París, Francia.- La compañía Mercé Cunningham, que se disolverá el 31 de diciembre, a medianoche, se despidió el jueves de París, interpretando algunas de las piezas más emblemáticas del legendario coreógrafo, que murió en Nueva York en junio del 2009, a los 90 años.
Un capítulo de la historia moderna desaparecerá cuando esta compañía sea disuelta: el público francés lo sabe, y las entradas se agotaron casi tan pronto se anunciaron los espectáculos de despedida que ofrece el Teatro de la Ville de París, en el marco del Festival de Otoño.
Los bailarines estuvieron a la altura, interpretando tres piezas de diferentes etapas del genial creador norteamericano: "Suite for five" (1956), con música de John Cage, "Quartet" (1982), y "Xover" (2007), la penúltima pieza creada por el gran maestro de la depuración y suspensión del movimiento.
Cunninghan, que formó su propia compañía de danza en 1953 como un laboratorio del movimiento, no quería que ésta continuará sin él, por lo que antes de su muerte había decidido que, tras su desaparición física, la compañía sería disuelta definitivamente, tras una gira mundial de dos años.
El primer coreógrafo que anticipa su desaparición tenía seguramente en mente la suerte que corrió la compañía de Martha Graham, que tras la muerte de la gran pionera de la danza moderna, en 1991, se sumió en sórdidas batallas legales que opacaron su herencia artística.
Por eso decidió esta gira, que busca "transmitir la filosofía de Merce Cunningham en materia de coreografía y sus ideas sobre la manera de jugar con el espacio y el tiempo", declaró a la AFP el director de la compañía, Trevor Carlson.
"Mi idea siempre ha sido explorar el movimiento físico humano", dijo Cunningham meses antes de morir. Y sus bailarines le fueron fieles en su despedida de París, mostrándose posesionados del lenguaje inventado por el coreógrafo, que desnudó la danza hasta su esencia.
Y el público parisino se mostró especialmente conmovido, sabiendo que nunca más asistirá a una representación de esta compañía, que encarna una de las aventuras más emocionantes de la danza moderna.
El aplauso a los bailarines fue un último homenaje al genial coreógrafo, que dirigió casi hasta el fin de su vida y desde una silla de ruedas su compañía, explorando en más de 200 danzas todas las facetas del movimiento, en total autonomía de la música, que los intérpretes sólo descubrían la noche del estreno.
Para preservar su herencia, el llamado Nijinski norteamericano concibió antes de morir un "Plan de Legado Viviente", que permitirá facilitar la transmisión a otras compañías de danza y a las generaciones posteriores de sus coreografías.
La gira de dos años, que está por acabar, llevó a la compañía a México, a una decena de países europeos y varias naciones de Asia.
El espectáculo de despedida definitiva de esta mítica compañía se celebrará la última noche del año en el gigantesco y suntuoso salón del Armory Park Avenue, ante mil 500 personas.
"Fue genial, pero acabó, es la vida", afirma Carlson, director de la fundación Cunningham que administra la compañía hasta su disolución.
Después del fin de esta aventura, la fundación que administra la compañía dejará el lugar a Un Fondo que quedará exclusivamente a cargo de los derechos de autor y de la preservación del legado del coreógrafo.
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