Por: Virginia Bautista
La escritora Elva Macías vive rodeada de imágenes: a unas las transforma en los versos que integran los nuevos poemarios que prepara y otras son las fotografías que han captado para siempre la vida, los viajes y los amigos de Eraclio Zepeda (1937-2015), su esposo durante 52 años.
Los huesos, Chiapas y la muerte de sus seres queridos son los temas que guían el proceso creativo actual de la poeta y ensayista de 73 años; pero también ha dedicado tiempo y cuidado para dar vida a Eraclio Zepeda. Iconografía, que reúne 120 fotografías, muchas de ellas inéditas, que muestran “todas las facetas de Laco”, como le decían de cariño al autor de Benzulul.
El niño feliz, el joven antropólogo, el gran conversador y narrador oral, el viajero incansable, el miliciano, el amigo solidario, el actor que encarnó a Pancho Villa, el político, el padre, el esposo, el abuelo y, sobre todo, el autor de cuentos y novelas. Todo se conserva en las imágenes en blanco y negro del volumen publicado por Coneculta Chiapas y la Secretaría de Cultura federal.
“Las pasiones de Eraclio fueron narrar, hacer amigos, participar en acciones solidarias y viajar”, afirma Macías en entrevista. Y confiesa que esta iconografía es un cálido homenaje al hombre que siempre ha estado presente no sólo en su vida, sino también en su obra.
“No he tenido necesidad de dedicarle un poema tras su muerte, porque está en todos de diversas formas, En Caravanas de riesgo, por ejemplo, culmino con una trilogía de trenes en China: el primero lo tomamos jóvenes en Pekín, el segundo fue el Transiberiano y el tercero fue un descenso de Lhasa, la capital del Tíbet. Me gusta dedicarle cosas que nacen de manera espontánea”, explica.
La autora de unos 20 títulos, entre poemarios, libros para niños y antologías, agrega que en este momento trabaja en tres proyectos. El que puede publicarse más rápido, considera, es el que reunirá tres de sus poemarios, uno inédito, con el que pretende cerrar un ciclo temático.
Añade que desea reeditar en un volumen Jinete en contra, Caravanas de riesgo y el inédito Versos color de hormiga, pues “obedecen a un ciclo de asuntos que trascienden lo intimista, pero que tienen que ver con mi vida y mis viajes. Versos… incluye poemas motivados en Chiapas: hay uno dedicado a la muerte de mi hermano, y otro a la muerte de la madre”.
Dice que el segundo libro es sobre los huesos y recrea sus distintos aspectos. “Hay poemas de humor, otros de personas que han enfermado. Los huesos son muy importantes para mí, son como la estructura. La idea nació de una foto que vi de esos entierros clandestinos de la época de la República española”, explica.
Y el tercer volumen piensa dedicarlo a lo que llama poemas encontrados. “Son versos que nacen de una noticia, una nota científica, de algún documental que te impresione; pero también llevan una elaboración, no sólo es trasladarlos. Los temas son diversos”.
Tras más de cuatro décadas de creación, Macías concluye que sus primeros títulos están muy influidos por la cultura oriental, debido a que vivió en China y la deslumbró su literatura. “Fue una influencia elegida, porque yo me identifico con esa poesía que está libre de retórica, las imágenes bastante limpias, en movimiento”.
Pero aclara que eso se fue diluyendo. “Lo culmino en Ciudad contra el cielo. Y en Imperio móvil (2005), por ejemplo, ya abordo temas como el levantamiento de Chiapas; pero no la protesta, sino esa relación de los hombres de allá con la naturaleza, la tierra y la historia”. Dice que, más allá de los temas, le interesa “conservar siempre la capacidad de síntesis”.
Iconografía y biblioteca
Elva Macías cuenta, en la sala de su casa de la colonia Condesa —rodeada de decenas de cajas con los libros de la biblioteca que formó con Eraclio Zepeda, que será trasladada a Chiapas, donde nacieron ambos—, que hizo la Iconografía en dos meses y medio, lo que fue posible gracias a que conoce la obra y el archivo de su esposo. “Contiene una introducción de 29 páginas, en donde hago un resumen de su vida, con sus antecedentes familiares, sus vivencias escolares, la experiencia en Cuba, que estuvo como miliciano, sus viajes y, desde luego, las experiencias literarias. Además de las fotografías, incluye las portadas de sus libros y traducciones más importantes y citas de escritores como Juan Rulfo y Octavio Paz”, describe.
Las imágenes presentan a Laco desde los seis u ocho meses hasta los 78 años de edad, en 2015, en las que el narrador posa en su biblioteca, y otra, de espaldas, en la que se le observa con Macías, tomados de la mano, caminando por la calle. “Fue un niño muy querido y fotografiado. Eso le dio seguridad y siempre se arriesgaba. Todo lo hizo con pasión. Incluso se metió a la política, creía que podía hacer cosas buenas para el estado. Lo criticaron, sí, pero él sentía que estaba cumpliendo con sus obligaciones. Siempre tuvo diálogo abierto y ayudó a la gente”, indica.
Finalmente, la poeta recién galardonada con el Premio Iberoamericano Ramón López Velarde narra que donaron a la Fundación Ildefonso Vázquez los más de 14 mil volúmenes que integran su biblioteca, para que se abra un recinto en Tuxtla Gutiérrez (Chiapas) y el acervo pueda ser consultado por todo el público.
“Es un proceso que ha tomado años de preparación. Eraclio estaba de acuerdo. Yo me quedo con más de 600 volúmenes para mi trabajo. Pero creemos que es un destino muy afortunado para nuestros libros”, concluye.
Fuente: Excélsior
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