lunes, 12 de septiembre de 2016

Rafael Méndez, aliento inagotable



              La historia de Rafael Méndez es tan fascinante como su música. (Especial)


Por: Rosario Reyes



Quitarle el instrumento era quitarle la vida. Hacia el final de sus días, ni el asma pudo alejar de la trompeta a Rafael Méndez (1906-1981) de la trompeta.

Aprendió a tocar en el seno de una familia de músicos, formada por un matrimonio con 12 hijos, de los cuales un par de gemelas murió al poco tiempo de nacer. Los demás fueron instrumentistas.



Maximino Méndez e Irene Arceo decidieron ponerle a su hijo, el que sería más famoso, Gutiérrez, en honor al General Gutiérrez, que era su abuelo.



Aunque en su natal Jiquilpan, Michoacán, el oficio de músico era uno de los más destacados, Rafael Méndez se formó al abrigo de Pancho Villa, quien lo retuvo tras liberar a su familia, que había sido llevada de leva por grupos revolucionarios. Disfrutaba que le tocara sus canciones favoritas. El joven trompetista pudo haber muerto en el frente, no precisamente por combatir, sino porque el general se enteró que el niño quería audicionar para una banda militar y estuvo a punto de fusilarlo. Pero meses después lo dejó ir. Y le consiguió la mejor trompeta que pudo hallar.



“A pesar de que uno de sus hermanos desmintió el hecho, hay entrevistas en la prensa en las que Rafael apunta con precisión estas anécdotas revolucionarias. Que lo vincularan con un personaje tan importante le daba mayor renombre”, dice Alejandra Rosas Olvera, autora del libro Rafael Méndez. Homenaje al trompetista mexicano, que se presenta mañana en el Centro Cultural Ollin Yoliztli.



“EL MEJOR TROMPETISTA DEL MUNDO"

La historia de Rafael Méndez es tan fascinante como su música. Dos de sus hijos, gemelos que dejaron el instrumento para estudiar y ejercer la medicina, donaron el archivo de su vida y obra a la Biblioteca de la Universidad de Arizona, de donde proviene el 80 por ciento de la recién publicada biografía. El músico fue reconocido en todo Estados Unidos.
“En su etapa en Hollywood, fue considerado el mejor trompetista del mundo, pero además, todo el gremio lo reconoce como fundamental por su virtuosismo”, dice Rosas, también trompetista.



Méndez firmó contratos con la disquera Decca y con los estudios Metro-Goldwyn Mayer, hizo una versión para el aliento deMoto perpetuo, de Paganini, e inmortalizó su arreglo deJesusita en Chihuahua en la cinta Holiday in Mexico, que en 1946 dirigió George Sidney.



Rafael Méndez cursó hasta tercer año de primaria. Fue perfeccionando sus conocimientos musicales en la orquesta familiar, tocó en bandas militares y de circo. Antes de cumplir 20 años y animado por sus primos, emigró a Estados Unidos para trabajar como obrero. Un día, bajo la buena estrella que lo siguió siempre, cuando probaba una trompeta en una tienda en Detroit lo escuchó el director de la banda del Teatro Capital y lo contrató. Así empezó su carrera en la farándula.



De acuerdo con Rosas Olvera, el boom de la trayectoria de Rafael Méndez fue a partir de su contrato con la Metro-Goldwyn Mayer, en Los Ángeles. “Se convirtió en un showman, compositor, intérprete, arreglista. Lo maravilloso de su aporte es que hizo versiones para trompeta de música mexicana, pero también incluyó obras que originalmente eran para la voz o para otros instrumentos”.



Con un porte exquisito, tenía rendido al público estadounidense, mientras en México se vivía el auge de las orquestas de Luis Arcaraz, Pérez Prado y la cúspide de la carrera de Agustín Lara. Las propuestas de Méndez no tenían cabida en este país, entonces semillero de excelentes trompetistas, que eran requeridos para orquestas en Europa y en Estados Unidos.



Casualmente, apunta la autora, esa generación de músicos tuvo una formación en casa. “Sobre todo los que sobresalen de una manera considerable provienen de familias musicales y se hicieron gracias a una tradición, no en la escuela”.



INNOVACIÓN Y TENACIDAD

Méndez perfeccionó una técnica de respiración circular. “No deja de respirar ni de tocar, como un ciclo continuo, con el uso de la lengua para emitir la articulación de las notas; es algo muy difícil, pero él era de una disciplina férrea”.

La integrante de la Big Band Joe d’Etienne cuenta que dos accidentes graves pudieron imposibilitarlo para tocar. Cualquiera hubiera desistido, pero no él.



“Cuando empezaba su carrera en Estados Unidos lo golpearon con una puerta mientras tocaba; se hizo un hoyo en la boca del tamaño de un cigarro. Después de un periodo de recuperación de cuatro años, llegó a tocar mucho mejor. Luego, se fracturó la mandíbula y volvió a tocar como si no hubiera pasado nada. En su edad adulta padeció asma y se resistió hasta que fue inevitable someterse a tratamiento”, narra.



“Era un dandy, elegante, con una presencia imponente y con las medicinas engordó un poco, se le empezó a caer el cabello, pero nunca abandonó el instrumento. Murió en su estudio y hasta el último de sus días se dedicó a la trompeta”.

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