Por: Nelly López
De 1600 a 1641, siglo en que se dio la consolidación de San Luis
Potosí como centro minero, se efectuaron al menos 2 mil contratos legales de
compraventa de esclavos negros, provenientes de pueblos africanos y que se
mezclaron con los habitantes de la zona comprendida entre Cerro de San Pedro
hasta lo que hoy conocemos como municipio de Charcas.
Sin embargo, con base en la
última encuesta intercensal del Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(Inegi) 2015, San Luis Potosí se posicionó junto con los estados de Zacatecas,
Guanajuato, Aguascalientes, Sinaloa y Durango, como lugares sin presencia
afromexicana o afrodescendiente. Mientras que los estados de Guerrero, Oaxaca y
Veracruz, repuntan en los tres primeros lugares con mayor índice de presencia
afromexicana en el país. Es preciso señalar que son las mujeres quienes se
reconocen como afrodescendientes directas con un 51 por ciento, mientras que
los hombres –renuentes- en un 49 por ciento.
El reciente reconocimiento de los afromexicanos que realizó el
estado de Guerrero en la Constitución del Estado, propició la disminución de la
discriminación y el racismo, estimulando a la vez la inclusión de los
afroguerrerenses en las políticas públicas y sociales, trabajando a favor de su
identidad como pueblo afrodescendiente o afromexicano. Lo que ha favorecido la
identidad, tradiciones, costumbres y cultura de un sector social que durante
siglos permanecieron recluidos en el olvido.
Pese a que en la encuesta intercensal 2015 sitúa a San Luis Potosí en
los últimos lugares con 0.0 por ciento de reconocimiento afrodescendiente, esto
se puede entender por los múltiples factores que contribuyen a comprender ya
sea tanto la negación como el desconocimiento sobre la presencia africana en el
Estado. Así como la ausencia en la Constitución Política del Estado de San Luis
Potosí, sobre el reconocimiento de la presencia de los afropotosinos.
En el ejercicio historiográfico “Piezas de indias en una frontera
esclavista novohispana. Una mirada a la corporeidad del esclavo africano en el
San Luis Potosí del siglo XVII”, de Ramón Alejandro Montoya, el autor deja
entrever la realidad del estrato africano y afrodescendiente en San Luis Potosí
a partir de los testimonios de las relaciones sociales que guiaron en primera
instancia, el tráfico de esclavos y en segundo término, las condiciones de
sujeción.
Actualmente debido a que son muy pocas las referencias con las que
se cuentan e incluso negada por su propia historia, tal es caso de la
participación de afromexicanos en la independencia y su consumación, los casos
más conocidos José María Morelos y Pavón y Vicente Guerrero, éste último
presidente de México en 1829.
Cabe señalar que si bien en algunos estados donde se reconocen como
afromexicanos o afrodescendientes, se debe en gran medida por lo visible de sus
rasgos físicos o fenotipos: color de piel, forma de cabello, entre otros, así
como por sus manifestaciones culturales, comida, fiestas y medicina
tradicional. La contribución africana no se limitó a estos aspectos, sino
también en la alimentación pues el café, la sandía, el tamarindo, frijol, ojo
negro, sorgo, así como la flor de jamaica, en la actualidad son consumidos en
nuestro país.
La reciente publicación del investigador Ramón Alejandro Montoya,
viene a aportar una nueva perspectiva sobre la presencia africana en tierras
potosinas. El tráfico de esclavos africanos en San Luis Potosí. Siglos XVII y
XVIII, es un estudio donde propone una mirada revisionista del pasado
demográfico y social potosino en el cual pone en entredicho la negación de
población africana en nuestro territorio, pues basado -entre otra
documentación- en las actas de compra venta de esclavos, el especialista
encontró una fuerte presencia de esclavos del Congo, Angola y Mozambique, sin
mencionar la fuerte presencia de mulatos. Esto viene a poner en discusión la
importancia de la presencia de afrodescendientes en tierras potosinas y su inclusión
en las políticas públicas y sociales.
Ante ello el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación
(Conapred), en el marco de la promulgación del Decenio Internacional de los
Afrodescendientes (2013-2023) propuesto por la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), ha planteado la necesidad de celebrar acciones e iniciativas que
ayuden, por un lado, a desterrar la discriminación contra la población
afrodescendiente y, por otro lado, a visibilizar sus problemas y avanzar hacia
su inclusión y reconocimiento en México.
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