Por un lado, me parecía interesante esa acción para visibilizar ese tipo de figuras. Una cosa que trato de hacer mucho en mi trabajo es darle visibilidad al sujeto opresor, y no solamente centrarme en el sujeto oprimido o hiper visibilizarlos como viene pasando, sino que a mí me parece muy grave, que dentro de todo el debate sobre las muertes en las zonas de frontera, de la mal llamada crisis de los refugiados de hace un par de años, lo que se hiper visibiliza es al sujeto que es víctima de ese control migratorio, a las personas que mueren en las zonas de frontera, y las personas responsables, como puede ser por ejemplo, Frabrice Leggeri, el director de Frontex, nadie sabe quién es, cuando es uno de los mayores responsables políticos de las muertes en esas zonas de frontera.
Y no solamente él, sino toda una serie de políticos de la UE, de los estados miembros, personas implicadas en las empresas privadas que se lucran con el control migratorio, funcionarios, Oficinas de Extranjería, funcionarios de ayuntamientos, funcionarios de la Generalitat, funcionarios de un montón de campos, porque para generar esa situación de muertes se requieren muchas figuras que trabajen en ello, ¿no?
Otra acción puede ser “Réplica” que es otra de las acciones que se hizo un 12 de octubre, en esas acciones que vengo haciendo hace muchos años, y en donde lo que hago es replicar la postura de la persona indígena alrededor del Monumento a Colón y ante un cura, pero lo replico arrodillándome ante los españoles que ese día celebraban la fiesta nacional.
Y una de las cosas que digo es que se celebra el 12-O porque se necesita mantener esa narrativa de los europeos, y de los españoles en concreto, como sujetos superiores precisamente para poder sustentar un sistema de control migratorio, para poder sustentar los CIE, las deportaciones, la explotación, la persecución a la población migrante, etc.
Y entonces, se necesita que esos símbolos de la historia colonial que forjan el racismo actual se mantengan en pie, y estén puestos como símbolos de las ciudades, como por ejemplo el monumento a Colón de Barcelona. Entonces, en esa acción lo que hago es que aquellos ciudadanos que hoy día están reivindicando el comienzo del proceso colonial, pues me arrodillo ante ellos, y es muy interesante ver las reacciones violentas que tienen ante mí, y que ellos mismos me terminan gritando cosas como “vete a tu país”, o sea como ellos mismos relacionan el tema colonial con el “vete a tu país”.
Hay más, como “Madre Patria” que es la última acción que hice un 12-O, pero todas estas acciones performáticas las pueden ver tanto en mi página web como en mi canal de YouTube, donde están todos los vídeos.
¿Cuánto ha influido tu maternidad soltera en ese lenguaje narrativo infantil intencionado que usas en obras como tu reciente El Abc de la Europa racista o su previa Hay un monstruo debajo de mi cama?¿De dónde nace esa selección del registro narrativo infantil para tu discurso y esa aparente intencionalidad educativa con qué lo expones?
Como muchos de los proyectos que hago, las acciones artísticas que llevo a cabo son una respuesta a situaciones de mi vida cotidiana, pues obviamente con la maternidad me acerqué a toda una serie de materiales que tienen que ver con la educación infantil y con sus estéticas relacionadas, o cómo se forman desde muy niño, estructuras como la normalización del racismo, la normalización de las reivindicaciones de la historia colonial narrada desde la blanquitud, narrada desde Europa.
Por ejemplo, canciones como “10 indiecitos”, que es una canción que les hacen cantar en la escuela, que proviene de una canción racista que se llama “10 negritos” de 1868, norteamericana, que inspiró un siglo después la novela de Agatha Christie, que narraba la muerte de estos niños, uno a uno, de manera violenta, y una canción que en su momento se cantaba en EE UU sin ningún tipo de problema.
Luego, en los años 60, con la lucha por los derechos civiles, pasa que esa canción es señalada, y se cambia en inglés a “Ten little indians” y ya no mantiene sus muertes, pero mantiene la tonada y el contar a estos niños indios. Y luego esta canción se traduce al castellano y termina en “10 indiecitos”, y es una canción que uno puede encontrar en YouTube y en la escuela desde muy chiquititos, cuando tienen tres, cuatro o cinco años, les hacen cantar esa canción cuando llega el día 12 de octubre, durante la celebración de la fiesta nacional.
