Por: Roberto A. Valenciano Capín
El apostarle a hacer obras para niños es algo para tomarlo en serio, no solo es crear sino mas bien inmiscuirse plenamente en este mundo del pleno imaginario, es así por lo que le apuesta con sus aciertos Iguana Blanca, experimento escénico al presentar la obra " En la caja me encontré, como simples cosas pueden ser todo un mundo" en la Guarida del Coyote
El apostarle a hacer obras para niños es algo para tomarlo en serio, no solo es crear sino mas bien inmiscuirse plenamente en este mundo del pleno imaginario, es así por lo que le apuesta con sus aciertos Iguana Blanca, experimento escénico al presentar la obra " En la caja me encontré, como simples cosas pueden ser todo un mundo" en la Guarida del Coyote
No hay que olvidar sino mas bien resaltar que es una invitación a su primera experiencia escénica de un público difícil: el infantil. Sector de la población que no fácilmente puede ser cautivado, dado su carácter volátil y distraído.
Una tela blanca, una caja son los elementos que dan la bienvenida a este travesía de imaginarios, aunado a un acelerado y hasta desbocado personaje que corre y hasta casi tropieza con el público.
Con la dificultad por deslizar una caja y a partir de ahí ser el detonante de este viaje en donde se trata de dar rienda suelta a la imaginación a través de la posibilidad de inventar universos para habitarlos a través del imaginario que detonan estos dos personajes, interpretados por Montserrat Chávez y Natalie Rodríguez.
Una coreografía que mas bien quedaría en su idea original, un ejercicio de su creador Miguel Baltazar, al dialogar la danza contemporánea, el clown y títeres.
En una primera lectura se propone a través de la danza como una oportunidad de juego en el que pueden imaginar y crear, pero parece que queda trunca, al no dirigirse a sus iguales con el lenguaje que los une y conectar de inmediato con el espíritu creativo que en el sector infantil se encuentra inalterado.
Una coreografía que mas bien quedaría en su idea original, un ejercicio de su creador Miguel Baltazar, al dialogar la danza contemporánea, el clown y títeres.
En una primera lectura se propone a través de la danza como una oportunidad de juego en el que pueden imaginar y crear, pero parece que queda trunca, al no dirigirse a sus iguales con el lenguaje que los une y conectar de inmediato con el espíritu creativo que en el sector infantil se encuentra inalterado.
En momentos se deja vislumbrar este importante detonante como es el instante, la sorpresa y el asombro como esta capacidad de creer en lo fantástico y la explosión de la imaginación para aceptar que un objeto inanimado tiene vida, el cual no se vio reflejo en la utilización de estos dos títeres; un complicado pájaro en cuanto a su manejo y de movimiento y una muñeca mal utilizada.
Una obra que queda a solamente actos reflejos y así como a una desdibujada narrativa de movimiento, a pesar de la puntualidad de la misma que se precisa, aun así se logran sutiles momentos, como fue la utilización de las sombras, aunado a una buena ambientación y incidir en viajar plácidamente gracias a la propuesta audiovisual de Rubén Ruelas y la iluminación de Madeleine Ramírez Beltrán.
Aún sabiendo que les ha funcionado en sus presentaciones en kinders y teatros. En esta ocasión es oportuno aclarar que fue en un foro diferente a los planteados, por lo cual suena incongruente homogenizar un trabajo, sino mas bien adecuar y adaptarte a cada espacio y público.
Aún así, una pieza que fue la alegría de los pequeños que se dieron cita a esta función dancística y a la vez nos recuerda que los creadores de la danza tienen como tarea pendiente la creación de obras para niños; un público que es poco atendido por los coreógrafos contemporáneos.
Todo como parte de las actividades del IV Encuentro de la Nueva Sensibilidad que se realiza en la Guarida del Coyote. Espacio escénico.
Una obra que queda a solamente actos reflejos y así como a una desdibujada narrativa de movimiento, a pesar de la puntualidad de la misma que se precisa, aun así se logran sutiles momentos, como fue la utilización de las sombras, aunado a una buena ambientación y incidir en viajar plácidamente gracias a la propuesta audiovisual de Rubén Ruelas y la iluminación de Madeleine Ramírez Beltrán.
Aún sabiendo que les ha funcionado en sus presentaciones en kinders y teatros. En esta ocasión es oportuno aclarar que fue en un foro diferente a los planteados, por lo cual suena incongruente homogenizar un trabajo, sino mas bien adecuar y adaptarte a cada espacio y público.
Aún así, una pieza que fue la alegría de los pequeños que se dieron cita a esta función dancística y a la vez nos recuerda que los creadores de la danza tienen como tarea pendiente la creación de obras para niños; un público que es poco atendido por los coreógrafos contemporáneos.
Todo como parte de las actividades del IV Encuentro de la Nueva Sensibilidad que se realiza en la Guarida del Coyote. Espacio escénico.