En la imagen, la
escritora, el músico y la periodista. Foto: Cortesía Penguin Random House
Una escritora, una periodista y un músico unen gozos y
esfuerzos para publicar una novela a seis manos: Fecha de caducidad, novedad de
Alfaguara.
¿De dónde surge la idea de escribir una novela firmada por
tres autores?
Beatriz: De jugar en Facebook. Un día, hace poco más de un
año, puse una frase sobre la hora de caducidad del amor. Armando me corrigió,
diciéndome que la fecha de caducidad se da por mes y año. Y de ahí surgió una
larga discusión en mi muro, al que entró también Eileen, diciendo que habría
que escribir algo que se llamara “Tratado filosófico sobre el amor caduco y
otras toxicidades”. De broma, afirmé que habría que escribir una novela del
tema. Armando me llamó, me dijo que lo tomáramos en serio y menos de dos días
después, ya existía el primer capítulo.
Beatriz: Me pareció que la única manera de hacer una novela
a seis manos es que cada autor eligiera un personaje distinto y creara su
propia voz particular. De otra manera, era muy difícil que la novela fluyera
como novela. Comencé lanzando una especie de monólogo que Eileen respondió. Al
principio, nuestras comunicaciones fluyeron en una suerte de novela epistolar.
Armando: No nos proponíamos cuestionar el modo ortodoxo de
escribir una novela ni hacer un aporte técnico y estilístico innovador; pero
cuando ya perfilábamos el final de la novela, nos dimos cuenta de que el gozoso
ejercicio de escribir a seis manos, se había vuelto una experiencia rica e
innovadora para cada uno de nosotros: Eileen es periodista y salvo un cuento,
jamás había publicado ficción; Beatriz tiene ya una gran experiencia como
novelista y los aportes estructurales y la disciplina eran lo que jalaba la carreta;
yo, músico y escritor, fui siguiendo la huella de los personajes que cada uno
de nosotros diseñó con una condición: respetar lo que los demás escribiéramos.
Se trataba de una especie de cadáver exquisito en el que uno tenía que
responder a la provocación de los demás.
¿Qué era más importante: el contexto o la historia de los
personajes?
Eileen: Yo creo que ambos. No se entiende a los individuos,
el origen de sus pasiones, la manera en que se relacionan con su entorno con
otras personas, si se ignora su contexto, su coyuntura social o política. En
Fecha de Caducidad, a pesar de que estos individuos están viviendo un momento
pasional e intensamente individualista, como es el enamoramiento arrebatado, no
pueden sustraerse de la realidad que les rodea; una realidad dolorosa, de
incertidumbre, marcada por la impunidad. Una sociedad injusta, difícilmente
crea individuos plenos.
Armando: Como autores vivimos dentro de los cuerpos de
Ágata, Natalia y Mateo. Vemos a través de sus ojos, aunque ellos sean, en
mucho, diametralmente opuestos a nosotros, pero esto es uno de los grandes
hallazgos de la novela, la conexión entre las vidas profundamente privadas de
ellos y las nuestras, con la historia del mundo que jamás se detiene.
¿En qué momento deciden que debe haber un narrador
omnisciente y por qué?
Beatriz: Llevo años dando talleres de creación literaria y,
tomando distancia, ya cuando llevábamos unas 50 cuartillas, de pronto me di
cuenta que una novela epistolar no se iba a poder sostener mucho tiempo. Hacía
falta un o unos narradores omniscientes que vieran a los personajes desde
arriba. La primera persona del singular podría cansar al lector. En ese
instante tomamos la decisión y cada autor crea la voz del narrador omnisciente
de su propio personaje.
¿Por qué un lector mexicano tendría que leer su novela?
Eileen: Me parece que Fecha de Caducidad es una novela de su
tiempo. Desde el formato que modifica la tradicional relación epistolar para
incluir mensajes de WhatsApp o chats de Facebook hasta el desarrollo de la
historia, inscrito en este momento de México de una manera muy natural. Los
personajes caminan por las mismas calles que otros mexicanos, en las mismas
circunstancias que otros mexicanos. Ven los mismos programas de televisión o
las mismas películas que ellos, y se fascinan o se indignan con ellos. Creo que
este experimento “triautoral” dio por resultado la construcción de personajes
muy frescos.
Armando: Sin haberlo planeado, la novela se volvió un
testimonio de lo que a nuestros personajes les ocurría, en tiempo real, en
medio del sacudimiento que significó y significa Ayotzinapa. Sí, los personajes
viven un triángulo amoroso y fraternal, tensados por sus vidas privadas: lutos
amorosos, familias hermosas y sólidas, la lejanía de la inmigración; pero
ellos, como nosotros, los creadores de estas criaturas, nos inundamos de la
rabia y tristeza gigantes que la historia de la desaparición forzada de los 43
chicos de la normal de Ayotzinapa significó para México entero.
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