Por : Juan Carlos Talavera
Tras debutar con éxito en el Festival de Rapallo, en Italia, la soprano Enivia Muré (Puebla, 1980) hará una gira por Puebla y la Ciudad de México, adelantó que en 2018 se presentará en la Real Academia de Barcelona y, en entrevista con Excélsior habló sobre sus próximos conciertos, el panorama que encuentra en la ópera nacional, con una insuficiente oferta, y su visión de la música como “la forma más pura de expresar lo que quiere decir el alma y el espíritu del ser humano”.
Sus próximos compromisos serán los días 8 y 10 de diciembre, en el Auditorio de la Reforma, en Puebla, donde interpretará el papel protagónico de la ópera Tosca, de Puccini, obra que cambió el rumbo de su vida cuando asistió a su primera representación escénica a los 16 años.
Hasta entonces mi mamá me había llevado a algunos coros y clases particulares, pero aquella noche que me llevaron a ver Tosca al Teatro Principal de Puebla, olvidé que quería ser administradora de empresas y viajar por el mundo como una gran ejecutiva; ver esa función me cambió la vida al descubrir el agudo final de la soprano. Ahí sentí un alfiler que me atravesaba el corazón y me dije: ‘Yo quiero hacer eso’”.
Al día siguiente Enivia le anunció a su familia que no ingresaría a la universidad, pero encontró la negativa y le advirtieron que música sólo sería un hobby. “Y aunque acaté la decisión de estudiar administración de empresas, ingresé al Conservatorio y por rebeldía elegí la carrera de químico farmacobiólogo. Yo estaba muy enojada y tenía la esperanza de que no me aceptaran en la universidad”.
Entonces dejó de pedir dinero a su familia y empezó a autofinanciarse con ayuda de la música. “Llegaron las primeras oportunidades con algunos directores y, aunque no estuvieron de acuerdo, iban a todas las funciones”, relató.
Al final, la soprano abandonó la química y decidió combinar la administración de empresas con la música. “Así descubrí mi vocación”, reconoce la soprano que el próximo 24 de diciembre continuará con un recital en la Catedral de Puebla, para actuar como solista en la Novena Sinfonía de Beethoven con la Filarmónica 5 de Mayo, bajo la batuta de Fernando Lozano.
Dicho recital lo repetirá en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart), en la Ciudad de México, el 25 de diciembre a las 19:00 horas. Después, en febrero de 2018, cantará el papel de Elvira en la ópera Don Giovanni en San Miguel de Allende; y retornará a Europa el 20 de marzo del próximo año para cantar fragmentos, en versión concierto, del Otelo de Verdi en la Real Academia de Barcelona.
Cabe recordar que, desde su debut en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, Muré ha cantado Nedda en I Pagliacci de Leoncavallo y Micaela en Carmen, bajo la dirección de directores artísticos como: Christopher Franklin, Nikša Bareza, Ivan Angelov y Maurizio Baldin.
Recientemente realizó conciertos en el Concert Hall, con la Fairdfield County Choral y Orquesta, dirigidos por David Rosenmeyer y numerosas interpretaciones del repertorio Lied.
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Para Muré, el canto “es la forma más pura de expresar lo que quiere decir el alma; una forma de transformar tu esencia, de vibrar y transformar el entorno. El canto te da muchas posibilidades de cambiar la vida propia y de quienes te escuchan cuando se conectan contigo. Es un transformador de almas”.
¿Podrías hablar de tu debut en Diano Marina, Italia? “Ese debut surgió luego de participar en el concurso del Festival Internacional de Rapallo, Italia, donde concursé por Il Trovatore, de Verdi. Mi debut fue el pasado 8 de agosto, al interpretar el rol de Leonora, que fue una experiencia muy importante, en particular porque este repertorio es mi fuerte, tanto Puccini como Verdi”.
¿Cuándo interpretaste por primera vez a Leonora? “Es un rol que canté hace tres años en una producción pequeña en San Miguel de Allende. Sin embargo, la primera persona que pensó en este rol como adecuado para mi voz fue la maestra Virginia Zeani, originaria de Rumania, a quien conocí durante una estancia en West Palm Beach. Ella me dijo que debía aprender Il Trovatore, pues consideraba que tenía la vocalidad, la parte aguda, los pianos y la sutileza para este rol”.
¿Qué panorama encuentras en la ópera de México? “Es difícil de decir, pero cuando escucho decir al maestro Fernando Lozano que, en su época, se hacían por lo menos 90 funciones al año, con una larga lista de cantantes que podían vivir de cantar… me gustaría que volvieran esos tiempos, porque a pesar de los nuevos esfuerzos de la iniciativa privada, aún no es suficiente”.
¿Observas poca oferta en nuestro país? “Digamos que las oportunidades en México no son suficientes para la cantidad de estudiantes que egresan cada año. Se están formando muchos cantantes, pero al final la carrera de un cantante no es algo sólo de la escuela. Un cantante de ópera debe hacer ópera, títulos completos, de tres horas… y no conciertos de arias. Pero esto es difícil con la cantidad de producciones que tenemos en nuestro país”.
¿Cuál sería una de tus mayores preocupaciones en este panorama? “Que realmente se dé espacio no sólo a las nuevas generaciones de cantantes, sino a los que están listos y a los que van de salida. Porque son tres generaciones distintas y existe mucho rezago. No es suficiente… y luego intervienen las cuestiones políticas, las preferencias y los intereses; éste es un camino complejo, pero no imposible, creo yo”, concluyó.
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