Por: Mónica Maristain
“Cuerpos sin nombre / difuminados / en las sábanas. / La cama queda lista / para que dos, algunos dos, / algunos hipotéticos dos; / tú y yo, / por ejemplo, / crucen en ella la noche”.
La poesía de Sergio Loo (Distrito Federal, 1982) es deudora de un universo personal, muy propio. Decir esto es decir nada. ¿Qué poeta podría aspirar a deberle algo a un universo ajeno?.
Sin embargo, decir mundo de sí es también hacerse con el poeta a la tarea de descifrar un territorio donde el lenguaje se constituye un boleto de ida hacia otra periferia, hacia un costado donde la lengua se suelta jugando deshaciendo el cordel de la infamia, de la melancolía.
Es autor de Claveles automáticos (2006), Sus brazos labios en mi boca rodando ( 2007, 2013), House Retratos desarmables (2011) y Guía Roji (2012).
Aunque no sabemos cómo le caerán semejantes adjetivos, su poesía es gozosa e iluminadora. Como una luciérnaga en un bosque nocturno.
– ¿Hace cuánto que escribes poesía?
– Desde 2005, quería mejorar mi prosa como narrador.
– ¿Qué es la poesía?
– La poesía, para mí, es la apertura del lenguaje en muchas posibilidades: un juego.
– ¿Es un síntoma de la juventud que se te pasará cuando seas mayor?
– Primero deja que llegue a mayor y luego vemos. Pero ojalá que sí, sería divertido.
– ¿Quiénes son tus poetas preferidos?
– En general, leo lo que encuentro de las vanguardias históricas. De hecho, estoy leyendo una antología que acaban de sacar de Francis Picabia.
– ¿Qué piensas de la nueva poesía mexicana?
– Me resulta muy interesante, como lector, esa desbandada de autores que está haciendo propuestas estéticas. Pienso en Ángel Ortuño, Maricela Guerrero, Luis Felipe Fabre, Rodrigo Flores, por ejemplo, en contraste con ciertos autores que defienden la falta de ingenio argumentando apego a la tradición (omito nombres).
– ¿Crees que los jóvenes leen más a José Juan Tablada y Xavier Villaurrutia que a Octavio Paz?
– El problema con Paz y Fuentes, es que han sido tan institucionalizados que repelen. Muchos de mi generación vienen de la carrera de Letras, así que seguramente los han leído, pero su acercamiento no es tan espontáneo como sí lo es con Tablada. Bueno, pero no hay forma de no volverse niño leyendo a Tablada.
– ¿Escribes otras cosas además de poesía?
– Escribo narrativa. Tengo una novela publicada, House, Retratos desarmables, y viene otra en camino. La idea, básicamente, es juntar cosas que me interesen, armar una estructura y decirle algo al lector.
– ¿Qué le dirías a un joven poeta?
– Que escriba y publique, que no se atenga a becas o premios: eso no es de un escritor, es de mercenarios de la cultura.
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