Por: Virginia Bautista
Brevedad y sencillez, una visión compacta pero no superficial. Éstas son las guías que dieron vida hace 50 años al proyecto editorial Historia mínima de México, ideado por Daniel Cosío Villegas, del que El Colegio de México acaba de lanzar una edición conmemorativa ilustrada.
Con autores como Ignacio Bernal, Alejandra Moreno Toscano, Luis González, Eduardo Blanquel, el mismo Cosío y Lorenzo Meyer, que se integró en la segunda edición, este título ha tenido 27 reimpresiones desde 1973 y ha sido traducido a 12 idiomas, como el inglés, francés, alemán, griego, ruso, y croata, el más reciente, en 2022.
"La idea original no era hacer un libro, sino un libreto que don Daniel pensó para la televisión. Le empezó a interesar este medio, por las posibilidades de expandir el universo al cual se dirigía un historiador”, comenta Meyer en entrevista.
"El tipo de historia que don Daniel hacía era para especialistas o gente que había leído mucho, publicaba libros de a kilo. Por eso se entusiasmó con la posibilidad de que el trabajo del historiador pudiera llegar a miles o quizá a millones de personas, que se podían interesar si se les presentaba de manera adecuada”, agrega.
Detalla que el programa de televisión no tuvo el éxito que se esperaba, en cambio, el libro se convirtió en un bestseller, que motivó, en 2004, la Nueva historia mínima de México, que abarca las siguientes décadas.
En el primer libro, dice, están registrados los acontecimientos que han dejado huella en la historia de México, como el curso de la era virreinal, el periodo formativo del México independiente, el tramo moderno de la República restaurada y del Porfiriato, la Revolución y los años de la “estabilidad política y el avance económico.
Meyer destaca que a Cosío Villegas le interesó la historia porque “vio en ella una vía para entender la problemática de México de ese momento. Es historia política, mezclada con análisis económico, y algo de historia social y cultural.
"Quería evidenciar el choque de fuerzas, de personajes; explicarle al mexicano que el proyecto de la Revolución no era malo, sino que lo echaron a perder por una falla moral”, indica.
Dice que el libro está hecho en un momento en el que se veía que el sistema político estaba en crisis, por lo que aporta una visión crítica.
Meyer concluye que “nunca podrá haber una historia objetiva, nunca sabremos qué pasó en el pasado. Hay un reflejo de los valores del historiador. No hay nadie que pueda ser objetivo en las ciencias sociales. La interpretación del presente tiñe la del pasado”.
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