domingo, 27 de noviembre de 2022

El lenguaje inclusivo aplaca conciencias, invisibiliza la violencia de género y no resuelve el problema de raíz: Concepción Company

La lingüista Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional,. Colnal


Si bien reconoce la grandeza de un país en el que se va a quedar por siempre, para la lingüista Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional, no deja de ser contradictorio que México sea una nación maravillosa, pero muy pobre en el respeto a las mujeres.

“Me avergüenza pertenecer a un país tan pobre en respeto de género: a mayor actividad de las mujeres en intentar ser ellas, mayor avance del machismo violento; es decir, si damos un paso, ellos dan tres”, aseguró la colegiada al dictar la cátedra Violencia discursiva y violencias en ascenso, como parte del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, que se conmemora el 25 de noviembre.

Durante la sesión, realizada de manera presencia y transmitida por las redes sociales de la institución, Company Company advirtió que uno de los principales problemas que enfrentan las mujeres en México no sólo son los feminicidios, sino que ni siquiera los califican como tal, “por eso andan sueltos luego los individuos y en sociedades tan polarizadas, como es el caso de México desde hace unos pocos años, se genera violencia, una de las cuales es la violencia de género”.

“Cuanto más estén polarizadas las sociedades se produce mucha más violencia y las mujeres somos carne de cañón para esa violencia”, señaló la especialista, previo a una reflexión en la que definió a la lengua como una herramienta de libertad, “es una herramienta de cohesión social y eso es fundamental”.

“El lenguaje es un hecho genético, neuronal, muy complejo: cualquier individuo que nazca sin una patología cerebral o sin una patología del aparato fonador, al cabo del día tiene 200 millones de conexiones neuronales: un acto de habla cualquiera, como decir ‘sí’ genera el movimiento de 170 músculos”.

Bajo esa perspectiva, la colegiada explicó que la lengua no sólo es un sistema de comunicación, sino que nos hace seres históricos, porque permite transmitir experiencias: “lo único que nos hace seres históricos”, recalcó, “permite transmitir a nuestros hijos el modo de seguir en la vida: es una herencia de rutinas tradiciones y hábitos”.

“Sea cual sea su profesión o sus intereses, la lengua se convierte en una sutilísima herramienta identitaria que refleja la visión del mundo, por eso se dice que es una combinatoria de genes: es un ADN cultural, un entramado muy complejo y si bien la lengua es propiedad de todo ser humano, los hablantes somos dueños, soberanos de la lengua, no deja de ser una libertad metida en un corsé”.

Más allá de que a lo largo de la historia de la lengua, en especial del español, debemos funcionar en el día a día de manera rápida y eficiente, ello impacta en la manera en que termina por moldearse el lenguaje, en especial para adaptarse a las nuevas realidades, como podría ser la equidad de género, lo que termina por convertirse en un corsé “y ese corsé no se mueve fácilmente”.

La lengua, por naturaleza inclusiva

“Por definición, la lengua tiene una naturaleza inclusiva”, resaltó Concepción Company Company durante la cátedra; aun cuando sea una rutina heredada, todos terminamos por ser dueños y libres para usar la lengua “como se nos pegue la gana, mientras el otro nos entiende y coopere, se cumple con la función básica de la lengua: lograr éxito comunicativo”.

“No es decir ‘¡Ay, qué bien hablé hoy!’, sino que el otro coopere conmigo. Eso se llama éxito comunicativo en filosofía del lenguaje, por ello es que la lengua no requiere de esfuerzos ni de legislaciones. “Nunca: cuando se usa una gramática desde una academia o desde una universidad, lo que hacemos es a toro pasado, describimos los usos lingüísticos, pero no imponemos, esa es la realidad: cualquier imposición en el uso de la lengua es un acto autoritario”.

“Yo sigo el lema de El Colegio Nacional: ‘Libertad por el saber’ y aquí me siento libre; de hecho, los intentos de adoctrinamiento ideológico, en cualquier etapa de la historia o en cualquier coordenada geográfica, se inician siempre con palabras que se prohíben. Siempre ha sido así y es un acto autoritario para imponer ideologías”, destacó la también integrante de la Academia Mexicana de la Lengua.

Para la doctora en Letras también es indiscutible que existe inequidad social y discriminación, inequidades de género hacia la mujer y no hacia las minorías sexuales, étnicas o raciales. “Particularmente en el país que me importa, donde vivo y seguramente moriré, que es México, pero ojo, las minorías siempre han sido motivo de protección legal y de celebración, porque las autoridades se sacuden el problema poniendo el Día de la Mujer o el Día de la Madre o el día de quién sabe: una celebración que significa sometimiento y exclusión”.

Discriminación con la lengua

Después de ofrecer cifras que reflejan la inequidad, la desigualdad entre mujeres y hombres, que construyen el discurso de odio, de violencia física real, de desapariciones, en palabras de la lingüista, datos que no han cambiado, sino que se han visto incrementados en algunos casos.

“Debo decir que, en el año 2020, en plena pandemia, hice el mismo ejercicio y debo decir que estoy asustada de lo que ha ocurrido: no hemos mejorado en nada, al contrario, hemos empeorado muchísimo, como se ejemplifica en datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública: cada día mueren en México 10.7 mujeres por violencia”.

En ese sentido, reconoció que toda violencia es mala, pero hay grados: “una cosa es que me desaparezca y me maten y otra cosa es que me digan algo que agreda a mi persona”; por supuesto, seguramente al permitir una agresión discursiva se está más cerca de la violencia física, “de que me desaparezcan del mapa”.

Uno de los primeros desafíos es que solemos discriminar con la lengua, porque es una herramienta de valoración: “dime cómo hablas y te voy a decir por dónde van los tiros”, aseguró la lingüista; sin embargo, al ser la lengua un patrimonio intangible que es de todos, el hecho la ha vuelto cada vez más escéptica.

“¿Qué tiene que ver la lengua con la inequidad? Pues nada, porque las gramáticas son asépticas. Aunque lo he dicho en entrevistas y en todas partes: sí hay una presión política y social muy alta. El género, por supuesto, es totalmente arbitrario, son herencias milenarias de lengua española que hereda del latín, a su vez lo hereda del protolatín; la gramática no es binaria, los femeninos no son ‘A’, los masculinos no son ‘O’. La biología sí es binaria, las identidades sexo genéricas distan de ser binarias. No tiene nada que ver una cosa con la otra”.

Así, Concepción Company Company se muestra convencida de que el femenino, como expresión lingüística, termina por ser excluyente: una reflexión que se inicia con un “muy buenas tardes todas ustedes, los hombres no existirían”; por el contrario, cuando se usa el “todos” se incluye, porque es el género indiferente, “así era en latín. Si hace siete mil años, en el indoeuropeo, eso era machismo, no tenemos evidencia de ello. El lenguaje inclusivo aplaca conciencias, invisibiliza la violencia de género y no resuelve el problema de raíz”, aseguró.

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