Entonces, hay muchísimo material, muy violento, muy racista, que circula en los espacios infantiles. Por ejemplo, hace un tiempo encontré un libro titulado El Abc con Cristóbal Colón. Entonces, utilizando la misma lógica que utilizo en el Abc de la Europa racista, lo que hacen es una reivindicación del colonialismo. O en concreto, mi libro yo lo comencé a partir de un libro que encontré que se llamaba El Abc para los bebés patriotas, que es un libro que, de hecho, todavía se vende, un libro donde hay una reivindicación absoluta del colonialismo inglés, donde te ponen por ejemplo la “I” es para “India”, los territorios colonizados por Inglaterra. La “C” es para “Colonización”. Y eso es parte de lo que ha forjado durante muchos años esa normalización del sistema racista colonial.
Entonces, yo a partir de esa idea de los libros del “Abc” hice una propia lista de palabras, situaciones, etc. que eran muy importante apuntar. Porque también muchos de los problemas que tenemos cuando hablamos de esto es que el lenguaje también es un campo de batalla. Por ejemplo, en la lógica siempre de hablar, inmigrante es esto, inmigrantes ilegales… hay toda una serie de herramientas por parte del sistema racista colonial, utilizando el lenguaje precisamente para sustentar y afianzar “su” narrativa.
Así que en el libro lo que me interesaba también introducir era términos como “Antirracismo”, “Decolonial”, “Anticolonial”, “Resistencias”, y entonces el libro denuncia utilizar términos como “Sistema de Control Migratorio”, no siempre hablar de este vicio que tiene Europa de hablar de inmigrantes, y como decía antes no hablar de los responsables de ese sistema.
Por un lado, me permitía apuntar estas otras terminologías que describen y denuncian ese control migratorio, pero también me permitía reivindicar historias de luchas antirracistas y anticoloniales que se vienen dando desde hace 500 años. Porque creo que también para reforzar la lucha antirracista actual, es importante darnos cuenta que somos parte de un largo camino, y que se ha venido luchando desde hace muchos años, tanto dentro del territorio español –ya desde el año 1985 con la primera Ley de Extranjería, como cuando sucedió el asesinato de Lucrecia Pérez en 1992, que hubo muchas luchas y resistencias migrantes–, como fuera como las historias de Tupac Amaru, los Black Panthers, que la historia está plagada de estas resistencias que también las señalo en el libro.
Después, el otro libro que hice para niños, Hay un monstruo debajo de mi cama, es donde narro cuando estaba embarazada mi experiencia con la Oficina de Extranjería, y en concreto, a mi me pareció muy violento en aquel momento, que yo estando con una barriga de siete meses, no hubiese ningún tipo de empatía por parte de los funcionarios, y al contrario, cuando yo tengo mucha experiencia en renovar papeles porque me ha tocado hacerlo muchas veces, sentía que había una especie de ensañamiento.
Entonces ese libro también me parecía también importante para hablar de los miedos que tienen los menores migrantes en relación con la extranjería, y hablar en concreto de ese funcionario y del poder que tiene, y cómo yo hablo siempre de esa violencia burocrática que es una violencia psicológica.
En la Oficina de Extranjería somos sometidos a una violencia que muy pocas veces es denunciada, obviamente porque hay cuestiones muchísimo más graves como las muertes en frontera, los CIE, las deportaciones, pero creo que es también muy importante apuntar ese espacio y como afecta a las personas migrantes, a las familias migrantes y a los menores migrantes.
Ya que has entrado en la disección del racismo institucional y educativo, me gustaría que me hablaras de esa violencia que podíamos llamar “clínica”, por aséptica, de supra-organizaciones militares como Frontex y del blanqueamiento democrático que realizan apoyándose en la industria europea de los derechos humanos que ellos mismos alimentan.
