domingo, 27 de marzo de 2016

Una novela a triple voz y escrita a seis manos

 

En la imagen, la escritora, el músico y la periodista. Foto: Cortesía Penguin Random House
Una escritora, una periodista y un músico unen gozos y esfuerzos para publicar una novela a seis manos: Fecha de caducidad, novedad de Alfaguara.
 
¿De dónde surge la idea de escribir una novela firmada por tres autores?
Beatriz: De jugar en Facebook. Un día, hace poco más de un año, puse una frase sobre la hora de caducidad del amor. Armando me corrigió, diciéndome que la fecha de caducidad se da por mes y año. Y de ahí surgió una larga discusión en mi muro, al que entró también Eileen, diciendo que habría que escribir algo que se llamara “Tratado filosófico sobre el amor caduco y otras toxicidades”. De broma, afirmé que habría que escribir una novela del tema. Armando me llamó, me dijo que lo tomáramos en serio y menos de dos días después, ya existía el primer capítulo.
 
Armando: Convocamos a Eileen para que desde Los Ángeles entrara al proyecto. Cuando menos nos dimos cuenta, teníamos 100 cuartillas listas, en un peloteo hecho a base de cartas, monólogos, llamadas telefónicas grabadas en viejas contestadores, correos electrónicos, chats de WhatsApp y de Facebook.          
 
¿Cómo construyeron sus personajes? ¿Fue difícil el proceso?
Beatriz: Me pareció que la única manera de hacer una novela a seis manos es que cada autor eligiera un personaje distinto y creara su propia voz particular. De otra manera, era muy difícil que la novela fluyera como novela. Comencé lanzando una especie de monólogo que Eileen respondió. Al principio, nuestras comunicaciones fluyeron en una suerte de novela epistolar.
 
Armando: No nos proponíamos cuestionar el modo ortodoxo de escribir una novela ni hacer un aporte técnico y estilístico innovador; pero cuando ya perfilábamos el final de la novela, nos dimos cuenta de que el gozoso ejercicio de escribir a seis manos, se había vuelto una experiencia rica e innovadora para cada uno de nosotros: Eileen es periodista y salvo un cuento, jamás había publicado ficción; Beatriz tiene ya una gran experiencia como novelista y los aportes estructurales y la disciplina eran lo que jalaba la carreta; yo, músico y escritor, fui siguiendo la huella de los personajes que cada uno de nosotros diseñó con una condición: respetar lo que los demás escribiéramos. Se trataba de una especie de cadáver exquisito en el que uno tenía que responder a la provocación de los demás.
 
¿Qué era más importante: el contexto o la historia de los personajes?
 
Eileen: Yo creo que ambos. No se entiende a los individuos, el origen de sus pasiones, la manera en que se relacionan con su entorno con otras personas, si se ignora su contexto, su coyuntura social o política. En Fecha de Caducidad, a pesar de que estos individuos están viviendo un momento pasional e intensamente individualista, como es el enamoramiento arrebatado, no pueden sustraerse de la realidad que les rodea; una realidad dolorosa, de incertidumbre, marcada por la impunidad. Una sociedad injusta, difícilmente crea individuos plenos.
 
¿Hasta qué punto son sus propios personajes?
Armando: Como autores vivimos dentro de los cuerpos de Ágata, Natalia y Mateo. Vemos a través de sus ojos, aunque ellos sean, en mucho, diametralmente opuestos a nosotros, pero esto es uno de los grandes hallazgos de la novela, la conexión entre las vidas profundamente privadas de ellos y las nuestras, con la historia del mundo que jamás se detiene.
 
¿En qué momento deciden que debe haber un narrador omnisciente y por qué?
 
Beatriz: Llevo años dando talleres de creación literaria y, tomando distancia, ya cuando llevábamos unas 50 cuartillas, de pronto me di cuenta que una novela epistolar no se iba a poder sostener mucho tiempo. Hacía falta un o unos narradores omniscientes que vieran a los personajes desde arriba. La primera persona del singular podría cansar al lector. En ese instante tomamos la decisión y cada autor crea la voz del narrador omnisciente de su propio personaje.
 
¿Por qué un lector mexicano tendría que leer su novela?
Eileen: Me parece que Fecha de Caducidad es una novela de su tiempo. Desde el formato que modifica la tradicional relación epistolar para incluir mensajes de WhatsApp o chats de Facebook hasta el desarrollo de la historia, inscrito en este momento de México de una manera muy natural. Los personajes caminan por las mismas calles que otros mexicanos, en las mismas circunstancias que otros mexicanos. Ven los mismos programas de televisión o las mismas películas que ellos, y se fascinan o se indignan con ellos. Creo que este experimento “triautoral” dio por resultado la construcción de personajes muy frescos.
 
Armando: Sin haberlo planeado, la novela se volvió un testimonio de lo que a nuestros personajes les ocurría, en tiempo real, en medio del sacudimiento que significó y significa Ayotzinapa. Sí, los personajes viven un triángulo amoroso y fraternal, tensados por sus vidas privadas: lutos amorosos, familias hermosas y sólidas, la lejanía de la inmigración; pero ellos, como nosotros, los creadores de estas criaturas, nos inundamos de la rabia y tristeza gigantes que la historia de la desaparición forzada de los 43 chicos de la normal de Ayotzinapa significó para México entero.
 

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