sábado, 17 de junio de 2017

Contradanza, en la UNAM; ideas en movimiento

 
                                 Foto: Cortesía Compañía Contradanza
 
 
Por: Virginia Bautista
 
 
La filósofa española María Zambrano (1904-1991) concebía al yo interno como un gran bosque que puede estar plagado de dudas, inquietudes, miedos, culpas, dolor; pero que, sin embargo, ofrece claros en medio de la oscuridad que permiten al ser humano reencontrarse con su naturaleza de origen.
 
 
 
Esta es la propuesta que la Premio Cervantes 1988 hace en su ensayo Claros del bosque (1977), uno de los libros esenciales de su trayectoria filosófica, en el que por primera vez está presente su “razón poética”, que ahora la coreógrafa Cecilia Appleton transforma en movimiento.
 
 
 

Interpretada por la compañía Contradanza, la pieza El bosque se estrena hoy, a las siete de la noche, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, donde ofrecerá funciones mañana y el domingo.
 
La obra de María Zambrano me sublima, me conduce a relacionarme conmigo misma”, afirma en entrevista Appleton. “Todo el tiempo me conecta con ese despertar interior, en el que uno se presenta de una manera más vacía para poder sentir y dejar de preguntarse tanto, más bien estar ahí, existir”.
Y Claros del bosque, agrega, es un ensayo “muy completo, escrito con una inteligencia vital para los seres humanos. Al paso del tiempo, Zambrano fue reuniendo muchos aprendizajes que vertió aquí, es de una sabiduría genial, por eso me gusta”.
 
 
La también bailarina parte de la premisa de que sí existen claros en ese bosque metafórico que evoca la filósofa, pero que no siempre llegamos a ellos preparados para disfrutarlos.
Esos lugares o espacios son los que más me interesaron de la obra de Zambrano, ese estar en, y no ese desvío constante que causa el creer que el otro debe mostrar lo que tenemos que aprender”.
Añade que en esos claros, “ella nos hace mostrarnos plenamente, nos hace amar, percibir esa conciencia que a veces pensamos oculta. Ella nos guía por esas búsquedas y entonces te preguntas quién soy, si tu ser ha dejado de existir y busca ese claro para tener un lugar donde pueda respirar, ser plenamente, sentir al otro. Es la identidad”.
 
 
 
La creadora de más de 75 coreografías admite que, en ese bosque interno, el hombre también puede perderse o salir herido. “Lo interesante es que la libertad está ahí, es inmediata, pero uno quiere seguir descubriendo y quizá ahí es donde vienen las heridas”.
 
 
 
Narra que, en el proceso de transformar las ideas en movimiento, descubrió que uno no entra al bosque solo. “No es una experiencia que se tenga que llevar a cabo de manera individual. La entrada al bosque es a través del otro, ahí está él para mostrarse y que tú te muestres ante él. La identidad tampoco se descubre solo, no te puedes encontrar a ti, si no hallas al otro.
 
Esa conexión con el otro fue muy importante en esta coreografía. De hecho, no estoy poniendo a los bailarines como tal, sino como colegas creativos que otorgan también su cuerpo, su interés, su inteligencia y su sensibilidad para ‘hablar’ juntos”, prosigue.

Tres laboratorios

 
El proceso creativo de El bosque, explica Appleton, se llevó a cabo a través de tres laboratorios de trabajo en distintos periodos y con equipos diversos. “Entrar al bosque con espontaneidad nos ha exigido recorrer diferentes escenarios: la meditación personal, los retiros, la colaboración artística con cada miembro del grupo y con otros equipos de bailarines y los escenarios físicos”.
 
 
 
Entre estos últimos, la directora artística de Contradanza destaca la explanada ubicada enfrente al MUAC, en Ciudad Universitaria, el teatro del Rinoceronte Enamorado en San Luís Potosí y el Centro Cultural Los Talleres. “Todos son espacios que nos permiten continuar despojándonos de nuestras razones para estar presentes y vivos ante el arrullo sensible del bosque metafórico”.
 
 
 
La Premio Nacional de Danza Contemporánea José Limón señala que de los diez bailarines en escena, ocho son de Contradanza, en diferentes rangos de edades, y dos ejecutantes provienen de San Luis Potosí. “Para nosotros es muy importante que los bailarines jóvenes se vayan integrando con los maduros, porque esto tiene sus retos y su riqueza”.
 
 
 
Y dice que la escenografía es casi minimalista. “Quise trabajar no desde las imágenes, sino desde la movilidad y la expresión del cuerpo. La integración de la voz para hacer una pista sonora, con lectura de algunos textos de Zambrano, es otra novedad”.
 
 
 
Así, Contradanza, agrupación nacida hace 34 años, explora el bosque metafórico de Zambrano y se interna en los diferentes claros, que equilibran al espíritu, con el lenguaje “intimista” que ha consolidado. “Estoy trabajando en un doble lenguaje que tiene que ver con un cuerpo que se arriesga, que exterioriza más la propuesta que comienza en lo íntimo”.
 
 
Pretenden, concluye, responder a la pregunta: ¿es posible reencontrarnos con nuestra naturaleza de origen?
 
 
DÓNDE y cuándo?
 
 
El bosque se presenta en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario (Insurgentes Sur 3000, CU), hoy a las 13 y 99:00 horas y el domingo, a las 18:00 horas.


Fuente: Excélsior
 

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