‘Sharecropper (Aparcera)’, retrato de una mujer anónima, grabado de Elizabeth Catlett. Foto tomadas del sitio web del Museo de Arte Moderno en Frankfurt
Por: Merry MacMasters
La escultora y grabadora afroestadunidense-mexicana Elizabeth Catlett (1915-2012) fue una de los 10 artistas subestimados que obtuvieron un mayor reconocimiento en 2023, de acuerdo con la reciente edición de la revista Art News. Actualmente, el Museo de Arte Moderno en Frankfurt, Alemania, exhibe 175 piezas de lo que llama la primera revisión comprensiva de su obra, mucha de la cual fue realizada en México. Catlett adquirió la nacionalidad mexicana en 1962.
De acuerdo con el museo alemán, si las imágenes no existen, uno tiene que crearlas. A principios del siglo XX, había ciertas ausencias en la manera que la historia africana-americana era representada en el canon de la historia del arte. Algunas experiencias colectivas carecían de imágenes con las que las personas pudieran identificarse, algo necesario para el desarrollo de la idea de comunidad y de una iconografía compartida.
En palabras de la historiadora del arte Melanie Anne Herzog, Catlett fue una artista de la gente. Sus grabados y esculturas de carga política y estética convincente, producidas a lo largo de más de 70 años en Estados Unidos y, luego, en México, son declaraciones visuales de dignidad, fortaleza, vulnerabilidad y resiliencia de las mujeres negras, trabajadores mexicanos y aquellos que sufren debido a la opresión en América. Su arte era impulsado por la empatía radical, es decir, un profundo sentido de conexión e identificación con aquellos que ella se sentía motivada para servir en su arte.
Nacida y criada en Washington, la joven Elizabeth desarrolló un entendimiento respecto de la opresión de los afroestadunidenses y un feroz sentido de justicia. Creció escuchando los recuerdos de esclavitud relatados por su abuela materna, narrativas que moldearon su conciencia temprana del sufrimiento y explotación de las personas de origen africano en Estados Unidos, que prepararon el camino para su propósito de toda la vida: dar voz a sus congéneres en el arte.
Catlett se graduó de la Universidad Howard en Washington, sede del primer departamento de arte históricamente negro. Al seguir sus estudios en la Universidad de Iowa, cambió su enfoque de la pintura a la escultura. Fue la primera persona en graduarse (1940) con una maestría en escultura.
Más adelante, al mudarse a Nueva York, trabajó en el estudio del escultor Ossip Zadkine (también fue mentor de Manuel Felguérez), refugiado en Estados Unidos, quien la introdujo a la abstracción modernista, que, llegó a decir, le permitió comprender mejor la abstracción matizada del arte africano como una manera de expresarse a través de la forma.
Catlett viajó a México en 1946 con la intención de estudiar escultura y trabajar como artista invitada en el Taller de Gráfica Popular (TGP). A los pocos meses regresó a Estados Unidos para divorciarse del pintor Charles White y volver a México al año siguiente para establecer su residencia permanente. Esta decisión fue, en parte, una respuesta a los ataques atroces cada vez más intensos del gobierno estadunidense hacia los artistas, intelectuales y activistas de izquierda al término de la Segunda Guerra Mundial, escribe Herzog.
El TGP se volvió el hogar social y artístico de Catlett. Para entonces se había casado con el pintor y grabador Francisco Mora, con quien procreó tres hijos. Mientras éstos eran pequeños, su madre se enfocó en la gráfica. Sin embargo, cuando regresó a la escultura a mediados de los años 50, retomó su trabajo en arcilla en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, donde había estudiado con Francisco Zúñiga. En 1958, Catlett fue contratada como la primera profesora de escultura en la ahora Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Siempre creyó que sus estudiantes necesitaban más que nada habilidades técnicas que les permitieran comunicar sus ideas con eficacia. En 1975 se jubiló de la FAD.
Según Herzog, la perspectiva trasnacional de Catlett se personifica en la alusión a etnicidades ambiguas y múltiples en muchas de sus esculturas de mujeres y se manifiesta en la sobreposición y convergencia de sus referencias visuales de los linajes del arte africano y mexicano.
Entre sus esculturas más conocidas se encuentran Unidad negra (1968), Objeto práctico (1970), Homenaje a las mujeres poetas negras (1984) y Homenaje a mis jóvenes hermanas negras (1984).
Durante sus dos primeros años en el país, completó su serie Mujer Negra, de renombre internacional (1946-1947). En 2011 ingresó como académico honorario a la Academia de Artes, en México.
La exposición Elizabeth Catlett permanecerá hasta el 16 de junio en el Museo de Arte Moderno en Frankfurt, Alemania.
Esculturas incluidas en la exposición organizada por el Museo de Arte Moderno en Frankfurt, Alemania. Foto tomadas del sitio web del Museo de Arte Moderno en Frankfurt
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