Por: Daniela Medina
Un niño sobredotado es una promesa de éxito”, es como Andrew Almazán, el psicólogo más joven del mundo, describe la condición de los genios, que como él, desarrollan sus capacidades y aptitudes más rápido y mejor que las personas promedio.
Este sector de la población representa poco menos del tres por ciento de la población infantil en México, es decir cerca de un millón de niños, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proporcionados por el CEDAT, de los cuales un 95 por ciento no es diagnosticado, por lo que miles de pequeños genios no logran desarrollar plenamente sus capacidades.
En sí, qué es la sobredotación intelectual -término aceptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) -, nuestro experto aclara: “Decir que es ‘superdotación’ es caer en un error de etimología, porque es decir como que son de poderes especiales, cuando realmente es mayor capacidad intelectual, por lo que debe referirse como sobredotación intelectual o sobrecapacidad”.
La OMS estableció en un informe publicado en 2010 que la única manera de dar un diagnóstico de sobrecapacidad intelectual es con pruebas estandarizadas para conocer el Cociente [o Coeficiente] Intelectual (CI). Es decir, si el niño en cuestión obtiene un resultado mayor a los 130 puntos, se trata de un caso de sobredotación.
El CI promedio va de los 90 a los 100 puntos.
Tal como lo describió el británico Sir Francis Galton en su libro El Genio Hereditario, la sobrecapacidad intelectual es un asunto de genes, lo cual tampoco significa que todo recaiga sobre este aspecto. “el hecho de que sea heredado no significa que se pueda preservar solamente por la genética [...] de un 50 al 60 por ciento es genética y el resto es ambiental”.
Sobre le diagnóstico, Almazán dice que entre más pronto se haga es mejor, “las pruebas psicométricas se practican a partir de los dos años de edad [...] cuando se tienen niños que ya leen y escriben en dos idiomas, que con la debida atención se puede lograr”.
“A los 10 o a los 12 años se puede diagnosticar pero conforme pasa el tiempo es más difícil, pues de los niños que nacen con sobredotación intelectual sólo un porcentaje menor al cuatro por ciento logra conservar sus capacidades intactas hasta llegar a la adultez, gran parte de ellos se pierden en este camino educativo y psicológico”.
“Son características psicológicas y médicas, las primeras son las que el padre puede identificar, por ejemplo se encuentra la hiperactividad, que muchas veces es confundida con TDH (Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad). Este error que se produce es la causa principal por la que en México se pierden tantos niños sobredotados, éste es el diagnóstico erróneo”.
“El Síndrome de Hiperactividad se da porque el niño se aburre de estar haciendo tareas monótonas, los niños sobredotados son hiperactivos cuando se aburren y también por la misma capacidad de aprendizaje elevada pero se diferencian de los niños con TDH porque no tienen la capacidad de prestar atención, por un problema cerebral, no por aburrimiento”.
“A mí me hicieron un estudio a los cuatro años -dice Andrew- donde me dijeron que tenía sobredotación, pero a la vez me dijeron que tenía TDH, que es una confusión muy común, pero es como decir que alguien tiene la presión baja y la presión alta a la vez”.
Andrew Almazán, niño superdotado que desarrolló sus habilidades / Foto: CEDAT
El CEDAT realizó el estudio más importante de los últimos años en este ámbito para crear un perfil del niño sobredotado en el país, para ellos analizó mil 300 casos de jóvenes entre los dos y los 19 años de edad, la mayoría de ellos (77 por ciento) del género masculino.
Dicho perfil revela que la mayoría de ellos nacieron por cesárea, pues debido a que la hiperactividad se desarrolló desde antes del parto, se enredaron en el cordón umbilical de su madre.
Asimismo, y en contra de los estereotipos, más del 83 por ciento no utiliza lentes y sólo el nueve por ciento de ellos tiene sobrepeso.
Además, la gran mayoría sufre de problemas emocionales, pueden sostener conversaciones con personas mayores y se distraen con facilidad.
Algunos otros datos:
Hiperactividad, que disminuye al presentarse una tarea demandante o de interés para el niño
Aprendizaje rápido
Distraído (por la hipersensibilidad de los sentidos), aunque con la capacidad de aprendizaje sin prestar atención
Interviene en pláticas de adultos y puede comprenderlas
Continuamente arma objetos o estructuras
Tiende a querer imponer sus reglas
Sensible en el área emocional
Tiene baja tolerancia a la frustración, lo que genera una búsqueda incansable por conseguir siempre sus objetivos.
“El diagnóstico se puede hacer con pruebas estandarizadas y con profesionales en el área, el problema es que después del diagnóstico ¿qué es lo que sigue? Es cuando se requiere una atención especializada.
Y cita a Thomas Jefferson ” ‘no hay nada más desigual que dar igual tratamiento a gente desigual’, el hecho de que sea diferentes hace que requieran una atención distinta para que puedan aprovechar sus necesidades”, dice.
“En el nivel profesional hay mucha ignorancia también en este aspecto, no sólo en la sociedad, pues muchos profesionistas por desconocimiento no diagnostican sobredotación intelectual porque no saben que existe o porque creen en los estereotipos que todavía persisten, entonces creen que el niño sobredotado va a ser el típico nerd o ‘ratón de biblioteca’, lo cual es totalmente falso”.
Señala que las personas que atenderán al niño en cuestión durante y después del diagnóstico deben de tener el mismo nivel intelectual, “no solamente por el establecimiento de empatía sino porque para atender a niños sobredotados se requiere de iguales.
Al igual que entre los niños sobretodados la convivencia se basa entre pares intelectuales, también sus profesores y su psicólogos que los diagnostiquen deben tener capacidades similares”, apunta.
