lunes, 14 de julio de 2014

El adiós a Charlie Haden, un liberador de la música

 
México ha sido una influencia musical importante para mí”, dijo. (Especial)
 
Por: Xavier Quirarte
 
“Turiya”, nombre de una composición de Charlie Haden, es el término con el que la filosofía hindú designa el estado de conciencia. Ahora que el contrabajista estadunidense fallecido el viernes pasado a los 76 años alcanzó ese estado, escuchar su contrabajo a dueto con Alice Coltrane en “Turiya”, pieza incluida en un disco de 1976, es constatar que con su música había trascendido las barreras de este mundo material desde hace muchos años.
 
Solo hay un Charlie Haden, pero son muchos los mundos que nos ha legado. Cantante infantil de música country con su familia, con su tono anticonformista fue parte del cuarteto de Ornette Coleman y de la vibrante escena del free jazz en los años 60 y 70. En la Liberation Music Orchestra, codirigida con Carla Bley, convivieron el free jazz con las ideas políticas de izquierda, la música de la Guerra Civil Española y las canciones de protesta latinoamericana. Integrante del desafiante cuarteto estadunidense de Keith Jarrett y de Old and New Dreams, que replanteaba la música de Ornette, hasta incursionó en el bolero.
 
Su contrabajo cimentó grabaciones importantes de la historia del jazz con artistas como John Coltrane, Alice Coltrane, Lee Konitz, Paul Motian, Pat Metheny, Carla Bley y muchos otros. Hace unos meses se había lanzado su última colaboración con Jarrett, Last Dance (ECM). En entrevista, le preguntaron si había cambiado la música de Jarrett después de 33 años, cuando formó parte de su cuarteto, y respondió: “Solo se ha vuelto más profunda. Sentimos lo mismo respecto a la improvisación. Es como si todo tu ser se concentrara y quieres tocar algo que nunca se ha tocado antes”.
 
En los genes
 
Haden llevaba la música en los genes. Sus padres habían actuado en el palacio de la música country, The Grand Ole Opry, antes de que él naciera, y a los dos años ya era parte del ensamble The Haden Family Singers. “Yo canté en la radio hasta los 15 años, todos los días. Siempre quise hacer música”, diría en una entrevista realizada hace diez años, cuando se presentó en el Centro Cultural Ollin Yoliztli con un proyecto de Gonzalo Rubalcaba dedicado al bolero.
 
En esa conversación ejemplificó su apetito omnívoro por otras músicas, además del jazz: “Hice un disco con Carlos Paredes, un cantante de fado portugués; dos con el guitarrista brasileño Egberto Gismonti y el saxofonista noruego Jan Garbarek, y otro con el bandoneonista argentino Dino Saluzzi. Para mí es importante hacer este tipo de encuentros porque entonces atraes a diferentes tipos de público y les llevas una forma de arte”.
 
El contrabajista coincidió también en que el jazz puede ser muy conservador, pero que existe el potencial para mover “este conservadurismo hacia una forma de pensamiento más creativo. Pienso que la espiritualidad ocupa 90 por ciento de la improvisación; el resto es academia, como es aprender escalas, acordes, armonías, teoría, composición, etcétera. Además, estamos viviendo en una cultura del rap de gánsteres: la gente sale a la calle todos los días y es bombardeada en la cara con ritmos tocados a 250 decibeles. Debemos ofrecer a la gente una alternativa a ese tipo de música; es importante darle música creativa a la gente joven. Este tipo de música es influida por los medios masivos de comunicación que hacen dinero con lo que llamo música disfuncional”, recordó en una entrevista para MILENIO en 2004.
 
Radio y televisión en poco contribuyen a difundir géneros como el jazz, que cada vez se escucha menos en los medios comerciales. “Una vez soñé que tomaba las frecuencias de la radio, la televisión e internet, y que cada vez que la gente encendía sus aparatos escuchaban a Ravel, Bach, Django Reinhardt y Billie Holiday”.
 
Puede que algún día el sueño se vuelva realidad, le sugerimos, y entonces soltó una enorme carcajada y dijo: “¡Eso espero!”.
 
Antes de su concierto en la Ollin Yoliztli, Haden recordó que “los boleros son el equivalente de los standards del jazz estadunidense, pero nadie los escucha en mi país. Usualmente la música de México o América Latina a la que la gente está expuesta en Estados Unidos es muy rítmica y no se escuchan los boleros. Por eso quiero grabar este tipo de música que es muy inspiradora”.
 
“México siempre ha sido una influencia musical importante para mí. Desde que puedo acordarme me gusta la música mexicana”, agregó el contrabajista, quien en su disco Nocturne (Universal/Gitanes, 2001) incluyó “Noche de ronda”, de Agustín Lara; “Nocturnal”, de José Sabre Marroquín y José Mojica; “Yo sin ti”, de Arturo Castro, y “El ciego”, de Armando Manzanero.

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