Con motivo del 80 aniversario del desembarco de Normandía, Robert Capa, considerado el primer fotoperiodista de la era moderna, es homenajeado en una gran exposición. EFE
EFE EN DEAUVILLE
Con motivo del 80 aniversario del desembarco de Normandía, Robert Capa, considerado el primer fotoperiodista de la era moderna, es homenajeado en una gran exposición que repasa toda su trayectoria, sobre todo las coberturas de guerras.
Bajo el título 'Robert Capa, iconos', la muestra en la localidad normanda de Deauville reúne 150 objetos entre los que hay revelados originales y publicaciones de época, pero también su cámara Leica - con la que no soportaba fotografiar- y su máquina de escribir. Esto hace del conjunto, en palabras del comisario, Michel Lefebvre, "una joya", dado que gran parte de su material se perdió después de la guerra.
El público podrá recorrerla través de las lentes de Capa en el centro cultural Los Franciscanos del 25 de mayo al 13 de octubre.
"La vida de Robert Capa es una novela", apuntó en una presentación a la prensa Lefebvre, en referencia a los giros que dio su obra y, en el sentido más literal, a que escribiera sus propias memorias, que tituló 'Slightly out of focus' ('Ligeramente desenfocado').
A ese carácter novelesco le dio rienda suelta con su identidad, pues bajo el célebre nombre por el que se conoce a este fotógrafo se escondía en realidad Endre Ernő Friedmann (Budapest, 1913), al que el fascismo en su país obligó a huir a Francia.
Allí conoció a su compañera de profesión y también pareja Gerda Taro, con quien decidió que la sonoridad de Capa evocaba a un supuesto fotógrafo estadounidense talentoso.
Su salto a la fama, recordó Lefebvre, se retrotrae a 1938, cuando el periódico británico Picture Post lo bautiza como el mejor fotógrafo de guerra del mundo tras referirse a sus fotografías de la Guerra Civil española (1936-39) como "las mejores tomadas desde el frente".
A partir de ese momento de la historia, la exposición pone en relieve su instantánea 'Muerte de un miliciano', que curiosamente fue tomada en Espejo - cerca de Córdoba -, donde no había combates, y de la que se asume que los milicianos organizaron una escena de batalla para Capa y Taro.
Lefebvre también quiso destacar sus fotografías de la Ciudad Universitaria de Madrid y el bombardeo de Vallecas, materialización de la "empatía" con la que fotografiaba al centrar la mirada en la gente que sufre los conflictos más que en el conflicto en sí mismo.
Sobre ese último trabajo detalló que una de las casas que inmortalizó - con tres niños delante de ella- fue comprada por el Ayuntamiento de Madrid, lo que para él es "muy emocionante" porque, "con un poco de suerte", se convertirá en un centro alrededor de este fotógrafo de guerra.
Pero Capa, que se movía bajo el lema 'si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no te has acercado lo suficiente', también capturó ocho meses de la resistencia china ante la invasión de Japón en 1938, la Segunda Guerra Mundial en los frentes de África del Norte, Italia, Alemania y Francia; la primera guerra árabe-israelí e Indochina.
En todo ese transcurso, señaló la comisario, "está obsesionado con la idea de defender el trabajo de los fotoperiodistas" para que puedan vender sus fotos directamente a los periódicos en lugar de venderlas a una agencia que no las acredita, conservar sus copias y negativos, y controlar los pies de foto que acompañan a sus tomas.
De ahí que en 1947 fundase Magnum, la primera agencia de fotógrafos independientes, junto con otros fotoperiodistas de la talla de David Seymour, Henri Cartier-Bresson, George Rodger y William Vandivert.
Desde ese momento sus temas se diversificaron y se atrevió a hacer reportajes en color sobre moda, viajes e incluso retratos a personalidades como Ernest Hemingway, Pablo Picasso o Ingrid Bergman.
Acabó incluso yendo a Deauville en 1951 y fotografió al periodista Joseph Kessel en una noche desenfrenada, como recordó el alcalde de esta localidad, Philippe Augier.
"No sé si es el mejor fotógrafo, lo que sé es que ha hecho las mejores fotografías de guerra", concluyó Lefebvre.
Esta exposición es el resultado de donaciones de la Agencia Magnum de París y de coleccionistas como las de Steven Darty y Jean Sarkozy - hijo del expresidente francés Nicolás Sarkozy-
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