Con una tela cubría un cajón de jitomates, oscurecía algún cuarto y luego alumbraba con velas las figuras que daban vida, en un incipiente teatro de sombras, a las historias que el escritor Daniel Sada contaba a sus hermanos cuando eran niños.
Roberto Sada, su hermano, trae a la memoria, cariñosa y nostálgicamente estos recuerdos mientras acompaña el cuerpo del autor nacido en Mexicali en 1953, en un velatorio de la Ciudad de México, tras haber fallecido ayer viernes, aproximadamente a las 23:00 horas, por un problema de insuficiencia renal crónica terminal.
"Siempre nos contaba historias, de hecho, las actuaba. Mi hermana y yo éramos su público, me da mucho gusto pensar que ahora su público se encuentra en todo el mundo", dice Roberto, quien dice sentirse tranquilo porque aunque su hermano ya no está físicamente, su obra se quedará en mucha gente.
"Hizo florecer el desierto y creo que eso es algo invaluable", comentó al destacar que el autor de obras como Ese modo que colma, Casi nunca, Ritmo Delta, Todo y la recompensa, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe y Una de dos, fue un gran promotor de la literatura del norte del país.
Varios colegas acompañan a sus deudos, quienes a pesar de la tristeza, se muestran tranquilos y ecuánimes, entre ellos, Juan Gelman, Álvaro Uribe, Eduardo Lizalde, Hugo Hiriart, Víctor Manuel Mendiola, Ana García Bergua, David Huerta y el pintor Arturo Rivera. Por la mañana, Consuelo Sáizar, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes acudió a la funeraria. El ensamble coral In Artis, bajo la dirección de Francisco Grijalva, acogió musicalmente la despedida.
"Es tristísimo que una persona tan cálida como Daniel se haya muerto y en particular en mí el efecto es doble porque soy de la edad de Daniel. Es el primero de mi generación que se muere, comentó el escritor Álvaro Uribe.
"Lo que me da mucho coraje y tristeza es que, por no sé qué teje y manejes de la alta política nacional, no se le haya permitido gozar de su premio", apuntó el autor, refiriéndose al hecho de que Sada falleció sin saber que había ganado el Premio Nacional de Ciencias y Artes, máximo reconocimiento que hace el Gobierno Mexicano a un intelectual, y cuyo anuncio fue dado a conocer apenas ayer, a pesar de que el jurado había entregado su resolución desde septiembre.
"Hubiera podido recibir la noticia, no sé si eso lo hubiera revivido, no estoy hablando de milagros, pero para empezar hubiera recibido el cariño de todos. Era de los escritores menos envidiados, en este medio no amistoso.
"No sé hasta qué punto le hubiera servido para vivir mucho más, pero por lo menos sí hubiera muerto mucho más contento. Se me hace lamentable que se le haya privado de este gusto. El premio servirá para que mucha gente lo lea. Además, espero también ayude a su familia, que tenía muchos apuros económicos, porque Daniel nunca contó con un seguro médico", puntualizó Uribe.
Lizalde, quien se confesó admirador de Sada desde que publicó sus primeras obras, lamentó que el autor muriera tan joven.
"Yo creo que es el más brillante narrador de su generación. Tenía un oído literario privilegiado. Hombre de gran talento, gran originalidad y capacidad de creación literaria. Es una de las muertes que más he lamentado en las últimas épocas.
"Era generoso, muy exigente, manejaba talleres y formó y alentó a una gran cantidad de gente", recordó el poeta.
A las 17:00 horas se llevará a cabo una misa en su honor y a las 19:00 horas su cuerpo será cremado.
El Instituto Nacional de Bellas Artes prepara una lectura colectiva como homenaje póstumo para el próximo 15 de noviembre en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes.
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