El montaje está inspirado en la obra Pedro de Urdemalas, de Miguel de Cervantes. Foto Fernanda Olivares
Por: Ana Mónica Rodríguez
Con más de 55 años de trayectoria, Tito Vasconcelos, quien se define como “un ciudadano común y silvestre”, continúa siendo crítico, creativo y dedicado en la formación de públicos, sobre todo de jóvenes, mediante el arte escénico, profesión de la cual, asegura, “no me arrepiento de nada”.
Abre el año con el espectáculo de teatro-cabaret De pícaros, truhanes... y actores, coescrito con Luis Esteban Galicia, bajo la dirección del propio Vasconcelos, cuya temporada en el teatro Sergio Magaña será del 13 al 29 de este mes. Está inspirado en la literatura picaresca, en especial en la comedia de Pedro de Urdemalas, de Miguel de Cervantes Saavedra.
El reconocido creador escénico explicó: “Decidimos que Urdemalas nos servía como columna vertebral, pero los personajes que quise rescatar también forman parte de mi historia como actor, porque mi primer acercamiento a las artes escénicas fue con El retablo de las maravillas –también de Cervantes– en el entonces llamado Teatro del Bosque, cuando estaba a la mitad de mis estudios de secundaria y era un adolescente muy empeñoso”.
Los personajes son pícaros y estafadores. “El retablo de las maravillas es una estafa como las pirámides, la flor de la abundancia y todas esas cosas que se siguen dando en la actualidad, y existe gente tan ingenua que sigue cayendo, porque hay unos tan pícaros que hasta parecen personas decentes”.
Destacó: “En el trabajo de cabaret siempre apuntamos desde una perspectiva de vivencia social y política. Los políticos son los nuevos pícaros actuales; son descarados, pues no tienen que mentir ni estafar para sobrevivir, sino para obtener poder”.
En ese sentido, en escena, “siempre damos unos escobazos bien puestos a los oportunistas de la política, estafadores y engañabobos”.
En la historia, Chanfalla y La Chirinos (que aparecen en El retablo de las maravillas) recuerdan a los más famosos embaucadores de todos los tiempos: La Trotaconventos, Lázaro de Tormes, Don Pablos, La Celestina, Guzmán de Alfarache, Arlecchino y Scapin, hasta llegar a algunos personajes de la picaresca y la delincuencial política actual, en un intento de dilucidar quién ha sido el mayor pícaro de la historia.
“Construido al estilo de la Commedia dell’Arte, la propuesta privilegia el ejercicio de la improvisación y la interacción con el espectador para lograr su objetivo fundamental: revisar las conductas viciosas de los seres humanos y exponerlas al ridículo público”.
Un mundo que margina
Es decir, los personajes desfilan alegremente en escena y develan, a través de su ingenio, sus habilidades para sobrevivir en un mundo que los margina y los señala. La música incidental y las canciones que se escribieron ex profeso para el montaje enriquecen el discurso de los comediantes y lo acercan al público para el que está pensado.
La obra tiene el concepto escenográfico, de vestuario e iluminación del propio Vasconcelos, con pintura de telón a cargo realizada por Chon Mandujano, fotografía de Jennifer González y Fernanda Olivares, así como video de Jennifer González.
Sobre su prolífica trayectoria de más de medio siglo, Tito Vasconcelos recordó: “La primera vez que me trepé al escenario del Teatro del Bosque, supe que ése era mi lugar; no fue una epifanía precisamente, pero fue extraordinario”.
Su inicio actoral tampoco fue bien recibido por su familia. “Tuve que irme de mi casa a la vida, pues si decidía hacer eso no contaba con ellos y los dejé de ver cerca de ocho años; luego, mi madre entendió que lo que hacía lo hacía bien, que la gente me quería y respetaba”.
En fin, subrayó, “el teatro me ha dado todo: posición social y artística. He sido fiel al teatro, aunque éste no es fiel con nadie. Estoy donde debo estar; las artes escénicas tienen un gran compromiso desde su fundación como arte, de hablar de lo que está sucediendo, de comentar, criticar y exponer las conductas de los seres humanos, además de enseñar que existe una ética”.
El cabaret, prosiguió, “llegó a mi vida en la década de los 70. Fue cuando observé que no necesitaba dramaturgo ni director, sino sólo yo y las ganas de decir algo. Fue fantástico. En esa época lo hacían Juan Ibáñez, Castillo y Enrique Alonso en la recuperación de lo que después supe era la revista mexicana, antecedente muy importante del teatro-cabaret mexicano”.
El poder de éste “como instrumento” para develar cuestiones sociales y políticas, así como de exponer temas de sexualidad ha sido para Vasconcelos “una forma decir cosas interesantes e importantes en el momento en que se requiere decirlas. El cabaret desde su fundación fue una especie de crisol donde aterrizamos todos los marginales”, explicó Vasconcelos, quien precisó que ha pensado en retirarse, pero apenas inició con esa despedida “la cual podría tardar hasta 10 años”.
De pícaros, truhanes... y actores se estrenó en la Plaza de la Danza del Centro Nacional de las Artes y se presentó en el Festival Internacional Cervantino en 2016, y desde entonces ha sido llevada a varios foros y encuentros escénicos, como en Almagro, España; Quito, Ecuador, y en la Ciudad de México.
Las funciones en el teatro Sergio Magaña, ubicado en Sor Juana Inés de la Cruz 114, colonia Santa María La Ribera, serán los jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas.
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