Uno de las cosas que yo vengo investigando bastante son todos los procesos de legalización de la violencia, y todos los mecanismos, y el gran trabajo y los grandes recursos que se vienen destinando para diseñar todo un sistema de normalización tanto legal como discursiva, por parte de la Comisión Europea, los estados miembros, y todos los órganos de gobierno, así como por agencias como Frontex, que es la agencia de control migratorio de la UE y uno de los brazos más fuertes del racismo institucional.
Por ejemplo, una de las cuestiones que yo investigué mucho es cómo ellos, junto con la Comisión Europea y distintas agencias de la industria de derechos humanos, generan toda una serie de mecanismos normativos para legalizar y normativizar el uso de violencia durante deportaciones forzadas, y aparte legalizar y normalizar el hecho de la deportación en sí, y las deportaciones colectivas. Es algo que vengo denunciando hace muchos años.
Las deportaciones colectivas son algo que está prohibido por el artículo 4 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, y en el año 2008 cuando se hace el Fondo de Retorno para implementar mayores deportaciones y deportaciones colectivas que van a ser llevadas a cabo precisamente por Frontex, lo que dice la interpretación legal que hace la Comisión Europea de esto para poder abrir la vía legal a las deportaciones colectivas que están prohibidas, es que no se consideran colectivas, porque cada persona lleva una orden de deportación individual.
Es decir, que solo se leen el papel que lleva cada persona y no el hecho de que están metiendo a 300 personas en un vuelo masivo de deportación. Por otro lado, esto obviamente normaliza el hecho mismo de la deportación.
Después, Frontex desde hace unos años generó una cosa que se llama Frontex Consultative Forum que es una plataforma donde ellos invitan a distintas agencias de la industria de los derechos humanos, como pueden ser Acnur, Amnistía Internacional, Cáritas, Cruz Roja, la Organización Internacional de las Migraciones, Jesuitas por los Refugiados, la Agencia de los derechos fundamentales de la UE, todos ellos trabajan en esto, y el discurso inicial de Frontex es que los llama para que los ayuden a no violar los derechos fundamentales o los derechos humanos, en sus operativos ya sean de deportación, detención en zonas de frontera o algunas de estas situaciones.
Pero lo que termina sucediendo con esta plataforma es que acaba operando como un mecanismo de legalización de la violencia que se ejerce contra esos migrantes, y además le ayuda a legitimar todas esas prácticas que vienen realizando.
Por ejemplo, un producto del trabajo de ese FCF es el manual para el proceso de deportación colectiva, que se presenta como si fuese hecho para proteger los derechos de esos deportados, pero lo que termina sucediendo es que, por un lado, normaliza el hecho de la deportación masiva en sí, y por otro lado legaliza el uso de sedantes durante los procesos de deportación.
Entonces de lo que estamos hablando es que en la elaboración de este manual, en el que pone claramente que se podrán usar sedantes en caso de que el deportado ponga en riesgo el vuelo, que es una situación excepcional como siempre en las leyes normativas que tienen que ver con la población migrante, donde el funcionario puede decidir qué es riesgo y qué no es riesgo, y se sabe que se usan sedantes de manera reiterada; pues este manual fue elaborado en colaboración directa con Amnistía Internacional y Acnur, y es presentado junto con ellos.
Y eso es lo riesgoso de que estas agencias colaboren con Frontex de manera directa, o sea trabajen en sus oficinas. Yo he visto a gente del Acnur, como Marta Ballesteros, saliendo de las oficinas de Frontex, porque ella trabaja ahí directamente. Por otro lado, el Acnur también le pasa entrevistas a refugiados a Frontex, que luego determinan el cierre de fronteras y hay toda una serie de mecanismos de colaboración entre esta industria y Frontex para fortalecer la legalización de la violencia contra las personas migrantes.
¿Y por qué crees que las metrópolis de “acogida” sienten tanta incomodidad ante las críticas contra sus modelos de integración/asimilación, y recurren siempre a la victimización personal para desacreditar el discurso crítico cuando no al prejuicio paternalista por el que el radical debe ser pobre y necesitado de asistencia urgente para no ser tratado directamente como un enemigo del Estado, como tú conoces personalmente tan bien por haberlo vivido sin parar en carne propia?
