Por: Armando G. Tejeda, corresponsal de la Jornada
Madrid, 12 de mayo. La escritora mexicana Margo Glantz definió su literatura como “periférica, lateral”, mediante la cual “muchos autores llegan a una escritura muy profunda” y que cubre zonas vitales.
La articulista de La Jornada ofreció una conferencia en la Casa de América de Madrid, como parte de las actividades programadas tras la concesión del Premio de Literatura de Lenguas Romances de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
La literatura de Glantz es “fragmentaria, mutilada”, fiel a la tradición de otros grandes autores mexicanos como Juan José Arreola y Juan Rulfo, según la definió la poeta y catedrática española Esperanza López Parada.
Glantz explicó desde los orígenes de su obra literaria hasta la intención de su libro más reciente, Saña, que considera como una pieza acabada de esta literatura “mutilada”.
“Mi primer libro –aseveró– se llamó Las mil y una calorías. Novela dietética, que es un texto que no he recogido en ninguna antología. De repente algunos fragmentos me parecen interesantes y los he retomado en las obras, pero fue un libro muy importante porque me lanzó a escribir. Me sirvió para lanzarme a la escritura de ficción y para adelgazar, porque había engordado mucho en una estancia en Estados Unidos en la que me dediqué a comer galletas de chocolate”, explicó Glantz.
Esos primeros textos le sirvieron para seguir por la misma senda de la escritura, pero de forma discreta, casi anónima, hasta que decidió romper esa semiclandestinidad y llevar parte de sus escritos a uno de sus amigos y ya entonces escritor consagrado: Agustín Yáñez.
Margo Glantz, tercera mujer en recibir el premio auspiciado por la FIL de Guadalajara, el miércoles, en la capital españolaFoto Notimex
“Se los enseñé y me dijo que eran muy buenos, pero que parecían perlas sueltas y que debería aprender a hilvanarlas. Me quedé como 30 años hilvanándolas hasta que advertí que la única forma que tenía de escribir era con las perlas sueltas, sin hilvanar demasiado.
“Hasta que llegué a mi último libro, Saña, donde las perlas están aparentemente muy sueltas y cada una vale por sí misma, pero que si se van hilando acaban conformando una textura textual que es muy interesante.
“Aunque es imposible compararse con Rulfo, es cierto que mis textos son fragmentarios. Me gusta mucho fragmentar el cuerpo en ojos, manos, senos, pies, etcétera. Así que Rulfo me sirvió también para eso. Pensaba que en Saña, que es un libro totalmente fragmentario y en el que también mutilo, sí había como esquirlas, como elementos de un meteorito que habían quedado abandonadas sin que nadie supiera qué sentido tenían. Los fui recogiendo de nuevo para este libro y vi que era simbólico, de mutilación.”
Afirmó que al elegirla como la tercera mujer en ser reconocida con ese galardón –luego de Nélida Piñón y Olga Orozco– también se reconoce a una “escritura que no es central. Es periférica. Lateral” .
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