viernes, 9 de diciembre de 2022

Documenta misión reformista de Carranza



Por: Alejandra Ortiz Castañares

Florencia. Manuel Plana (Mataró, 1944), ex profesor de historia latinoamericana por la Universidad degli Studi di Firenze, ha dedicado buena parte de su vida académica a Venustiano Carranza (1859-1920), poniéndolo ahora al alcance del público italiano con un libro de divulgación Alle origini del Messico contemporaneo: Venustiano Carranza e la rivoluzione (Editorial Carocci, Euro 21).

Sentados frente a la ventana de su departamento que mira a la espectacular fachada del Palazzo Pitti, Plana destaca en entrevista con La Jornada que Carranza, respecto a las figuras legendarias de la Revolución como Pancho Villa y Emiliano Zapata, es poco conocido en Italia porque no participó en los llamativos campos de batalla.

Dos son los temas claves de su estudio: la demostración de la misión reformista de Carranza y la difícil relación con el presidente estadunidense Woodrow Wilson para el alcance de un gobierno constitucional. Señala además su contribución como Primer Jefe que no estuvo en su estrategia militar ni en su participación a las batallas, sino en la impresión del papel moneda constitucionalista, como aprovisionamiento de armas en Estados Unidos para financiar el movimiento insurreccional, evitándole recurrir a préstamos extranjeros.

El libro archiva la arraigada etiqueta del político conservador que sigue adoleciendo Carranza, “cuando fue exactamente lo contrario: un político reformista con visión institucional, cuyas ideas se plasmaron en la Constitución de 1917, representando la culminación del movimiento constitucionalista”.

El equívoco proviene de la dispersión de la documentación de la Revolución durante el conflicto, lo que generó una distorsión por varios decenios sobre el rol que tuvieron sus protagonistas hasta que no se recuperaron las fuentes documentales. Esto incluye el aparente conservadurismo de Carranza, difundido por sus adversarios.

“Fue el recrudecimiento de la pugna que se generó entre los militares revolucionarios y los políticos durante la presidencia de Carranza, cuando se radicó en el imaginario de los combatientes que él era un conservador con la voluntad de perpetuarse en el gobierno, e indujo a los dirigentes sonorenses a declarar que Carranza se había convertido en el jefe de un partido político y que no habría aceptado el voto popular desfavorable al candidato civil propuesto. Este hecho llevó al pronunciamiento del nuevo ejército nacional. Como sentenció Luis Cabrera, la batalla se limitó a destituir y matar al presidente, pero dejó intacta la Constitución, aunque se perdió el principio de la transmisión pacífica del poder.”

Aunque sobre Carranza se haya escrito tanto, el trabajo de Plana es una de las pocas biografías de rigor académico, junto con la de Douglas W. Richmond escrita en 1983. La versión italiana es un compendio de la edición integral en dos volúmenes publicada en 2016 por El Colegio de México, misma que será completada con uno tercero sobre la presidencia constitucional de Carranza, en fase de revisión. Plana hilvanó las nuevas fuentes primarias, en particular a nivel local, así como los aportes de los historiadores, entregando una imagen orgánica de Carranza en su tiempo.

Francisco I. Madero es la figura que Plana equipara con Carranza, recordando que lo conoció en los años finales del Porfiriato; no sólo por el común origen coahuilense y la trágica muerte, sino por la “perspectiva institucional” que tuvieron a partir de la creación de movimientos políticos de proyección nacional, que si la breve presidencia de Madero truncó, Carranza lo logró.

El libro va mostrando las vicisitudes que fue superando en cada pliegue del combate para alcanzar los objetivos constitucionalistas: desde la caída de Huerta cuando se disolvieron las instituciones y se abrió la lucha política entre los revolucionarios, hasta la gestión de las relaciones con Wilson que le permitieron estabilizar la frontera para volver al orden constitucional.

“Aunque el gran paso lo dio cuando el enfrentamiento llegó a su agudización mayor en 1916. Fue entonces que decidió restablecer la institucionalización de la vida pública, convocando a elecciones en todos los niveles, de las que emergieron nuevos dirigentes políticos, así como reconstruir la administración federal.

“El problema más complejo de todo el periodo de su presidencia fue la cuestión del petróleo en el terreno fiscal y de los derechos de propiedad, tema sobre el que la historiografía ha puesto en evidencia la importancia del poder regulador del Estado. Sin embargo, los partidos políticos de la época fueron agrupaciones creadas ‘desde arriba’ sin una caracterización de alcance cultural bien definido y sin arraigo nacional. El principio de Madero de la no-relección presidencial, que Carranza recupera en la Constitución en el momento de su sucesión, mostró la debilidad del sistema político, pues prevaleció la ideología del poder.”

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