Bueno sí, es muy difícil articular un discurso antirracista más amplio, es decir, hasta dónde podemos llegar en un discurso público sobre un antirracismo político, no este antirracismo moral, en que se diferencian por ejemplo el que hacen los indígenas en la república, y es muy difícil aunque hay que seguir trabajando en ello, porque hay toda una serie de mecanismos incorporados obviamente en la derecha, pero sobre todo en la izquierda blanca, que podrían ser aliados en este trabajo, que tienen toda una serie de mecanismos incorporados para desactivar el discurso antirracista radical.
Entonces eso genera mucha dificultad al momento de nosotros querer articular críticas al sistema de control migratorio. Una, como mencionas, es que cuando hablamos de cuestiones de racismo institucional, estructural, historia colonial, etcétera pues se tiende a tirar únicamente al terreno de lo personal.
Obviamente el terreno de lo personal es importante, y es importante hacer un trabajo en relación al racismo social, pero ese no es el más importante. Se habla de esto de la “fragilidad blanca” y esto genera la imposibilidad de que podamos hablar y hacer críticas abiertamente.
Por ejemplo, yo me he visto en la situación de estar hablando con documentos de Frontex, de la Comisión Europea, sobre el uso de sedantes, sobre las deportaciones, los abusos, la violencia, sobre los desaparecidos en las zonas de frontera, y un alumno de la Universidad donde estaba hablando, pararse en medio de la clase, gritarme y decirme ¡que yo lo estaba insultando a él! Y que qué era toda esa serie de prejuicios que yo tenía contra la blanquitud y contra Europa y todo, cuando yo estaba hablando con documentos y con toda una investigación encima de la mesa.
El problema no es que se lo tomen o no personal, el problema es toda esta serie de mecanismos que generan para evitar tener una discusión profunda, seria y radical en relación con lo que está sucediendo con el racismo en el contexto europeo.
En esto, uno de los mecanismos principales de defensa, es cuando se habla del tema de los “privilegios”. Yo siempre explico que el tema de los privilegios surge de compañeras inmigrantes y racializadas que apuntan a los privilegios, no para que la persona europea blanca se pegue en la espalda y se sienta culpable de sus privilegios, o para que se trabaje sus privilegios para ser una mejor persona. Porque el antirracismo no se trata de mejorar la sociedad europea ni mejorar a las personas europeas blancas, sino que se trata de que la violencia pare.
Entonces cuando esas compañeras apuntan a los privilegios es para decirle a muchas personas europeas blancas, miren, ustedes tienen otra perspectiva en cuanto al racismo y cómo nos afecta, porque la posición de privilegio racial en la que viven en relación a esto, no les permite experimentar o vivir las opresiones que vivimos nosotras en la Oficina de Extranjería, en la calle, en las zonas de frontera, etc.
Entonces se apunta a los privilegios para explicar el racismo institucional, estructural, no para señalizarlos a ellos y cómo se sienten. Pero la blanquitud y el eurocentrismo tienden a ponerse uno mismo en el centro.
Entonces muchas veces, en unas discusiones puramente políticas sobre racismo estructural, sobre leyes y cosas muy profundas de este sistema que necesitamos entender para desmontarlo, terminamos en discusiones sobre cómo se siente una persona blanca en relación a lo que se está hablando y nos centramos otra vez en sus sentimientos, cuando eso, como digo, es lo menos importante, porque acá lo importante es que pare la violencia contra la población migrante, y lamentablemente esta actitud nos la encontramos muchas veces en la propia izquierda, con la que pretendemos mantener algún tipo de dialogo en relación a este tema. Y lo pretendemos porque supuestamente ellos se autodenominan como antirracistas.
Así que varias personas venimos cuestionando que a ver, si tu tienes unos espacios de hiper visibilidad, tienes un montón de medios para producir debate, tienes un montón de espacios en los medios de comunicación, y tú te autodenominas antirracista, pues las personas y comunidades migrantes y racializadas no estamos del todo de acuerdo o no estamos de acuerdo en nada de que cómo la izquierda blanca está llevando las cuestiones en relación al racismo porque precisamente ellos no tienen la experiencia vital que tenemos nosotros.