Entonces, Andrew aclara que no cualquier psicólogo o profesionista en el área puede diagnosticar a un infante sobrecapacitado.
Con base en el perfil dispuesto anteriormente, los padres de familia y profesores pueden identificar ciertas actitudes y a partir de ahí enviar al niño a un centro especializado en sobredotación intelectual para que no se caiga en malos diagnósticos.
En caso de tener una valoración errada se puede dar “no solamente una baja de la autoestima y un daño en la personalidad del niño porque se siente denigrado por los diagnósticos erróneos, también un sentimiento de incomprensión y una disminución de las capacidades intelectuales por falta de estímulos”.
Una vez que se hace el diagnóstico se le tiene que dar seguimiento, pues pese a que esta condición viene de nacimiento, eso no significa que “la vida ya está resuelta, ese es un mito que ocasiona más daños”, como dice nuestro experto.
“La familia requiere también esta aceptación ante la sobredotación porque en unas ocasiones se le ve incluso como enfermedad y otras como una limitante social, o quizá otros familiares como los primos o los tíos, pueden mostrar hostilidad hacia los niños”, para estos casos, se requiere que se tome terapia psicológica para reducir o eliminar este tipo de problemas, “porque a fin de cuentas, la familia es la piedra angular de la estabilidad de los niños”.
Los niños sobredotados poseen actitudes que fácilmente se pueden confundir con trastornos psicológicos de atención o problemas de actitud, lo cual deriva en aislamiento por parte de sus profesores, compañeros de escuela y hasta familiares.
Pero no, no es incapacidad de relacionarse socialmente, se trata de actitudes que les dejan un sentimiento de incomprensión y el bullying, según nos explica Andrew: “Es un problema muy fuerte con los niños sobredotados, si de por sí México ya ocupa de los primeros lugares de bullying en las escuelas de educación básica, el promedio en la primaria y secundaria está en 40 a 50 por ciento en población promedio, en niños sobredotados se ubica cerca del 80 por ciento”.
También suelen tener problemas con sus profesores y figuras de autoridad en general, lo cual se da cuando se está en un entorno que no es el adecuado para él.
En 2009 se realizaron las primeras reformas en la ley de Educación para que se reconociera que existen los niños sobredotados, sin embargo, se debe de considerar que países como Alemania están trabajando con niños desde 1800, entonces este rezago no se puede resolver es unos cuántos años”.
Las consecuencias de este rezago se deben también a la falta de continuidad que se le ha dado a los programas de Atención Educativa a niñas, niños y jóvenes con aptitudes sobresalientes y/o talentos específicos, y el de fortalecimiento de la educación especial y de la integración educativa, que la Secretaría de Educación Pública (SEP) implementó en 2008.
Por ello, entre mayor tardanza para desarrollar y consolidar modelos de educación las generaciones de niños genio se irán perdiendo, porque como nos dice Almazán Anaya “no se puede agarrar un bebé que no lo trae en la genética y convertirlo en sobredotado, pero un niños sobredotado nace y se puede hacer promedio”.
“La genética lo que dictamina es el potencial, una promesa de que el niño podrá ser muy inteligente pero entran ya factores desde el embarazo, la lactancia materna exclusiva, que es muy importante para los niños, la estimulación temprana, el hecho de que no se les bloquee para que aprendan a leer y a escribir”, dice Andrew Almazán.
“Después del diagnóstico yo seguí en el sistema escolarizado tradicional hasta los nueve años -cuenta-, cuando ya comencé a hacer una educación ya en un programa especializado en la SEP, así terminé la primaria a los 10 años, la secundaria a los 11 y la preparatoria la terminé a los 12, fue así como ingresé a la universidad a estudiar medicina y psicología, las dos carreras simultáneamente”.
Para continuar con una educación que cumpla las expectativas y habilidades de los pequeños hay distintos instituciones como el Centro Mexicano de Alumnos Sobredotados que tiene el Programa de Potenciación Intelectual para mantener y maximizar las capacidades de los menores, hasta con dos mil horas de trabajo al año, en donde se dan temas adicionales a los que dan en las escuelas, no sólo en el área académica si no con materias como astronomía, robótica, pintura, teatro e idiomas.
Recomendó en general adoptar el sistema educativo que mejor se adapte al ritmo de los niños, y tomar en cuenta la apertura de dicha organización, pues hay quienes se adaptan a las escuelas tradicionales, unos más a la modalidad abierta, en casa, o con los modelos de educación diferenciada que adoptan instituciones como el CEDAT.
“Dependerá de cómo se adapten y también del mismo Coeficiente Intelectual, entre más alto sea más difícil va a ser que ese niño conviva con niños promedio porque éstos últimos lo van a tender a rechazar más”, aconsejó.
Por último, el psicólogo recomendó a los padres y a los maestros -que son los primeros en hacer un diagnóstico- informarse sobre las señales que se deben de tomar en cuenta (como el perfil mostrado arriba) y si cumple con al menos la mitad de las características “valdría la pena hacer un estudio como los que se organizan en el CEDAT y en la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual, porque una vez que se hacen esos estudios ya se puede tener certeza si el niño es o no sobredotado, previamente no se puede hacer un diagnóstico sin estadística, sería una especulación”.
“No hay que quedarse con la duda”, finaliza.
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Andrew Alexi Almazán Anaya se convirtió en licenciado en psicología a los 16 años, y ahora a sus 19 cursa el Doctorado en Innovación Educativa en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
El actual director del Departamento de Psicología del Centro de Atención al Talento (CEDAT), nació en la Ciudad de México en 1994, y sólo con 12 años de vida ya cursaba dos carreras de manera simultánea, una para convertirse en psicólogo y otra en medicina, tras las cuales consiguió terminar también una maestría en Educación con Acentuación en Desarrollo Cognitivo.