lunes, 4 de marzo de 2024

“Todo valió la pena”, dice Blanca Ríos

Blanca Ríos cuenta que no podía dejar de bailar a cualquier ocasión que se presentara. YouTube


Por: Eleane Herrera 

“Todo valió la pena”, expresa Blanca Ríos, bailarina profesional desde hace 25 años y Primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza (CND) durante los últimos 15 años.

En el marco de su despedida de la compañía, Blanca Ríos comenta a Crónica su experiencia en el mundo del Ballet, sus proyectos venideros -que incluyen impulsar su escuela de danza y seguir entrenando- así como la presentación de “La Esmeralda”, que será su gran cierre en la CND: la temporada será del 3 al 10 de marzo. Hasta ahora, este Ballet solo se ha presentado en el Teatro Bolshoi, la Ópera de Berlín y en México.

“Quería una producción grande, diferente, porque la mayoría de los jóvenes que están empezando sus carreras no la conocen, no es un Ballet que se haga mucho en la Compañía y se ha hecho muy pocas veces en diferentes lugares del mundo”, comenta la Primera bailarina.


PRIMERA BAILARINA.

Desde pequeña, Blanca Ríos no podía dejar de bailar a cualquier ocasión que se presentara. A los siete años hizo una audición junto a otras 300 niñas y pasó los exámenes de la Escuela Superior de Música y Danza Monterrey. Así comenzó su trayectoria.

Con la Compañía Nacional de Danza se le abrieron las puertas en El cascanueces y El Lago de los cisnes, “después me dieron el contrato para empezar como cuerpo de baile y fue uno de los más grandes retos separarme de mi familia a los 17 años y dejar la ciudad de Monterrey. Fue un gran cambio para mí, pero todo valió la pena”, señala.

-Sobre la vida de una bailarina, se habla mucho de sacrificios, ¿tú cómo lo viviste?

“Pues sí, sacrifiqué muchas cosas de mi niñez. Me la pasaba prácticamente todo el día estudiando Ballet, en las mañanas iba a la escuela y en las tardes estaba en el Ballet de 3 a 8 de la noche. Llegaba a hacer mis tareas y a dormir, entonces no viví muchas cosas, no salía a reuniones sociales con mis amigas porque estaba totalmente dedicada a la danza y poco a poco en el camino me fui encontrando que sí era mi pasión y jamás me obligaron: jamás, jamás dije que no quería ir al ballet. Fue algo que desde niña me encantaba hacer. Era mi pasión”.

-¿Qué fue eso que te atrapó como para sacrificar la vida social a esa edad?

“Pues siempre soñé bailar en una compañía profesional”, responde la bailarina, con la misma confianza con la que debió plantarse en concursos, cursos de verano en el extranjero, y aquel escenario del Concurso Nacional en el que ganó primer lugar.

“¿Qué más padre que poder hacer mi carrera en la compañía más importante del país?”, razona sobre la motivación que la llevó adelante. Por fortuna, el trabajo rindió sus frutos con el tiempo.

“Después de mucho trabajo con muchos maestros, directores, coreógrafos… fui ganando mi lugar. Me costó muchísimo, me lo gané a pulso y en el 2009, bajo la dirección de Sylvie Renaud, me nombraron primera bailarina”.

-En el recuento de papeles que has interpretado ¿cuáles se quedan particularmente en tu corazón?

“Híjole, qué difícil pregunta, todos tienen algo muy especial, todos han tocado mi corazón… pero el sueño de cualquier bailarina creo que es hacer Giselle”.

Blanca Ríos recuerda que este rol le llegó en un momento en que había perdido (no la eligieron) otro papel que deseaba.

“De repente me llegó Giselle que es un gran reto para cualquier bailarina técnicamente y sobre todo artísticamente”, relata.

A través de este personaje, a bailarina considera que aprendió sobre las posibilidades del amor y el más allá -después de la vida.

Tras lo que considera una hermosa trayectoria, Blanca Ríos quería cerrar adecuadamente el ciclo. “Ya habíamos pasado un momento complicado en la pandemia. Entonces quería regresar. Quería entrenarme, quería volver a bailar y ya cuando volviera a agarrar fuerza, pues poder cerrar este ciclo así de bonito, como lo está sucediendo ahora”.

“También, quería abrir el camino a nuevos talentos, por eso decidí también ya despedirme y dedicarle tiempo a mi familia y a mis dos hijos, que me han apoyado tantos años. Ahora creo que ya es tiempo de devolverles todo eso que me han dado”.

Respecto de cómo espera que sean sus días cuando termine la temporada, Blanca asegura que no dejará nunca de tomar sus clases de Ballet, porque su cuerpo está acostumbrado desde niña. “Como disciplina tengo que hacerlo, aunque sea en mi casa, levantarme por las mañanas y hacer mi clase. Por salud también y por lo que venga: mantenerme entrenada y dedicarme a mi casa, a mis hijos, a mi esposo y a mi escuela de danza”.

Por lo demás, la bailarina dejará que la vidala sorprenda, “como me ha sorprendido hasta ahora”.


BROCHE DE ORO.

“Las primeras bailarinas pueden elegir el ballet con el que quieran retirarse o despedirse”, ahonda Blanca Ríos sobre la última temporada que presentará en la CND: La Esmeralda, que tendrá temporada en el Palacio de Bellas Artes el martes 5 de marzo, a las 20:00; jueves 7 a las 20:00 y domingo 10 de marzo a las 17:00 horas.

La puesta en escena está inspirada en la novela “Nuestra señora de París”, de Víctor Hugo, y cuenta en 3 actos (5 escenas) la historia de Esmeralda, una joven gitana quien es secuestrada por el jorobado Quasimodo a petición del archidiácono Claude Frollo. Al enterarse del rapto, el capitán Phoebus va a su rescate.

Si bien en el texto original ejecutan a Esmeralda, esta versión coreográfica de Vasily Medvedev y Stanislav Fečo (integrantes del Ballet Bolshoi) cuenta un final feliz.

Desde la perspectiva de Blanca Ríos, este papel representa una dificultad técnica, en particular por el movimiento de pies y facetas emocionales del personaje, así como la posibilidad de reunirse con casi toda la compañía en escena una vez más, gracias a que se requiere de un elenco numeroso.

“Es una obra que me cautivó desde la primera vez que lo vi. Hace 12 o 13 años me tocó interpretar el rol de Esmeralda y me gustó muchísimo el personaje, la bravura, lo enamorada, lo valiente que es”, explica.

“Sabía que era una producción que la Compañía tenía pensado hacer próximamente y me pareció interesante. Después me fui encontrando coincidencias en el camino: yo había trabajado La Esmeralda en la tesis de mi graduación y no me acordaba; después me encontré que la esmeralda como piedra preciosa significa nuevos comienzos. Entonces no sé la vida solita, o sea me fue diciendo por qué me tocó despedirme con esto”, continúa.

En términos de un cierre especial, también cabe decir que la puesta en escena se realiza en colaboración con la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, dirigida por la exbailarina Maria Seletskaya.

El costo en Luneta 1 es $700 y Luneta 2, $600.00. Anfiteatro bajo: $500.00. Anfiteatro alto: $450.00. Galería: $200.00 Hay descuentos de 50% a adultos mayores, maestros y estudiantes.

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