Una compañera europea blanca puede conocer los marcos legales, puede haber pisado una Oficina de Extranjería, pero no ha experimentado lo que es la violencia psicológica de no tener papeles, o vivir el racismo en el espacio público o cómo se traducen esas leyes de las que podemos hablar en tu vida cotidiana y como la condicionan.
Entonces muchas veces estos mecanismos que explico de negación del racismo o de decir que el racismo es “eso que dicen que es las personas blancas” y que la lucha tiene que ser como ellos digan pues lo que terminan generando son bloqueos que impiden que podamos entrar en unos diálogos para articular otros discursos, otras formas de crítica al sistema racista colonial, porque precisamente el racismo va de mal en peor y además las herramientas que han estado siendo utilizadas por la izquierda blanca no sirven y no funcionan. Entonces, hay que buscar otros lenguajes, ¿no?
Hablar de derechos humanos, pues si son unas herramientas que están absolutamente cooptadas por la derecha, porque todos los documentos del sistema de control migratorio citan a los derechos humanos y a los derechos fundamentales veinte veces cuando están hablando de deportación, entonces posiblemente esos derechos humanos nos pueden servir al momento de ir por un proceso judicial, pero a nivel de reivindicación política no sirven porque ya están absolutamente viciados, y además tapan la importancia de la verdadera reivindicación necesaria de los derechos políticos y civiles, que son de los que nadie habla.
Entonces, esas cosas se tienen que hablar, pero muchas veces no se nos permite tener ese diálogo con la izquierda blanca. Y también pues revisar, como tú apuntas, el tema del paternalismo en donde solamente se nos permite un diálogo si es que no hay una conversación de igual a igual en la conversación, e incluso de entender que nosotras tenemos que tener un espacio prioritario en nuestra propia lucha, sino que siempre y cuando nos comportamos escuchándolos a ellos, y respondiendo a lo que ellos digan que tiene que ser la lucha antirracista, pues va a funcionar.
Yo, como siempre explico, pues el paternalismo también es racismo, es otra forma de racismo, pero también lo es. Por otro lado, en los mecanismos para negar el dialogo sobre otras formas de entender el asunto y luchar contra él, también está la exigencia de los niveles de violencia. Es decir, muchas veces a mí me han dicho cosas como “pero bueno, a ti no te han deportado”.
Es como que ellos ponen el grado de opresión o violencia que tú tienes que haber vivido para que tu denuncia sea legítima. Y como el racismo histórico, el racismo mediático, que venimos viendo que genera muertes, explotación y violencia contra la población racializada y migrante es tan brutal, si tú no pasas por unas situaciones de una violencia extrema, que obviamente esas son las primeras personas a las que tenemos que empujar para que estén al frente de las denuncias, es cuando desde la izquierda blanca se nos pide que certifiquemos unos grados de violencia brutales, para qué consideren que tenemos una voz y siempre y cuando, como digo, puedan manejarla desde una posición de superioridad, de paternalismo.
Pues a lo mejor por eso que explicas, parece que hay una parte de la izquierda blanca española, sobre todo de inspiración filo-marxista que no te perdona el atrevimiento de tus deconstrucciones en clave antirracista y anticolonial de algunos de sus referentes de siempre, como ocurrió con el filósofo esloveno Slavoj Zizek en su última visita a Madrid, del que llegaste a mostrar párrafos completos subrayados de su última obra que mostraban su racismo colonial. ¿Por qué crees que esa izquierda reacciona así contra ti cuando supuestamente su ideario coincidiría con tu denuncia?
Yo creo que uno de los grandes problemas que tienen es que casi todos sus referentes son hombres blancos europeos. Y eso lleva a que su ideología esté plagada de un solo punto de vista, una sola forma de interpretar el mundo. Pero no se trata de leer a Audre Lorde, Frantz Fanon y Assata Shakur y con eso se arregla. Es más complejo. Pero sí, yo he hecho públicos análisis de textos como por ejemplo los de Zizek, que vino a Madrid e incluso había colas para su firma de libros y para escucharlo, presentando su último libro que se llama La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror, que está absolutamente plagado de argumentos racistas que podrías escuchar en el bar de la esquina como por ejemplo, que por qué los refugiados sirios no se van a Arabia Saudí y tienen que venir a Europa, sin entender la idiosincrasia siria que ha venido siendo bastante laica a diferencia de Arabia Saudí, porque es esa tendencia desde Europa y desde la blanquitud a ver el Sur global como un todo. Los musulmanes como un todo, Latinoámerica como un todo, y lo mismo Asia y África como un todo.
