viernes, 8 de agosto de 2014

Entrevista con Rahbí Mroué. “El artista no da un mensaje, comparte preguntas”

 
 
Por: Rubén Ortiz y Alejandro Flores Valencia /Transversales
 
Rahbí Mroué es actor, director, guionista, artista visual libanés, así como editor contribuyente de The Drama Review (TDR) y de la publicación trimestral Kalamon. También es cofundador y miembro del Centro de Arte de Beirut (BAC). Su práctica se conforma por diversas disciplinas y formatos, entre los que se encuentran el teatro, el performance, y las artes visuales.
 
En Transversales 2014 presenta Trilogy, una conferencia que incluye la proyección de tres videos: Inhabitants of Images (2008), On Three Posters (2004) y Pixelated Revolution (2010).
 
La siguiente es una conversación que Rahbí Mroué sostuvo el miércoles 06 de agosto de 2014 al interior del Centro de las Artes de San Luis Potosí, con Rubén Ortiz y Alejandro Flores Valencia, más el acompañamiento y ojo en la cámara de Jorge Vargas Cortez.
 
Rubén: Tu trabajo me remite a la reconstrucción de la memoria, ¿hay algo de ello en lo que haces?
Rahbí: “Me temo que no. De hecho estoy interesado en cuestionar la memoria pero no en reconstruirla. Para mí, la memoria, de alguna manera, nosotros la inventamos y a veces hacemos consensos y acuerdos especialmente si hablamos de recolectar memorias, por ejemplo. Entonces, la pregunta es ¿qué debemos olvidar, o qué debemos recordar? ¿Debemos recordar todo y debería incluirse en estas colectas de recuerdos incluso aquello que no sea agradable? Yo creo que no. Las memorias conscientes e inconscientes se hacen por selección. Qué quieres recordar y qué no. Así que es interesante de hecho deconstruir las memorias y no tanto construirlas.
 
 
“Yo soy una persona que cree en el derecho a olvidar y no solamente en el derecho a recordar. Creo que es bueno olvidar y recordar al mismo tiempo. Creo que olvidar y recordar son dos cosas que funcionan juntas. No es como si las cortaras y una es positiva y otra negativa. En realidad, cuando recuerdas olvidas y cuando olvidas recuerdas, trabajan juntas.
 
 
Rubén: En Occidente decimos que somos muy individualistas y que tenemos mucha tecnología. Me parece reveladora tu idea de que hay una especie de individualismo que debemos tener, y que la tecnología no sólo manipula, sino también puede ser usada para la emancipación.
 
 
Rahbí: “Cuando dices nosotros, no alcanzo a entender quiénes son ese nosotros. ¿Los occidentales? Ok, pero entonces, ¿quién soy yo  y quiénes son los otros? Es algo problemático. Ahora bien, yo entiendo al individualismo no en el sentido de la falta de una familia, o de las relaciones humanas, no, en realidad yo entiendo el individualismo en un sentido político, en el que todas las personas somos iguales, que todos tenemos derechos humanos, todos somos iguales, y que tienen derecho a creer en lo que quieran, y tienen que respetarse unos a otros; en este sentido, son iguales pero también son diferentes. Y tienen que vivir juntos. Así es como lo entiendo”.
 
 
Alejandro: “Los sirios están grabando su propia muerte”, así comienza tu corto titulado Pixelated revolution, ¿por qué estamos fascinados con grabarlo todo, incluidas las matanzas y el suicidio?
“Tu pregunta me pone en una situación en la que debo generalizar y me rehúso a contestar de esta manera porque creo que cada lugar, cada momento, cada evento tiene sus propias especificidades, sus propias condiciones. Así que no podemos generalizar el porqué la gente quiere filmar todo, aunque puedo darle una vuelta. ¿Por qué las autoridades, el poder, en todos lados quiere grabarlo todo? Quiere grabar todo lo que hacemos, todo lo que la gente quiere hacer, quieren tener el track de cada persona. Es como una especie de sistema de seguridad o, si prefieres, es como la novela de George Orwell, 1984, de un modo tal que ellos puedan observar a cada persona. Ellos tienen este sueño de poder recolectar toda la información acerca de cada persona en la Tierra, lo cual me parece una locura, que, al mismo tiempo, es aterradora.
 
 
“Pero puedes ver la forma en que ellos están desarrollando todas las tecnologías para grabar a cada persona, nosotros desde nuestros celulares nos conectamos a ellos, con los servidores de Internet, Facebook, Google, todo lo que contenga datos y, de hecho, estas compañías están vendiendo o comprando esos datos a todo mundo, y, claro, sabemos por qué, pero al mismo tiempo, ¿es realmente posible grabarlo todo? Es como la idea de recordar.  ¿Puede una persona recordar todo? Yo creo que es imposible recordarlo todo, de la misma manera en que es imposible grabar o filmar todo. Es una tarea imposible”.
 
Rubén: En México el narcopoder usa las cabezas para hacer propaganda pero, desde tu punto de vista, ¿por qué las cabezas?
“Es simbólico. Eso no sólo sucede en México, sino también en muchas otras sociedades; algunas personas lo hacen, por ejemplo, en Irak también desarrollaron la decapitación de personas y la grabaron en videos para subirlos a Internet. Entonces, los terroristas quieren que nosotros veamos esos videos para recibir su mensaje. Y creo que es simbólico, porque quieren cortar la cabeza del cuerpo, pues en la cabeza es donde simbólicamente están las ideas. Ya sabes este mito de que en el corazón están los sentimientos, el alma, y en la cabeza está la mente, la racionalidad, y lo quieren cortar porque quieren hacer esa separación.
 
