, la realidad es que cualquiera está expuesto a estas agresiones.

“Las trabajadoras sexuales no pueden ser violadas”: ocuparse en el trabajo sexual no implica que tu consentimiento sea constante y eterno. Los y las trabajadoras sexuales tienen la autonomía y el derecho de decidir con quién, cuándo y en qué condiciones quieren tener relaciones sexoafectivas .

La violencia sexual como estructura

Aunque están ligadas, la violación y la violencia sexual no son lo mismo. La violencia sexual se puede expresar de muchas formas, desde acoso y hostigamiento verbal, hasta expresiones físicas en las que no hubo consentimiento de alguna de las partes.

Cualquier expresión sexual efectiva debe ser consentida, y es responsabilidad de todos los participantes asegurarse de que sus parejas tomen esta decisión de manera libre, informada, consciente, entusiasta y con el conocimiento de que pueden cambiar de opinión siempre cuando lo deseen.

Reinvindicar el consentimiento es el paso más importante para reducir esos números que nos asustan.

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