Por: Juan Carlos Talavera
Amor y muerte en la música de Richard Wagner y Giuseppe Verdi florecen en el primer disco del pianista mexicano Abdiel Vázquez (Monterrey, 1984), quien no intentó captar las versiones definitivas en su ejecución, pero sí alcanzar un punto de satisfacción donde se observa su técnica y virtuosismo.
Desde mi humilde punto de vista intento hacerle justicia a Verdi, a Wagner y a los pianistas que transcribieron estas obras al piano”, dice el intérprete del álbum titulado Love & Death; ya disponible en iTunes y Amazon, aunque pronto empezará a ser distribuido en físico por Alemania, China, Inglaterra y Japón.
Debo decir que el título de este disco evoca el motivo principal de todas las óperas y de gran parte de la música clásica: amor y muerte de la existencia humana. Todo eso se transmite en la música y más profundamente en la pieza que considero una de las obras maestras del álbum: la Paráfrasis sobre Tristán e Isolda, de Wagner”, apunta el mexicano que en 2015 volvió con éxito al Carnegie Hall.
Dicha pieza es una síntesis del sentimiento del disco, explica, un reflejo de su empatía por la humanidad, que intenta ver quiénes somos, cómo es que nos entendemos y cómo aceptarnos para excavar en lo más profundo de lo que somos y nos preocupa.
Todos en algún momento hemos confrontado la idea del amor y de la muerte, aunque a veces la dejamos de lado, porque hoy el mundo es un poquito más superficial y menos intenso que el de hace un siglo. Ahora la tecnología, la interconectividad… no tenemos tiempo para hablar de eso, pero el disco nos conecta con nosotros mismos".
El álbum también incluye piezas como: Los maestros cantores de Nú-remberg –transcrita por el propio intérprete–, Siegmund’s Love Song y Cabalgata de las Valkirias, de Wagner y La fuerza del destino, Rigoletto, Aida e Il Trovatore, de Verdi.
Este disco ha sido un logro muy importante en mi carrera porque un disco siempre te permite elegir el repertorio, mostrar algo que represente quién soy, qué expresar y cómo lo quiero expresar para que en veinte años pueda escucharlo y estar satisfecho… Además, esta es mi forma de presentarme ante el mundo y decir ‘éste soy yo y éste es el nivel artístico al que aspiro’”.
Vázquez reconoce que lanzar un disco es lo mismo que publicar un libro o rodar una película. “Al final quizá los creadores no quedaremos contentos al cien por ciento, pero definitivamente ésta es una versión con la que estoy satisfecho”.
El pianista adelanta que en 2016 trabajará en la presentación integral de los conciertos de Rachmaninov, e iniciará con un par de conciertos en la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de México, los días 16 y 17 de enero. Otros conciertos del joven intérprete incluyen su presentación en el teatro Emiliano de Zubeldia, de Sonora, para el 20 de enero, y su participación en el aniversario de la Universidad de Sonora, para el 12 de febrero.
Lo que veo para el año 2016 es una proyección internacional”, asegura, “porque también queremos llevar este disco a Europa y Asia para aprovechar que aún tengo un tour pendiente por Asia durante la siguiente primavera”.
Sin embargo, advierte que en el fondo la idea esencial de su trabajo se concentra en el desarrollo artístico y no en la distracción de la fama: “Mi meta es continuar ese desarrollo artístico y no perder de vista la meta: buscar la excelencia y la perfección –que no se alcanza, pero se busca– antes que poner la vista en ser famoso. Lo que quiero es hacer arte al más alto nivel y conectar con la gente de la forma más profunda”.
Discípulo de David Dubal, el mexicano se ha presentado en los escenarios más importantes del mundo; recientemente hizo el estreno mundial de la obra Pirámide del Sol del también joven compositor mexicano Juan Pablo Contreras.
Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y colabora activamente en la Escuela de Música de Manhattan y trabaja regularmente con el Metropolitan Opera House y la Escuela Juilliard.
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