“Pero una de las cosas que me doy cuenta al pensar en este fenómeno es que la decapitación antes era sobre el rey, en público, entonces la gente venía para ver, y es algo relacionado con el poder, y, claro, ahora es en parte lo mismo, hay una continuidad que permanece, pues cuando suben esos videos a Internet en realidad es una forma de hacer que más personas lo vean”.
 
¿Y cómo oponer resistencia a esto?
“Una de las estrategias en las cuales puedo pensar se puede encarar y enfrentar eso es cerrando los ojos, y rehusarte a mirar. Porque si te rehúsas a mirar podrían ser como que no sucediera, o, si quieres verlo de otra manera, el efecto que ellos quieren poner en nosotros es borrado”.
 
Alejandro: Pero es muy complicado. Por decir un caso, alguien que el 9/11 pasó su día haciendo cualquier otra cosa irremediablemente llegó a su casa a ver cómo los aviones impactaban las Torres gemelas…
Claro que lo veremos. El problema es que cada vez que regresas a mirarlo sucede otra vez, entonces no pertenece al pasado. Y esa es la razón por la cual los terroristas graban las decapitaciones y las suben a Internet, porque cada vez que das click para mirarlas están actualizando la decapitación como si sucediera en este momento. No pertenece al pasado, entonces cada vez que lo vemos lo reactualizamos, no es que grabas algo y pertenece al pasado, no, sino que pertenece al presente, o al futuro, de hecho, y ese es el propósito: tener un lugar que conserve la decapitación para que cada vez que la mires cobre vida nuevamente. Eso es lo que yo propongo, cerrar los ojos; no estoy seguro.
 
 
Rubén: Quizás en ese caso, no sólo la resistencia está en no mirar, sino como artista, puedes tomar la imagen y deconstruirla.
“Sí, claro. A veces usamos las imágenes para deconstruir el discurso político e ideológico que hay detrás para aniquilarlo o al menos para intentar quitarle peso o saber cómo lidiar con el. Pero estamos hablando de estas imágenes sumamente violentas que ellos quieren que veamos y estoy hablando en específico de estos hechos”.
 
 
Alejandro: Hablando de esto, ¿cómo hacer un arte que trascienda el mero hecho de describir o documentar la realidad?
Rahbí: “Creo que esto es lo que hace el arte, no describir ni relatar el horror del mundo, por ejemplo, porque si te hablo del horror de la historia de México. ¿Qué pasa? Todo mundo lo sabe. O si te hablo del horror de la guerra. Todo mundo lo sabe. Todo mundo sabe que la guerra es algo malo. Yo entiendo el arte como algo parecido a la filosofía, un sistema en donde tú puedes pensar, donde puedes poner preguntas, dudas, y tratar de confrontarte con nuevas ideas, y hacerlo contra ti mismo, no contra las demás personas, incluso para traicionarte a ti mismo, así es como entiendo el arte, como una forma de compartir ideas, o lo que estás haciendo, más no para decirle a la gente algo que ellos no saben.
 
 
“Porque si haces esto entonces el arte se convierte en una especie de posición de poder, y el artista detentaría el conocimiento, es decir el artista sabe, y le dice al público lo que pasa, pero este para mí es un rol muy peligroso. Los artistas deben ser iguales, exactamente iguales que el público, y el arte es una plataforma donde tú compartes con el público, ideas, dudas, preguntas, etc”.
 
 
Rubén: Ese es el punto donde el arte y lo político de encuentran. Esta micropolítica es el tipo de política que necesitamos, la política que los políticos no pueden hacer.
Rahbí: “Exactamente, el arte es esta plataforma para compartir ideas, preguntas y dudas, aquí es donde realmente la política comienza. Y esto es lo político. Lo político es donde tú subrayas tu derecho a pensar, tu derecho a tener tiempo para ti mismo, sólo para contemplar, para dejar salir nuevas ideas y preguntas en tu tiempo libre. De hecho, las autoridades siempre roban este tiempo a las personas, quieren mantenerlas trabajando u ocupadas con las necesidades de la vida diaria, así que no tienen más tiempo para pensar, para solamente tener tiempo libre o pensar o simplemente no hacer nada. Como ser un poeta. Vivir como poeta es ser político. Y, claro, lo político no tiene que ver con la política entendida en un sentido común.
 
 
“Si estamos de acuerdo en el rol del arte y el artista, entonces, la diferencia entre el arte y los políticos es que el arte y los artistas no tienen un mensaje que dar al público. De hecho tienen dudas, preguntas. Porque si tienes un mensaje eso quiere decir que tienes respuestas. Entonces tú comienzas a decir qué es lo correcto y qué no. Y pones al público en una disyuntiva: que estén de acuerdo contigo o no”.
 
 
Alejandro: Regresando a los caminos similares entre el arte y la filosofía, leí que comentabas en una entrevista que te gusta provocarte a ti mismo. ¿Podrías ahondar en esto?
Rahbí: “Creo que provocar es muy fácil. Basta con ir a la Iglesia y comenzar a insultar a Jesús. Creo que hay mil formas de provocar a la gente, pero no hay tantas formas de provocarte a ti mismo y creo que eso es lo más importante, cómo provocarte a ti mismo, cómo realmente provocarte a ti mismo. Estamos hablando de arte y, sin lugar a dudas, tienes que provocarte al presentarte en público, en otras palabras me refiero a trabajar con los tabúes, no solamente los sociales, sino encontrar en ti estos tabúes, aunque muchas veces tienes que buscarlos porque no sabes que los tienes, los esconde tu subconsciente, y de la misma manera en ocasiones conoces tus tabúes pero no te atreves a hablar de ellos, y me parece realmente impresionante que un artista pueda provocarse a sí mismo, encontrar sus tabúes en su propio interior y tratar de atacarlos y caminar sobre ellos".

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