Por: Roberto A. Valenciano Capín
¿Hasta donde dejar abierta estas heridas? a pesar de tener esa posibilidad de saber como solventarlas y aliviarlas de una forma temporal, porque sabemos que siempre estarán abiertas ante la fragilidad como ser humano.
Así que con esta acción teatral:"Erase una vez, la historia de una herida" bajo la dirección de Marco Vieyra y el proyecto del Centro de Investigación Escénica (CIE) del IPBA buscan llevar a la emocionalidad hasta sus máximas posibilidades.
Una banca es el punto de partida para detentar estas veredas y aristas que va surcando este ensayo teatral a través de estos cinco individuos, un acierto de de no trabajar con personajes, sino con ellos mismos: Nydia, Rafa, Daniela, Keko y Poke para solventar momentáneamente estas heridas no solo propias sino compartidas a pesar de su descarga emocional provocada y traducidas en estas heridas.
Desde el acto inicial de quitarse esa parte de piel, cicatrices perennes para detonar con ironía y cierto desparpajo a partir de esta charla a lo mejor insulsa, pero que en si misma es el detonador inicial del planteamiento de abordar estas cicatrices engendradas en todas sus formas: la soledad, del siempre ser engañada, la violencia familiar y el amor velado hacia su padre, la ilusionada en el amor a pesar de la insulsa presencia de la pareja perfecta, hasta el que se dice ser un desalmado y no creer en el amor a lo trazado bajo los parámetros sociales.
Un ensayo teatral que tiene la virtud de que el espectador no solo pueda identificarse de manera consiente o inconsciente sino ser infaliblemente co-participe de ella, simplemente basta que desde la entrada les fue entregadas unos frascos en donde solo era ponerles sus nombres, sus heridas quizás.
A pesar de acciones de suma intensidad no solo en su expresión corporal sino en sus discursos muy directos y puntuales, mas la suma de sensaciones siempre a flor de piel de estas inquirientes catarsis, así como del confrontar-se al máximo consigo mismos, mantienen esa constante tensión de esta absolución de sus heridas.
Se logran solventar o compensar con logradas metáforas en conjunción con una poética bien pulsada, desde el acto amoroso-intensidad de Daniela y Keko con su redentor baño, aun como una de las partes de mas clímax, cuando pugnan por alcanzar sus sueños, representados en esa banca colgada en la cima del muro sin dejar los visos de estas heridas siempre abiertas que duelen en el alma de lo que ya no se puede tan fácilmente, volver a amar.
Y sin olvidar la puntualidad en la utilización del espacio, redimensionándolo gracias a la multimedia-ambiental de Sexymapping- Alejandra Medina y ibham Taxhas-.
Una experiencia que queda presente con esta bella y sutil imagen de la banca prendida con fuego y el paso de uno mismo desde tu propia herida y quedar nuevamente este proceso de esta historia de una herida.
“Erase una vez, la historia de una herida”, con Nydia Verástegui, Daniela Saldierna, Ricardo Moreno, Rafael Becerra, José Gaytán Poke. Dirección: Marco Vieyra.
Desde el acto inicial de quitarse esa parte de piel, cicatrices perennes para detonar con ironía y cierto desparpajo a partir de esta charla a lo mejor insulsa, pero que en si misma es el detonador inicial del planteamiento de abordar estas cicatrices engendradas en todas sus formas: la soledad, del siempre ser engañada, la violencia familiar y el amor velado hacia su padre, la ilusionada en el amor a pesar de la insulsa presencia de la pareja perfecta, hasta el que se dice ser un desalmado y no creer en el amor a lo trazado bajo los parámetros sociales.
Un ensayo teatral que tiene la virtud de que el espectador no solo pueda identificarse de manera consiente o inconsciente sino ser infaliblemente co-participe de ella, simplemente basta que desde la entrada les fue entregadas unos frascos en donde solo era ponerles sus nombres, sus heridas quizás.
A pesar de acciones de suma intensidad no solo en su expresión corporal sino en sus discursos muy directos y puntuales, mas la suma de sensaciones siempre a flor de piel de estas inquirientes catarsis, así como del confrontar-se al máximo consigo mismos, mantienen esa constante tensión de esta absolución de sus heridas.
Se logran solventar o compensar con logradas metáforas en conjunción con una poética bien pulsada, desde el acto amoroso-intensidad de Daniela y Keko con su redentor baño, aun como una de las partes de mas clímax, cuando pugnan por alcanzar sus sueños, representados en esa banca colgada en la cima del muro sin dejar los visos de estas heridas siempre abiertas que duelen en el alma de lo que ya no se puede tan fácilmente, volver a amar.
Y sin olvidar la puntualidad en la utilización del espacio, redimensionándolo gracias a la multimedia-ambiental de Sexymapping- Alejandra Medina y ibham Taxhas-.
Una experiencia que queda presente con esta bella y sutil imagen de la banca prendida con fuego y el paso de uno mismo desde tu propia herida y quedar nuevamente este proceso de esta historia de una herida.
“Erase una vez, la historia de una herida”, con Nydia Verástegui, Daniela Saldierna, Ricardo Moreno, Rafael Becerra, José Gaytán Poke. Dirección: Marco Vieyra.
1 comentario:
que bella nota!
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