Más de 2 mil bachilleres interrogados en la Encuesta Nacional de Exclusión, Intolerancia y Violencia, realizada por la SEP, señalaron haber intentado quitarse la vida en los últimos meses; hay otros datos alarmantes
Por Víctor Adrián Espinosa
Vivimos nuestro propio infierno, donde somos tanto víctimas como victimarios. Nuestros crímenes no se revelan fácilmente, porque tal vez los minimizamos dando por hecho que son actitudes de adolescente. Buscamos no ser rechazados para tener el poder de rechazar a los otros. Estamos llenos de miedos, inseguridades, derrumbes y aunque la solución está en la sobrevivencia, por qué no acabar por fin con todo esto, transformando nuestra naturaleza: La mezcla perfecta entre violencia e intolerancia.
Una realidad que se pensó extinta, reapareció con la Encuesta Nacional de Exclusión, Intolerancia y Violencia en bachilleratos públicos, elaborada por la Secretaría de Educación Pública (SEP), donde más de 2 mil jóvenes (de los 13 mil chavos de prepa entrevistados) afirmaron que la violencia es parte de su naturaleza humana y, por lo tanto, agredir a alguien es algo totalmente común.
Desde el amanecer, la vida de un joven cualquiera se ve amenazada por la violencia; comenzando desde su familia -ya que una tercera parte de los encuestados declararon ser golpeados por algún familiar o haber sido amenazados por éste con alguna arma de fuego- hasta el salón de clases, las creencias de género y la percepción sobre nosotros mismos.
En las aulas, la intolerancia cala
Más de 7 mil estudiantes detestarían compartir asiento con enfermos de Sida, convivir con chavos homosexuales o con alguna discapacidad, aceptar en clase a compañeros indígenas o con ideas políticas diferentes; sin embargo, ¿a qué le tenemos miedo? ¿A qué se nos pegue lo que sea que el otro tenga? o ¿a aceptar qué somos tan diferentes
como el resto?
Y en cuanto a lo femenino
"Las mujeres que llevan condones son fáciles", "Cuando a una mujer la agrede su marido es por su culpa" o "Prevenir el embarazo es cosa de mujeres", son las palabras de más de 3 mil jóvenes, quienes no conformes con esto, triplican su número para afirmar su preferencia porque "una buena esposa debe dedicarse al hogar, debe cuidar a los hijos y está obligada a llegar virgen al matrimonio".
Pero la peor lucha es contra nosotros mismos
Por ejemplo, más de 5 mil chavas dijeron sentir que su vida es un fracaso o pensar que vale más la pena morir que vivir. Y más de 2 mil interrogados, hombres y mujeres, señalaron haber intentado quitarse la vida en los últimos meses.
La encuesta nos presenta como homófobos, racistas, machistas, aterrados con las diferencias. .. Tan sólo en los últimos meses, en Guanajuato, se asesinó a dos travestis porque sí, sumado a esto, dos adolescentes mataron a otro porque les molestaba su homosexualidad.
Así, la pregunta sería: ¿Desde cuándo preferimos el conformismo a luchar contra la discriminación?
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