Por: Reyna Paz Avendaño
Pura López Colomé (Ciudad de México, 1952) es una defensora de la oralidad de la poesía y una autora que aprecia el sentido del oído sobre los demás porque es el último que pierde el humano cuando muere y porque es el que le permite construir el timbre de su madre ausente.
A propósito de su libro “Borrosa imago mundi”, editado por el Fondo de Cultura Económica, la poeta charló con Crónica.
Su sentido favorito es el oído?
• Empiezo el libro con el oído porque lo considero mi sentido privilegiado, cada quien tiene uno, hay personas que son visuales y hay quienes obedecen al tacto o al olor. El sonido se proyecta en música y la música proyectada en la música de la palabra es importante para mí.
Es un libro de poemas sobre lo que entra a manera de inspiración por medio de los sentidos. Hay algunos que entran en eco con el poema escrito por otro autor y regresan y forman un círculo virtuoso entre esos dos poemas.
Hay otros en los que ocurre el fenómeno de la reverberación, según lo concibo y lo define el diccionario, que no sólo es un sonido que rebota y regresa, sino que se distorsiona, se puede llegar a transformar en algo que uno no reconoce. En el caso de estos poemas, crea por esa distorsión un tercer poema que es el que el lector produce por dentro a partir de la lectura.
• ¿Todos tenemos una musicalidad que puede ser modificada por un recuerdo?
• El oído es absolutamente evocador. Se supone que el oído es lo último que perdemos al morir, científicamente eso se ha sostenido siempre ¿por qué? porque por ahí entra el verbo que fue lo que nos distinguió de los demás seres del planeta.
• En este libro hablas de la muerte de tu madre…
• El libro está dedicado a la ausente/presente que no es otra que ella, que murió cuando yo era muy chica y con la que he estado dialogado desde entonces. Todo lo que he escrito es un diálogo que más/menos obvio, más/menos reconocido está ella presente. Estoy tratando de recuperarla por medio de la palabra para dialogar con ella.
El poemario. laura.esponda
Me he hecho por dentro un modo de recordar su voz porque no la tengo en ninguna grabación, se fue en serio y yo ya me hice un timbre de lo que es ella pero es curioso lo que he logrado al entretejer el timbre de ella y del mío, me pregunto muchas veces si no está hablando a través mío. Todos dialogamos con nuestros muertos y escuchamos sus voces.
• ¿Cuál es el sonido de la lectura de la poesía en voz alta?
• Soy una defensora absoluta de la oralidad de la poesía. Para mí no hay poesía si no tiene música, no me refiero a formas tradicionales, conservadoras o aceptadas, no, me refiero a una música propia del poema, que tú distingues, tú no sabes a qué se debe, no sabes si es por los acentos que se están manejando, si es por las cantidades silábicas o si es por una rima dada, no importa, tú reconoces que hay una música ahí, que hay un ritmo y una cadencia.
La oralidad de la poesía es todo, es la realización de un poema que oyes y que nunca vas a olvidar, se fija en la memoria como una canción cuando eres niña, es muy diferente que la lectura en silencio de ese poema y que la lee tu voz interior, como si te habitara un ave, está cantando ahí dentro el jilguero, de repente lo dejas salir, le das libertad y es capaz de sonar de una manera distinta que te agrega significados.
POESÍA Y PANDEMIA
La poeta y traductora considera que durante la pandemia y los momentos de confinamiento la poesía pudo ser un recurso de reflexión para la humanidad.
“Fue un momento ideal de introspección porque fue un momento en que había que replegarse por fuerza y había que encerrarse con fuerza, había que limitarse a los espacios de lo íntimo y ésos son los espacios ideales de la lectura concentrada, disfrutada, a solas”, expresa.
En su caso, su vida cotidiana de trabajo no se vio afectada, añade. “Vivo aislada de cualquier modo, lo que sí extrañé fue la libertad de optar por salir o no”.
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