Otro autor que también he analizado es Vicenç Navarro, que es el autor del programa económico de Podemos, cuando por ejemplo dice que uno de los problemas por los que la clase trabajadora blanca vota en los últimos años a la derecha es porque la izquierda no ofrece un discurso más restrictivo respecto de la población migrante, y lo argumenta diciendo que los costes de integración de esta población migrante los paga la clase trabajadora blanca y que la izquierda no se da cuenta de ese coste y por eso vota a la derecha.
Entonces ahí ocurre algo que pasa mucho en la izquierda blanca, que no considera a las personas migrantes como clase trabajadora y únicamente generamos gasto, y por otra parte narra la integración como si fuera una serie de servicios que nos dan a las personas migrantes cuando venimos a vivir aquí, cuando en realidad son una serie de trabas burocráticas y de discursos racistas creados para que se nos impida acceder a los papeles. Son exámenes que nosotros pagamos. Informes que nosotros pagamos.
Entonces hay un total desconocimiento y es muy común en la izquierda blanca de no saber qué es la integración, y estar replicando el discurso racista de que la integración es esos servicios o esa benevolencia que nos dan a las personas migrantes.
Otro referente de la izquierda blanca que también recientemente dijo algo bastante grave fue Juan Carlos Monedero, hablando en relación al tema de Catalunya. Y en un momento se puso a hablar de la “herida colonial” que tenía España, cuando es un término que viene de las compañeras racializadas del sur global, que hablan de esa herida como el sujeto racializado, el sujeto colonizado que porta esa herida, y desde ahí se han articulado muchísimos discursos que parten desde la experiencia vital de ser racializado, pero Monedero utiliza exactamente este mismo término para hablar del sentimiento que tiene España ante la pérdida de sus últimas colonias con Cuba y Filipinas. Entonces es un horror que se apropie de un término como “la herida colonial” y cuando hable de colonialismo no hable de la posición de ellos como verdugos, sino se figure y tenga la capacidad de leerse a ellos mismos como víctimas, cuando peor aún están utilizando epistemología proveniente de gente que viven o vienes de sus ex colonias.
Entonces lo grave de esto es que son muchas figuras que generan estas lecturas sobre la realidad, que luego se traducen en discursos políticos, en prácticas, etc., y que son muy difíciles de desmontar, porque ellos tienen muchos medios, mucha visibilidad y mucho espacio, pero también muchísimo desconocimiento sobre este tema, o son directamente racista, como en el caso de Zizek.
Otro problema en relación a esto, yo como decía al principio, es que esto no se soluciona leyendo a Fannon, Lorde o Angela Davis, porque muchas veces uno se encuentra a compañeros europeos blancos que han leído a Fanon, y ya se sienten en todo el poder de poder decirte que es o no racismo, o han leído a Angela Davis, uff, y si la han visto o han tomado una clase con ella, ya ni te cuento, entonces como no terminan de traducir esas lecturas al contexto local donde está operando el racismo, y el lugar que ellos ocupan en ese contexto local, pues me he encontrado discusiones donde gente me defendía argumentos racistas y parte de su defensa era que “a mí no me puedes decir racista porque he leído a Fanon o he ido a ver a Angela Davis”.
Pero yo siempre digo que uno puede leer a Fanon, a Fausto Renaga, pero si uno no vive esas opresiones, lamentablemente es muy difícil que entienda como se articulan. Pero muchas veces las personas migrantes y racializadas no tienen que leer a Fannon o a Renaga para entender de que están hablando en estos libros.
Y, sin embargo, en las universidades plagadas de personas europeas blancas tienen muchísimo acceso a estos libros, pero no han vivido esas experiencias, y entonces también se nos generan un montón de problemas cuando cogen esa epistemología.